Desmintiendo la Ley de Murphy: Si algo puede salir mal, saldrá peor, siempre y cuando haya predisposición o apofenia, léase paranoia encubierta.

«Apofenia: reconocer o percibir patrones y conexiones entre hechos alejados que nada tienen que ver y ser capaces de encontrar una relación entre ellos. ¡Hola paranoia!«

-Señorita, ¿Tiene dónde y con qué apuntar?

-Eeeeee…. un momento (1…2…3…)

Se apodera de mí un estrés, sudor frío, ansiedad. No tengo bolígrafo. No puedo pensar más allá de aquello que me obsesiona. Un boli, un boli, un puto boli… Mierda, hay que joderse. Sigo buscando pero aviso a la voz que se encuentra al otro lado del teléfono:

-Un segundito por favor, ahora mismo encuentro algo con qué escribir.

¡Ah! Por fin doy con LA bolsa de los bolígrafos. Compruebo que ahí hay de todo: pilas, relojes de pulsera que en su día marcaron las desgracias y una cantidad de bolígrafos de todas las leches. Mi sentido arácnido me susurra a gritos «mala señal, las aglomeraciones de lo que sea son mala señal».

Cojo uno… falta un papel dónde garabatear. Ahora falta un puto papel, pues claro que sí, ¡Festival del suma y sigue! Veo la caja de cerveza vacía ¡Salvada por el cartón! Obviamente, la tinta no corre porque si no sería todo demasiado fácil. El espesor del cartón no permite el deslizamiento de la pelotita que se encuentra en la punta del boli.

¡PFFFFFFF! Me desespero y la mecha de mi paciencia, ya de por sí corta, empieza a tocar a su fin. Recuerdo un sobre de propaganda electoral que dejé sobre la mesa el día o la semana anterior, tanto da el cuándo… Para eso sirven después de todo. Aprovecho para indignarme por el sinsentido generalizado y hago partícipe a mi interlocutor:

-Espere que ahora mismo encuentro una superficie donde apuntar, ah mire, un sobre de propaganda electoral. De verdad, qué poca vergüenza… ellos envían papeles, pero tú no pases de los 60 km/h porque contaminas, lávate el culo con agua no uses papel, no pongas lavadoras hasta la 4 de la madrugada, haz teletrabajo pero ven a la oficina para que te podamos controlar porque no nos fiamos de ti, ellos no se fian de nosotros, nosotros no nos fiamos de nosotros, nadie se fia de nadie. ¡Andad todos a la mierda un rato! Vaya gilipollez de mundo en el que estamos.

Silencio sepulcral al otro lado… creo que están grabando la conversación por aquello de la privacidad de nuestros datos que luego se encargaran de vender al mejor postor y de repente recibiré llamadas spam de algún gabinete de crisis, asistencia psicológica o incluso de apps para ligar. Es así.

Pruebo el primer bolígrafo y nada… segundo, niente… tercero, nichts… cuarto, rien de rien… quinto… por el … de la hinco. ¡Basta!

– Un segundito por favor que cuando uno necesita algo todo se vuelve una odisea. De verdad, qué hartura de todo.

Mientras tanto, suena el teléfono fijo de casa. ¿Quién tiene todavía un teléfono fijo en casa? Es más, ¿Quién llama todavía a fijos? En serio…¿Y tiene que sonar ahora? No me lo puedo creer. El universo me está mandando alguna señal, pero no sé para qué.

Un ruido seco me avisa de que alguien llama al timbre. ¡No me jodas Rafa! Le doy al botón para abrir el portón metálico, pero ¿A qué no sabéis qué pasa? ¡Claro! No, la puerta no se abre porque la tormenta de anoche cortocircuitó el sistema eléctrico ¡Fenomenal!. Pregunté al teléfono:

-¿Sigue usted ahí?

-Sí, sí, haga haga, no se preocupe que yo espero.

Me asomo a la entrada y pego un grito que habría resucitado a un muerto:

-¿Quién va?

-El cartero. Vengo a entregar una carta certificada.

