Cuevas de Zugarramurdi: Zugarramurdiko Leizea y las leyendas que en ellas se esconden. Brujas, akelarres, machos cabríos, Sabbath.

¿Cómo lo explico? ¿Cómo se explica aquello que no tiene explicación? Cuentos y leyendas que no provienen de la imaginación, sino de lo intangible. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿La energía o la materia? ¿Podemos realmente crear aquello que queremos? ¿Está todo predeterminado o bien tenemos un libre albedrío?

Después de que aquel remanso de paz se convirtiera en una tortura, no sé qué pensar. De hecho, todos los mensajes que me llegan últimamente son de «no pienses más, deja de querer saber, no sabes nada, nadie sabe nada».

Me dan igual el porqué del cómo, las conjeturas, las variables, las ecuaciones sin fin. Si hay vida, si no hay vida, si somos o si estamos o si ambas cosas o si sencillamente ni somos ni estamos. Si el tiempo es lineal, en acordeón, circular, semilunar, si el eclipse cae en piscis o en virgo, si su grado 25 no me la hinca o sí. No sé si existo porque pienso o pienso luego existo, si siento porque existo o existo porque siento. Me da absolutamente igual todo.

Una cosa es segura, en aquel momento y en aquel lugar ocurrió algo que no puedo más que relatar sin pretensión de que mi historia sea más creíble que la del señor de los anillos. En vistas de lo que me dispongo a transcribir, diré que la fantasía tiene poco de la misma y mucho de un factor X que no sé cómo debería ser calificado.

Llegamos a las cuevas de Zugarramurdi con mis dos ángeles guardianes. Faltaba el tercero que por imperativos cotidianos tuvo que quedarse en casa y atender menesteres igual de necesarios que los que nos ocupaban al resto de la tribu.

El reloj marcaba las diez de la mañana cuando traspasamos el umbral de aquel portal que nos transportó a otra dimensión. Inmediatamente enfilamos hacia el «puente del infierno», como no podía ser de otro modo. Al cruzar el puente descendimos al río y en una roca nos sentamos. El querubín de pelo rizado entonó una melodía junto al río mientras el otro ser de luz, la morenita, nos observaba desde lo alto del puente. Empecé a cantar con ella y, poco a poco, fue acercándose la morenita. Nuestros tres hermosos panderos calentaban aquella misma roca que posiblemente llevara una eternidad allí plantada y sobre la cual otros muchos culos, culotes y culines se habían sentado antes que los nuestros. Me empezó a doler la tripa como me suele pasar cuando entro en contacto con cierto tipo de energías. No sé de qué tipo son, solo sé que me duele la barriga.

Ricitos de oro me sugirió que metiera los pies en el agua para que con esta, me desprendiera de aquello que se me había pegado al cuerpo. Me arremangué el pantalón dejando al aire las piernas. Con ambos pies sumergidos en el agua helada, se me fue el dolor, pero llegó una energía salvaje que me devolvía prácticamente a las cavernas.

Entre tanto, nos habíamos fundido en el lienzo y convertido en una atracción turística más. La gente nos contemplaba como si fuéramos monos de feria. Nosotras, ajenas al vaivén turístico, nos sentíamos como en casa. Se había abierto un portal temporal entre nuestra realidad y la de ellos. Nos vimos catapultadas a… algún tiempo remoto aunque nuestros cuerpos siguieran allí, visibles para el resto.

Al cabo de un rato indeterminable, nos adentramos en la cueva mayor. Empecé a hacer sonar un eco y entoné una melodía que no supe de dónde me venía. Estaba llamando a algo sin ser consciente de ello. Vimos un horno, ellas me dijeron que allí se habían hecho sacrificios humanos y yo les dije que no, que aquello era un simple horno. Unas escaleras llevaban a una plataforma situada justo encima del horno. Subí y presa de una súbita e imperiosa necesidad de bailar, empecé a moverme con unos espasmos tribales.

Subimos a la cueva del Sabat y allí la energía se hizo más densa. Entonces el arrebato que sentí fue monstruoso. Conecté con algo más salvaje y sanguinario si cabe. Un perro andaba por la zona y ni siquiera me atreví a acercarme pues dentro de mí pugnaba el odio y las ganas de dar muerte al animal. Me descalcé inmediatamente. «Toca tierra, toca tierra, toca tierra ya», pero ya era demasiado tarde. Aquello estaba dentro de mí, lo había dejado demasiado tiempo campar a sus anchas y ya no me podía desprender de lo que fuera aquello.

Vi al querubín rubio sobre una roca, me esperaba allí con los brazos abiertos y caí entre sus piernas implorando que me curara. El ángel moreno me sostuvo las piernas mientras recitaba una oración que no recuerdo más que a trozos «ella elige la luz y tú la oscuridad, déjala, desaparece. Ella elige la luz y tú la oscuridad, vete de aquí, no te quiere» . Rompí a llorar, las lágrimas se suicidaban en fila india y no había manera de detener la hemorragia. De repente, todo cesó y la paz volvió a mí.

Yo no veo, ni oigo nada del otro mundo. Elijo no tener contacto visual ni auditivo. Mi cuerpo siente cosas, muchas de ellas no son mías, pero esto solo lo he descubierto recientemente.
Al parecer somos todos unas antenas que emiten y reciben vibraciones y frecuencias y si uno tiene una falla, por ahí se cuela información no deseada.
Posteriormente, me contaron que una de las brujas oscuras venía a por mí. Ellas la vieron, yo la sentí.

Cuatro horas que parecieron una eternidad se habían escurrido en el reloj desde que entramos en el otro mundo. Tras nuestra aventura, nos sentíamos hambrientas y agotadas así que decidimos honrar a nuestras ancestras con un chuletazo. La quinta dimensión está muy bien, pero la tercera con todos sus sabores y olores es igual de suculenta.

9 comentarios en “Cuevas de Zugarramurdi: Zugarramurdiko Leizea y las leyendas que en ellas se esconden. Brujas, akelarres, machos cabríos, Sabbath.

  1. Avatar de Patricia
    Patricia dice:

    Efectivamente somos antenas pero sería algo muy absorbente y desgastante si estuviéramos a todas las frecuencias a la vez…al final solo cogemos las más básicas para la vida diaria y en momentos puntuales nos sumergimos en lo profundo para sacar experiencias como esta.Me gusta mucho leerte y lo sabes.😘😘

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Gracias Patricia. De aquí para allí, experiencias que hacen crecer y que, poco a poco te van indicando el camino hacia la próxima estación. En realidad me lo estoy pasando de puta madre y lo escribo como para no olvidarme yo misma de que eso ocurrió y no fue un sueño.
      Un besote.

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  2. Avatar de JascNet
    JascNet dice:

    Hola, Montse.

    Viajando contigo, nadie se aburre. 😜😝

    Algo de esa energía pude notar cuando cerveceábamos junto a la Caleta. Pero no es de las que consumen, sino de las que generan empatía, alegría y calmosidad.

    Que tengan cuidao las brujas oscuras, que tú a las güenas eres un hada, pero a las malas… 🤯🧹

    Me encantó el relato y «viajar» contigo a esas Cuevas de Zugarramurdi, todo un mundo por descubrir.

    Abrazo grande.

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Artista! Cada uno es su propio mundo y decide cómo experimentarlo y con quién. Al parecer ya venimos con las reglas pactadas, o eso dicen los expertos. Yo estoy indagando y, de vez en cuando, ocurre la magia.
      Mis ancestras bailar en bolas? No lo descarto!

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