Sacarle pelos a una calavera: Renacer, la luna, los muertos, morimos. Me parió una salvaje entre lágrimas, aullidos y mocos.

A las calaveras les crecen de nuevo los pelos. Ya no deseo sacárselos. Morí el sábado y me parió una salvaje entre lágrimas, mocos, gritos y aullidos a la luna. Fui semilla de mí misma, me rompí, me caí delante de mi público, no podría haberlo hecho de otra manera, tenía que ocurrir así. Me quebré, me desnudé sin pudor, sin vergüenza exponiendo esta humanidad tan vulnerable. Se rompieron los cimientos mal asentados en arenas movedizas, lidié con los toros que me embestían y ante los cuales no cejaba por mis huevos. No hubo más cojones que dejarse embestir, dejarse morir, dejarse romper, quemarse en la hoguera por tanto tiempo evitada con excusas de medio pelo. Al palo, al mástil, al galope.

Naufragué respondiendo a la temida pregunta… ¿Y qué pasa si te dejas caer? Me precipité sin histrionismo alguno. No soy dada al teatro, pero tuve mi público. Me recogieron numerosos brazos, me acunaron diferentes corazones sin juzgar si aquella escena estaba o no justificada. Estaba y con eso era suficiente. Mi dolor era real. De los ojos no brollaban lágrimas de cocodrilo, sino torrenciales lluvias que arramblaban con todo. Sin poder detener la hemorragia, sin sentir especialmente pena, lloré lo que en estos años no me había permitido. No me importó ni el quién, ni el dónde ni el cuándo. Exploté y conmigo salieron disparados todos esos fragmentos que no acababan de pegar. Se desprendió todo aquello que no servía más. Vomité y defequé despojándome de aquel ser que pensaba ser y que no era.

Me dio a luz una estrella, una salvaje de alguna tribu del amazonas, una chamana, una mujer con alma de bestia. De su vientre renací, entre sus piernas yací cual feto indefenso y entre los brazos extraños de mi nueva madre me dejé caer. ¿Y qué pasa si te dejas caer? La luna se apagó por un momento y danzamos a la luz de la oscuridad sacudiéndonos de todo aquello que tanto daño nos hizo. Un baile epiléptico nos mantuvo retorciéndonos alrededor de la hoguera y me lancé al fuego yo misma. Seguían sus frenéticos movimientos alrededor de la fogata mis compañeras de viaje. Ardimos algunas, otras arderán con el tiempo, pero la combustión es de obligado cumplimiento para el renacer.

Me levanté como mujer. Observé mi nuevo cuerpo. Lo contemplé con adoración. Acaricié las nuevas redondeces dándoles la bienvenida. Belleza, hermosura del ser. No había nada en mí que quisiera cambiar. Todo estaba en su perfecto lugar. De mi bajo vientre nació una fuerza estremecedora y tuve la certeza de que por vez primera me había convertido en mujer. Una seguridad corría por mis venas nunca antes experimentada. Estaba sola y me sentí acompañada por mí misma, en armonía, con la fuerza de las entrañas pulsando desde la entereza, desde la protección y la fiabilidad de mis tripas. Segura de que nada ni nadie nunca más me podrá arrebatar esta parte de mí. Infalible voz interior que siempre estuvo desoída, tan certera que no sé cómo la acallé.

Esta noche, la de los muertos, volveremos a danzar desnudas a la luz de la luna y las estrellas nos abrirán sus puertas contándonos sus secretos al oído.

4 comentarios en “Sacarle pelos a una calavera: Renacer, la luna, los muertos, morimos. Me parió una salvaje entre lágrimas, aullidos y mocos.

    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      A vuestro lado, gracias a vosotras y a todas aquellas hermanas que se reconocen y con las que nos juntamos. La unión hace la fuerza. Manifiesto feminista que no feminazi. Abrazo enorme Estrella del alma mía.

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