¡Joder! Una multa seguro. Salgo de mi casa con un descentramiento importante. Me dirijo a la puerta para firmar la recepción de la carta.

-Échame una firmita ahí mismo…

¡Un boli! ¡Un boli!

– Hostia, un boli que funciona! ¿Me lo presta, verdad?

El cartero asiente y sobre mi mano apunto las coordenadas que la voz del teléfono me dicta.

-Gracias que tenga usted un fructífero día.

Asimismo, despedo al mensajero. Todo parece volver a fluir, pero antes de llegar a la entrada de mi casa, se levanta un vendaval que la cierra en mis mismisimas narices. Me encuentro en la calle con cara de pescado frito. Naturalmente, no había cogido las llaves… Ese iba a ser un gran día.

8 comentarios en “Desmintiendo la Ley de Murphy: Si algo puede salir mal, saldrá peor, siempre y cuando haya predisposición o apofenia, léase paranoia encubierta.

  1. Avatar de अनत्ता 光 心
    अनत्ता 光 心 dice:

    El relato es jodidamente divertido y tremendamente realista. Se podría subtitular, salvando un poco las distancias «Un día de furia», como aquella vieja peli con Michael Douglas. O «Un jodido día de mierda», obviamente.
    Más o menos nos habrá pasado a todos (a mí también), el no encontrar, en el momento que más lo necesitas, un p_ _ _ boli, o cualquier otra cosa. Me ha pasado, no tan a lo bestia como a la protagonista. Y el tener ochenta mil bolis metidos en el típico vaso de plástico, en el escritorio, y necesitar uno pero YA. Pero claro, como esos bolis llevan ahí desde el año de la catapún, están más secos que el c_ _ _ de la Bernarda. Incluso rotuladores… secos, inservibles. Així que t’entenc. U otras situaciones tipo «ley de Murphy» o «putas casualidades». Ayer mismo. Firmo renovación de dos contratos (luz y gas) por teléfono. «Vale, le mando un primer SMS, pinche en el enlace». Y el p_ _ _ móvil bloqueado me pide la contraseña maestra. Joder, momento «no me jodas Rafa, ahora no». Pero se solventó sin más. ¿Y si mi cabecita se hubiera quedado en blanco?
    Pero vamos al lío, a hacer los deberes (confío que con buena nota) a nivel psicológico, mental y psicoterapéutico. El título es muy acertado: «Si algo puede salir mal, saldrá peor», (A) con la imprescindible matización que le sigue. Sí, suponer tal cosa es caer ya en la paranoia. Es una presunción puramente gratuita, a no ser que la ciencia demuestre tales situaciones de forma fehaciente. También podríamos suponer que «si algo sale mal, tranquilo/a, porque el resto del día transcurrirá sin incidentes remarcables», o millones de variaciones más.
    Y podemos precisar en la situación (B): encontramos por fin la bolsa con los bolis, y en ese momento nos asalta el pensamiento «qué te juegas a que no escribe ninguno». Ahhh… aquí tenemos a la madre del cordero. Si he hecho bien los deberes, tanto la situación (A) como especialmente la (B) responden claramente a un hipotético eneatipo 6 en la peor de sus versiones: neurosis desatada a lo Woody Allen, en la cual uno (esto lo dicen fuentes consultadas) «se imagina los peores escenarios posibles». Con todos estos postulados, aclaro, no me identifico, al menos conscientemente. Bueno, a veces sí que puedes adoptar estas actitudes o cocinar estos negros augurios, pero no como norma habitual. No voy constantemente imaginándome los peores escenarios posibles, por Dios y la Virgen.
