«Construyamos relaciones sanas, relaciones que con el tiempo perduren en la memoria por lo bellas, no por el dolor. Jamás hablaré de alguien que no esté presente y si lo hago me referiré a sus cualidades. Las palabras resuenan en la memoria y crean impresiones imborrables, tanto si son positivas como si han herido el alma. Elige las palabras adecuadas.»
-Brahma Kumaris-
Lo vi sin mirar, lo supe allí, lo adiviné y me arrojé sobre él como quien expulsa los malos espíritus. Con los sentidos abigarrados, me colgué de su cuello y lo rodeé con mis brazos atrayendo sólo esa parte de su anatomía hacia mí. Mi abrazo se convirtió en pena capital. El garrote lo iba a desnucar, pero cejé en cuanto me advirtió de su muerte inminente. Entre mis intenciones más impuras se encontraba la de partirlo a besos, nada más.
Su pelo olía a golosina de fresa. Me sacaba algunos centímetros por encima y por los lados así que, cuando me envolvió con su cuerpo, me sentí protegida y tranquila, como quién vuelve a casa por navidad. Hizo el ademán de separarse de mí y le rogué que no se apartara, que me dejara un rato más (con)fundida con él.
-¡No me sueltes, por favor!
Entonces, como si supiera lo que necesitaba, me estrujó con mayor ahínco. Le besé toda la cara y allí fue cuando pude comprobar la profundidad de su mirada y cómo su presencia me sentaba. Mis temores se estrellaron rompiédose en mil pedazos aseverando que ninguna de mis conjeturas fue real. Comprendí sin mediar palabra. Era la suya una mirada acogedora, bondadosa y repleta de destellos inteligentes. Sus enormes ojos marrones me divisaban con cierta incredulidad y socarronería, como si mi persona le produjera ternura, risa y deseo. El mundo había desaparecido y sólo estaban aquellos ventanales descomunales, abiertos de par en par, experimentando toda una galaxia de emociones.
No lo sentí ajeno, sino como una parte natural de mí. Las mariposas no batieron sus alas extenuadas del invierno que acababan de pasar. La fase del cuelgue expiró tiempo atrás y él era él siendo yo, alguien a quién llevaba bajo la piel. Todo él me había pertenecido antes, no sé cuándo, quizás en otra vida. Era exactamente cómo lo había recreado un millón de veces, nada me fue extraño, todo lo sabía ya.
Mis manos se entrelazaron con las suyas como buscando su lugar de origen, como si aquello fuera su sitio natural. Cupieron las unas en las otras a la perfección. Hice oídos sordos a la retahíla de tonterías que su nerviosismo disparaba y me centré en mis sensaciones: tranquilidad y familiaridad.
Tenía la piel suave como pocas. Acariciable hasta el vicio, me dejé llevar por la inmoralidad del tacto. Nos fundimos en un abrazo más grande que el anterior, le besé nuevamente toda la cara hasta encontrar sus labios. Sentí pulsar la ternura desde las tripas y me recorrió las venas de principio a fin. A veces puedo sentir lo que él siente, especialmente después de haberme zambullido en él. Sé que nuestro beso marcó un antes y un después.
Fuimos, al menos una sola vez, tal como dijimos. Paseamos, transitamos las avenidas sin paradero. El horizonte se dibujó en forma de libro y nos perdimos entre páginas y letras con la mirada puesta en los transeúntes. El momento fue fugaz e inmortal.
Salimos y juntamos nuestras respiraciones borrando los límites entre él y yo. Nos reímos de nosotros, del mundo, de la existencia. Vagabundeamos sin ton ni son metiéndonos mano hasta los lindes del decoro, hasta la vergüenza desvergonzada, hasta bien entrada la tarde. Su persona seguía llamándome salvajemente, sin piedad y sin perdón.
Rompió a llover y nos besamos bajo la lluvia, bajo el paraguas, en medio de la calle, por los rincones y de puntillas. Nos vieron hasta los ciegos que vendían cupones y podría haberme quedado de esos besos prendada, sorprendida y suspendida para siempre.
Las yemas de mis dedos pasearon por su torso, peregrinaron por su espalda y se enamoraron de la finura de su piel.
Quería convertirme en polvo de hada y salir despedida, lejos muy lejos hacia el país de Nunca Jamás llamado Siempre Siempre, en el centro de una pompa de jabón expedida desde la azotea de un edificio sin techo donde un guerrero y su esposa (se) posaron para la eternidad.
La mañana corrió apresurada como si llegara tarde a una cita y me faltó ese tiempo que no existe y que, sin embargo, marca las horas. Se tuvo que marchar porque la realidad queda cuando la fantasía se va. Las cuatro caras de la misma moneda, las tres aristas que vieron nacer a dos artistas cuya obra fue solo una. Su perfume de fresa se aferró a mi piel para el resto del día y una huella de belleza se imprimió en mi rostro.
No sé qué es lo que me genera, pero hace brillar mis deseos de ser mejor para el mundo.
Así es él, así soy yo, así somos juntos.
«Si hubiera llovido para arriba, habríamos hecho lo mismo sólo que al revés».
Sona clarament a donar-li la volta a l’entropia de l’univers. Has vist la pel·lícula Tenet?
Va d’això, justament. Entretinguda pero força complexa. Un absolut trencacocos.
😂😂
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Em sona la peli Tenet però pels títols sóc un DE_SAS_TRE. A veure si trobo un lloc aquest finde per veure-la i ja et diré! Merci!!!!!
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És llarga (2 hs 30 min)😀 i està bé, però és una mica (bastant) liada 😀, però interessant. Me la vaig descarregar i veure amb subtítols en anglès… un SU-PLI-CI, parant i rebobinant per entendre la trama (no t’asustis), i ara veig que està a Amazon Prime, estarà doblada, és clar. Una peli de la qual es parlava i em va picar la curiositat.
Ánimo y al toro!
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Doblat NO VEIG RES! Ni els anuncis. Fatal el cinema i les series doblades. En serio que no les veig. O es VO o res!
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Ja ja ja!!! Collons!!! A mi subtítols en anglès no m’importa gens, encara que a vegades la dificultat es nota o he de parar i buscar coses… depèn…
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Esos besos bajo la lluvia que sienten y asienten lo resumen todo; ser mejor para el mundo, sea el que sea.
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También se sienten y se resienten de ese mundo que podría existir tan fácilmente. Llueve para arriba, el pelo huele a fresa lo que rebosa es puro amor del universal y nada importa más que la esencia.
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