Dios ha muerto: La Diosa ha nacido. LiteraDura por ellas, en Telegram.

Me levanté y el aire corría más ligero aunque una imperceptible pesadumbre levitaba a escasos centímetros del suelo. Un soplo frío me mantenía anclada a tierra mientras que la cabeza bullía y de ella salían borboteantes enigmas respecto a la extraña burbuja en la que se hallaba mi cuerpo.

No supe qué era hasta que el rumor del revuelo exterior sobresalió por encima de mis cavilaciones. Las mañanas solían transcurrir entre la quietud y el vacío emocional, desoyendo maravillosamente los reclamos del organismo. ¡Bendita tranquilidad la de la desconexión! Esa desunión tan problemática era un resquicio de calma que cerraba la puerta al ímpetu y a la vehemencia recubriendo con una pátina de «melasudismo» todo lo circundante. Circuncisión matutina del ego con dos huevos fritos y un café.

Era viernes y aquella brisa diferente se enmarañaba en el ambiente, ni circuncisión, ni huevos ni hostias y, el café, solo y amargo. Me acerqué a la ventana y un tumulto de gente postrada en el parque de los perros reivindicaba al unísono y con enfurecimiento algo que no supe distinguir. Aprecié, por encima de todo, a un variopinto grupo de mujeres. Había muchas, de todas las edades, etnias y colores. Algunas se tiraban de los pelos, otras, arrodilladas cubriéndose el semblante con las manos, espetaban improperios lo suficientemente pesantes para que estos dedos se vean incapaces de reportarlos. Un cadalso que no había llamado mi atención el día anterior yacía en medio de la plaza. Una figura sobre él, recta con la frente bien alta y el pecho henchido de orgullo, exigía atención.

A la sazón del acontecimiento, quedé estupefacta del carisma de algunos humanos en movilizar semejante cantidad de semejantes. Nuestro pequeño grupo de lectura contaba con tres, cuatro si me apuro, maravillosas mentes: «LiteraDura por ellas» habíase nombrado, susceptible de cambios si así lo requiriera en un futuro, pues debo reconocer que el bautizo se realizó a altas horas de la madrugada mientras la maña se fugaba con la ocurrencia tras el hurto de la creatividad. Las tres gracias dejaron tras de sí un título desgraciado.

La furia se calmó y la figura clamó «¡¡¡DIOS HA MUERTO!!!». De la masa surgió un rugido atronador. Afirmar que fue queja o júbilo sería mentir, pues como sucede con la pena y la alegría, donde empieza una termina la otra y jamás supe distinguir los límites entre ambas. Asimismo sucedió entonces. Prosiguió la fémina desde lo alto del tablado:

«¡Mujeres, levantaos y andad solas! Con Dios, vuestros reyes, maridos, padres, hermanos también han muerto. El ocaso de los ídolos, su crepúsculo y su muerte nos han dejado por fin espacio para crecer. Con el corazón en la mano y las manos en las letras, sirvámonos las unas a las otras sin servilismos. Ha llegado el momento de renacer, ha llegado el momento de crecer. Ha llegado el momento del respeto y la solidaridad entre nosotras, hermanas. Ha llegado el momento en que nos tendamos la mano y que la envidia y los celos queden atrás. Ha llegado el tiempo de las brujas y la creación de un nuevo mundo. Que de las cenizas del ayer, renazca una nueva aurora. Es momento de enaltecer los valores humanos, el compañerismo dentro de la competencia por ser mejores respecto a nosotras mismas. Admiremos a nuestras semejantes desde la diferencia, desde la pericia ajena para enfilarnos al siguiente nivel. Ha llegado el momento de poner fin al reinado de los sátiros. Que sus arqueros tiren flechas al vacío, que sus hienas mueran llenas de la nada. Que no se alimenten más de nuestras necesidades ni de nuestras necedades, que nuestra carencia quede entre nosotras. Terminemos con la demanda de atención y terminaremos con la oferta de migajas. ¡Dios ha muerto y la diosa de cada una de nosotras ha nacido! Libertad hermanas, LIBERTAD. No rechacéis vuestra vulnerabilidad, haceos cargo de ella y si fuera necesario compartidla pero ponedla en manos de aquellos cuyas intenciones sean transparentes. Llamaos las unas a las otras, pedid ayuda, socorro si fuera de menester, no temáis, no os apoquéis, no os hagáis a un lado, ni de menos pues de memos nos hemos hecho y ya nos echaron del Edén. Dios ha muerto y la diosa ha nacido.»

Con este estentóreo discurso se estrenó nuestro pequeño grupo de lectura/literatura en el que primarán las letras o cualquier cosa sobre la que se tercie departir así sean cuestiones filosóficas, antropológicas con lógica y sin ella.
Bienvenidos todos los tengáis apéndice, báculo, hueco o recoveco.

2 comentarios en “Dios ha muerto: La Diosa ha nacido. LiteraDura por ellas, en Telegram.

  1. Avatar de Esther
    Esther dice:

    ¡Y que me place! nuestro pequeño grupo de lectura y el nombre con el que lo has bautizado y este apasionado manifiesto de libertad con lo que lo /nos celebras. ¡Muchísimas gracias! ¡Larga vida a tu fuego y ese salero tan grande que tienes! ¡Larga vida a la redonda diosa de tres cabezas (o más) que nos habita! El próximo encuentro lo regamos además con vino o con lo que cada una quiera, la cuestión es festejar el nacimiento de la criatura. Y ojalá que el grupo crezca, ¡claro! pero si no, ¡y qué! nos lo vamos a pasar igualmente ¡bomba! porque hay mucha pasión y alegría, mucho amor por las letras y por la vida para compartir. Un abrazo enorme Algodoncito, que tengas un hermoso y fructífero fin de semana.

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      ¡Y olé! De momento, vamos bien. Y sí, compartir y departir… eso también es vivir. Me alegra muchísimo formar parte de este nuevo proyecto que nos traerá, seguro, momentos excepcionales de puestas en común, además de una razón para meter las narices en la vida de los clásicos de la literatura. Esperemos que se despierten curiosidades ajenas aunque ya sabes, no es el objetivo. El objetivo somos nosotras y también la razón principal. Un abrazo enorme a ti, a vosotras.

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