La vida me sigue sorprendiendo a pesar de ser de las que no quiere entusiasmarse demasiado. Ya sabéis «curb your enthusiasm». No obstante, creo que lo llevo en el ADN, cualquier detalle es motivo de las mayores alegrías. En este caso, una magdalena me llevó del desayuno a una de las noches más hermosas de mi vida formando parte de esas memorias que se guardan como oro en paño y pasan a ser el baremo con el que evaluar cualquier trato que se nos depare a posteriori.
Fuimos a desayunar a una cueva en la que se suponía que se habían observado pinturas rupestres.
-¿Seguro que las viste?
-Sí, sí, estaban aquí.
Escudriñamos la cueva y, huelga decir que no con poca imaginación, hallamos esos cazadores grabados en la piedra caliza. ¡En fin! Quien quiere ver, termina viendo. Me reí un buen rato.
Compartimos unas magdalenas en una mesa de piedra dispuesta a la salida o entrada de la cueva. Las magdalenas, hechas por tío de mi acompañante, eran la mismísima obra del diablo y en cuanto rozaron mi paladar, supe que esas pastas dulces me llevarían directamente al infierno por pecadora y ante su tío el pastelero, mano derecha de Lucifer, no pediría perdón por haber pecado de glotonería hasta el reventón.
Después, subimos al castillo de las polifonías y desde lo alto vimos mi futura vivienda. Un palomar reformado con mucho gusto. Quería abandonar definitivamente la ciudad, o lo poco que de ella quedaba en mi lugar de residencia.
Vimos desfilar desde lo alto del despeñadero a unas aves carroñeras de dos metros de envergadura. ¡En verga dura, ya lo creo! Los buitres con patas no tardaron en hacer su aparición. Huímos de allí en cuanto se contaron más de cuatro homo sapiens. Nos echaron con sus contaminaciones varias, ruido vacío, humo tóxico, presencia sobrante.
Invité a mi amigo a comer algo parecido a un risoto que terminó siendo un engrudo, durísimo casi imposible de digerir. Hicimos magia, leímos las estrellas y las nubes, adivinamos el presente con visos a futuro, tomamos cerveza de mantequilla mientras el fuego crepitaba y nos calentaba los pies y los corazones. La chimenea siguió humeando hasta pasadas las diez de la noche.
-¡Quédate a dormir! Le dije
-Pero…
-Quédate a dormir, repetí.
Y se quedó. Fue una de las noches más bonitas que recordaré para toda la vida. Mientras que no pasaba nada, nos pasó un mundo. Una estrella fugaz de amor del bueno, del que sana, del que ama, del que da, del que aprende a recibir y a comunicar. Ese es el amor de los frágiles, el de los vulnerables, el de la pureza, el de los delicados y sensibles.
Él es así, de esas personas que te curan el alma con solo mirarte. Es atento, considerado, detallista en los quehaceres. Es tierno y suave como un niño. Creo que cuando me abrazó, ambos nos fundimos en uno solo y lo sentí como el acto de amor más poderoso que se pueda dar. Así es él y también puede ser todo lo contrario.
Seguro que no se acaba con el despertar tal y como te dije antes😋
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🙂
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Como de costumbre, tus canciones a parte de hermosas dan perfectamente en la diana. Gracias por intervenir sin casi intervenir.
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Naturaleza, dulces caseros, buena compañía, tendrás que repetir. Abrazos
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Ya te digo! Repito fijo pero sin expectativas, ahí está la clave! Besotes!
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Muchas veces pasa así, que cuando menos pasa es cuando más pasa 😉
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Aurora! No lo sé, aquí no ha pasado nada jajajajaja!
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Eres como yo, me río hasta cuando no pasa 😂😂 y eso te va a salvar siempre, créeme.
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Mira, me has hecho sonreír y acordarme de un muchacho que estudiaba conmigo en bachillerato. Me gustaba tanto, íbamos al cina, a comer helado y él me miraba, me tocaba una uña con la puntica del dedo, pero NADA. Pasaron los años y un día me lo encontré en la calle, yo, embarazada de mi hija, ya los dos adultos frisando los 30, yo casada, no sé él, y nos pusimos a conversar. Rememorando él me dijo que estaba tan bonita como antes y que me asentaba el embarazo. Yo le dije que a él también le había asentado la edad. Como soy bastante descarada le dije: «Nilo, yo tenía un metido contigo» y me dijo: «y yo contigo», y yo «y entonces, hijo, por qué nunca me dijiste nada?», «porque te tenía terror, Griselda!!!»😂😂😂😂😂
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JOOOOOODER!!!!!!!!!! Qué mal! Lo que puede hacer el miedo al rechazo… qué pena de historia. Imagínate cómo hubiera sido todo si Nilo hubiera tenido un poquito coraje… AY! Cuando a uno le gusta, no se asusta! Besazos Aurora!
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No te preocupes, que tampoco nos las pasábamos sentados sufiendo el uno por el otro. Aquella tarde en que nos encontramos revivimos aquella época y experimentamos mucha alegría y cariño el uno por el otro. Tal vez fue mejor así. Por entonces no me duraban mucho los novios porque yo tenía clara mis metas y prioridades y no dejaba que ninguna relación avanzara lo suficiente para entorpecerlas. Los hombres son muy invasivos y territoriales y me gustaba (gusta) mucho mi independencia, mi tiempo sola para leer y en cuanto empezaban a joder demasiado, los empujaba por el tragante. Y mi meta era la universidad y ni me pasaba por la mente enamorarme y complicarme la vida. Suspiraba por otras cosas, tal vez Nilo se libró del puntapie y a la larga conservamos ese sentimiento lindo e intocado. Besos back para ti, mi Candela
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