Me doy cuenta de que solo pienso en ciertas personas cuando mi vibración es de cierta manera. Si estoy triste, atraigo pensamientos de tristeza. Si estoy enfadada traigo a la mente situaciones de rabia, ira, impotencia.
Todavía me sintonizo con la carencia y aparece el decorado que me confirma que «no tengo», que no soy suficiente ni válida ni elegida. La narrativa que se deriva alimenta la ficción que crea al personaje. Ya solo ocurre de vez en cuando, en momentos puntuales. «Como es adentro, es afuera», ¿qué está pasando adentro para que se materialice de este modo?
A veces quedan resquicios del pasado, manchas, piedrecitas que entorpecen y aparecen cuando no me puedo centrar en mí. Un día de poco descanso por estos calores es suficiente como para detonar la baja vibra que atrae la carencia.
Lo suyo es «darse cuenta» a tiempo y no seguir nutriendo el relato que me cuento a mí misma. ¿Cómo? Cuando uno se conoce lo suficiente ya siente que hay «algo» que falla. Entonces paro de hacer lo que sea que esté haciendo. Me siento en zazen, cierro los ojos y respiro. Escaneo mentalmente mi cuerpo llevando la conciencia a cada parte de tensión. Tomo distancia mental, intento anular la voz que provoca el ruido de fondo. Respiro e intento reemplazar la cháchara por un «om» o cualquier sonido estable que impida el pensamiento.
Vuelvo al cuerpo y a la respiración. Intenciono el soltar con cada exhalación. Inhalo paz, retengo el aire, suelto tensión y aguanto otros cuatro segundos. Confío en el proceso. Confío en mí. Confío. Repito el proceso aportando una mayor presencia en mí. Inhalo luz. Retengo. Visualizo la luz expandiéndose por mi cuerpo y más allá de él. Suelto el control en un impasse de cuatro segundos. de nuevo mantengo el vacío otros cuatro segundos. Repito tantas veces como sea necesario.
Siento el latido del corazón. Con cada palpitación una sensación de tranquilidad se expande. «Estoy para mí», «soy mi propia presencia», «soy y estoy», «soy suficiente». El cuerpo se siente armonioso, todo vuelve a la calma y una fuerza me recorre de abajo arriba. Algo a mi alrededor me sostiene y puedo descansar en paz.
Entonces recuerdo mis mantras:
«Lo que es para ti llegará en el momento perfecto, ni antes ni después»
«La felicidad, el equilibrio no dependen del tiempo»
«NO reacciones, no actúes, eres una araña, todo viene a ti, ocúpate de tejer una buena tela.»
«Todo es perfecto, respira y permite la experiencia, solo así puedes aprender»
«No bloquees, no cierres, no acciones, no te muevas. Permite. Observa. Date cuenta. Respira aquello que está pasando aquí y ahora.»
«Estate presente para ti. Céntrate en ti. No pierdas de vista tu centro. Respira.»
Finalmente se instala de nuevo el amor y lo que al inició me perturbó y me hizo detenerme, ahora es fuente de un amor inconmensurable.
Te veo, te abrazo y sostengo ese instante. Soy la alquimista de mi propia realidad y ahora elijo vivir desde la abundancia. Te amo, pues no puede ser de otra manera.
Un comentario en “Alquimia vibracional: La frecuencia vibratoria sintoniza con el pensamiento. Somos pensados, no pensamos.”
Los comentarios están cerrados.