    En el relato que nos ocupa, la protagonista no parece formular tal presagio funesto, o al menos la escritora no nos lo comunica. Simplemente es una desafortunada concatenación de sucesos, que a veces pasa y que no podemos prever. Y metidos en la situación tampoco solemos pensar «qué te juegas que ahora llaman a la puerta y encima la cerradura electrónica no funciona». Porque de ser el caso, ya no es Woody Allen al 100%, sino al 500%.
    Así que si a un mal día de mierda, o de furia, encima le vamos añadiendo juicios y temores pesimistas, aprensivos o paranoicos, no haremos otra cosa que agravar las cosas, porque estaremos añadiendo sufrimiento psicológico, cabreo, mecagoentodismo, etc. Por cierto, aunque la protagonista no formule verbal ni conscientemente lo de que los bolis no funcionarán o la puerta no se abrirá, sí que pueden existir esos temores ahí agazapados. Es un Woody Allen quizá más light, miedoso pero un pelín menos agobiante.
    Todo esto no hace más que ilustrar, para mí, que la realidad, el mundo y los acontecimientos se desenvuelven por sí mismos, y somos los humanos los que le vamos añadiendo acotaciones mentales, juicios de valor, emociones, etcétera, como si estuviéramos enganchando pósits mentales en una pizarra invisible. Y en la realidad, lo que es, no hay pósit alguno, o si queremos ser más precisos, solo se encuentran dentro de la cabeza. Por eso no deberíamos calificar los acontecimientos, sean los que sean, de buenos o malos, justos o injustos, desgracias o fortunas. Quizá pueda parecer que esto no guarda relación, pero sí que la tiene. De calificar la mayoría de cosas o eventos como negativas, estamos cayendo en una paranoia victimista que puede ser absolutamente tóxica, agotadora, letal.
    Es cierto que bastante tiene la protagonista con lo que le pasa, pero caer en el juicio es facilísimo. En el juicio de valor, que como siempre, es conceptualidad. Decir que lo de los bolis y el quedarse encerrada fuera son una desgracia, o una putada tras otra, o un día mierdoso, ya es emitir juicios. Claro, me podrán decir: pero, ¿estás de coña, tío, cómo no va a ser un contratiempo tras otro lo de los bolis?
    Pues ya estamos poniendo pósits mentales. Un buen Buda (borra, borra), una persona verdaderamente ecuánime y serena no emitirá juicios, no se alegrará, entristecerá, cabreará o alterará. ¿Y si te has quedado fuera de casa y en ese momento cae sobre ella un misil perdido de alguna guerra cercana? ¿Y si al quedarte fuera ves algo inesperado que cambia tu vida radicalmente? ¿O ese retraso en el trámite telefónico, o que el pobre operario te cuelgue, por estar hasta las p_ _ _ _ _ _ de esperar , supone algo realmente beneficioso para ti, aunque en ese momento no puedas saberlo?
    Recomiendo un buen cuento al respecto de esto, el del anciano chino y los caballos salvajes (está en mi blog, gracias).
    En conclusión, la persona sana trabajará desde el peor de los supuestos, el Woody Allen paranoico, hasta el de la persona muy sana y ecuánime, que no se alterará. Muchos podrán decir que esto es pura teoría, una utopía que suena muy bonita, y nada más. Discrepo. Todo en esta vida depende en gran medida de cómo te tomes las cosas. «Atraerás» o «repelerás» por unas misteriosas leyes de atracción. Otros le llamarán karma, otros afinidades y otros niveles de vibración.
    Una abraçada.
    Ah, te dejo dos cositas más de propina.
    1. Podríamos decir que, sencillamente LA REALIDAD ES TOZUDA, Y YA ESTÁ, SIN MÁS.
    2. La genial frase de Carl Sagan. “El Universo no parece ni benigno ni hostil, simplemente indiferente a las preocupaciones de seres tan insignificantes como nosotros».

