Mi tribu de la luz: Un clan de humanos dispuestos a dejarse reventar el ego. Portales de la vida, renacimiento y alquimia de la belleza.

No cuenta un cuento ni reza una leyenda… Es una historia basada en hechos reales, una maravillosa y sorprendente historia de superación de la separación. Es la historia de mi tribu, que no es mía sino del Todo, me la hice mía porque soy profundamente humana y mi diminuta mente tridimensional necesita sentir que pertenece.

Correspondo a un clan de mujeres salvajes que no le tienen miedo a nada, ni siquiera a ellas mismas. Son mujeres dispuestas a dejarse reventar las creencias, el ego, la falsa identidad. Son mujeres fuertes y valientes. Quedo embelesada por su hermosura, cada una de ellas es una flor de una dolorosa beldad que, al abrirse, libera una luz divina, pura y ligera. Sus emanaciones son celestiales y cuando la crisálida se libera de su vaina, aparece Dios, la virgen se desnuda y los ángeles tocan una melodía inaudita. Tambores resuenan y le bailamos a la Pachamama desde el chakra que nos mantiene arraigadas a la tierra. «Yo soy». Danzamos cual salvajes, nuestros pies están hundiendo el suelo que nos mantiene vivas. De nuestro vientre aparece la feminidad, explota esa fuerza que nos envuelve y nos une. Somos mujeres de la tierra: «¡¡¡¡Hermanas!!!! Alzad vuestros brazos y dejad que la divinidad os recorra el cuerpo. De ese chakra nace la sensualidad, lo terrenal, la loba sedienta. Sois mujeres sabias, fuertes, valientes ¡Escuchad la llamada que vibra y retumba! No neguéis el latido de vuestro útero, divino portal de la vida. ¡Se acabó la represión, somos mujeres, joder, somos mujeres!»

Este llamado intensifica el repique de nuestras piernas sobre la superficie terrestre. Somos tierra y fuego bailando y danzando a golpe de tambor.

Los tres hombres que nos acompañan también son parte de nosotras. ¿Qué sería del divino femenino sin el divino masculino? Estos hombres que nos ven, que nos miran, nos reconocen como sus hermanas y ante los cuales nos erigimos como mujeres que somos. ¡Es tan importante su testimonio! También los necesitamos para un equilibrio, para que veamos que las fuerzas de la creación nos dibujaron completos, que la complementariedad se halla en el corazón de cada uno de nosotros y que todos encerramos un mundo entero. Aprendemos a equilibrar nuestras polaridades, nos enfrentamos a nuestros demonios y lo hacemos con todo el amor del mundo porque nos queremos a nosotros mismos y, por extensión, a la raza humana.

Me maravilla de que pueda existir tanta belleza, una ultrabelleza, condensada en un instante. Dejemos que la luna llore y el sol se enfile hacia el cielo, que brillen las estrellas y que se postre ante nosotros, sin humillación alguna, el universo entero.

«Sí, lo hemos logrado de nuevo, hemos hallado la clave de tu mayor desafío, somos alquimistas de la belleza y hemos aprendido a transformar la sombra, la hiel y la mierda en luz, dulzura y hermosura»

¡Bailad hermanas, bailadle a la madre y volveos locas de vida!

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