Todo lo que digas será interpretado en tu contra cuando interese.
Cualquier palabra ofenderá
Sólo quedará la reacción, la hiperreactividad

Una vocal será demasiado
Un suspiro se entenderá como hastío
Cuando la belleza esté reñida con la tristeza
Será el momento de callar y retirarse.

La razón me da igual, no importa.
Como siempre, cada uno tendrá la suya
con su particular manera de ver desde su manera de ser
De momento sólo duele, duele el malentendido que parece insuperable
duele ver que aquello que se juzgó bello y peculiar sea empuñado para herir.
Pero no hiere, da pena la bajeza del alma humana.
Ya lo dijo Bukowski:
«Y los que mejor odian son aquellos
que predican amor. Aquellos que predican amor
No tienen amor.
Cuidado con
El hombre corriente
Con la mujer corriente
Cuidado con su amor.
Su amor es corriente, busca
lo corriente.
Pero es un genio al odiar
es lo suficientemente genial
al odiar como para matarte, como para matar
a cualquiera.»

Para salir del pozo del sufrimiento revierten la rabia contra los de afuera
Acusaciones… tú me has hecho, tú eres, tú, tú y tú.
Y entonces, defensa… «pues tú…» «y tú» y entonces «tú»
Y el nivel de desagracia va subiendo.
La partida de tenis se vuelve sucia, asquerosa, barriobajera, soez.
Insoportable, mísera, bajamos a las cavernas, a la prehistoria.

Nos creímos grandes, seres de luz, iluminados, conscientes y mira…
Mira qué nivel lamentable y rastrero.
Hay personas que te llevan hasta la toxicidad absoluta, no sé cómo.
Supongo que nosotros mismos llevamos a la toxicidad a otros, de alguna manera, como el agua y el aceite que no emulsionarán jamás.

Mejor callar, aunque sea injusto, lo tuyo y lo mío.

Somos basura reactiva, el ser humano corriente, vulgar, tan vulgar como cualquier otro.