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Tu comentario es un relato dentro del relato, una «mise en abime». La foto dentro de la foto dentro de la foto dentro de la foto… bla bla bla.
      Nunca me pasó nada de cuanto hay escrito. JA JA JA! Soy una 6 y para honrar mi estructura egoica siempre tengo un bolígrafo a mano que sé que funciona, desconecto el teléfono fijo porque me parece innecesario. Por lo general nunca contesto a las llamadas cuyo número desconozco, por supuesto el interfono está desconectado a propósito, si alguien tiene algo que decir urgente ya sabe dónde encontrarme. El mail existirá siempre y nunca nada es realmente TAN importante, ni vale tanto la pena como para importunar a nadie. Cuando entablamos contacto es más para decir «aquí estoy» así que no me interesa.
      Las multas dejan rastro y es imposible librarse de ellas así que el cartero deja una notificación que tienes que ir a buscar a la oficina de correos CUANDO A TI TE VAYA BIEN.
      Me gusta la cita de Carl Sagan «EL universo no parece ni benigno ni hostil, simplemente indiferente a las preocupaciones de seres tan insignificantes como nosotros».
      Por momentos estoy en ese mood, hasta que arremete la neurosis y también mola verse en pleno apogeo preocupados por gilipolleces que luego te paras a pensar y te mueres de la risa. «pillarse» (que es una palabra que detesto) in fraganti es de lo más divertido y hacerlo horas, días, semanas incluso meses más tarde y rememorar aquella «ida de olla» (en demasiadas ocasiones muy bochornosa pero necesaria) es también parte del proceso para dejar de ser y pasar a no ser. No sé… jajajaja
      Gracias por regar cada día mis escritos incluso los del pleistoceno o pelis tocino.
      Una abraçada my friend!

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      1. Avatar de अनत्ता 光 心
        अनत्ता 光 心 dice:

        No coneixia el terme «mise en abyme», malgrat haver-ho vist. El que més m’ha sorprès de la teva resposta, amb diferència, és això: «para honrar mi estructura egoica siempre tengo un bolígrafo a mano que sé que funciona». Ostres, déu n’hi do. No sé si es tracta d’un 6 o d’un 33, però deixa clar que ets una persona previsora i metòdica, almenys en aquest punt. Molt ben fet. Et diré per tot el que expliques que et comportes de forma extraordinàriament semblant a com ho faig jo. No em deixo arrossegar per suposades urgències i tantes xuminades pròpies d’aquesta societat neuròtica que ens envolta. Tampoc contesto telèfons desconeguts, ni obro missatges o mails estranys, a part del tema fraus, etc. En aquest sentit m’aïllo força, t’ho vaig dir la primera vegada que et vaig contactar. Si no són coses urgents… passant. Un ha de «treballar-se» la pau i evidentment buscar un entorn tranquil en molts sentits.
        Ja ja ja, et contesto amb més rialles… així que no has viscut aquesta situació. Fixa’t que he mantingut certa distància i precaució i he dit «la protagonista» i «la escritora», perquè havia dubtes raonables de que no fos verídic. Llavors és també força curiós, has fet un exercici d’imaginació, creatiu i potser desenvolupant aquestes potencials paranoies de l’eneatip 6, pintant un escenari on es succeeixen diversos contratemps un rere l’altre («calamitats»… però ull, això ja és pensament, judici de valor). És un bon exercici terapèutic, suposo, imaginar «el pitjor» dels escenaris (o un força xungo) per exorcitzar justament paranoies i pors. Em recorda les instruccions de cert mestre budista, fa uns mesos, on per treballar l’ecuanimitat i el no reaccionar davant per exemple coses que et cabrejen o molesten, demanava imaginar situacions encara més intenses i observar com responies, per treballar poc a poc aquesta calma. Crec que de manera col·loquial li diriem «entrenamiento marines».
        I tens molta raó, està molt bé i s’aprèn observant-se a un mateix en retrospectiva, en situacions on hem actuat sota pressió, o estresats, o cabrejats, o cagant-se en tot, o moguts per qualsevol resposta on han predominat la urgència, els impulsos, etc. Molt sà riure’s d’un mateix. Quantes situacions viscudes així…
        Ah… observant-se en retrospectiva… I EN DIRECTE.
        Las idas de olla.
        Una abraçada.

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      El cartero y la carta dura, un caradura que jamás la entregó. Ya, es porque el timbre estaba averiado. Haberla deslizado en el buzón, eso mismo pienso yo. Joder, tus comentarios no tienen sentido y me obligas a decir gilipolleces.

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