– Todavía dependemos económicamente el uno del otro. Ella me va a pedir la custodia compartida y va a ir a sacarme todo el sueldo.

Pasé por su lado, un hombre joven al teléfono mantenía esta conversación que no quise seguir escuchando, primero por educación y segundo por ordinariez y vulgaridad.

Me sumí en mis reflexiones. ¿Cómo se puede hablar así de alguien que te ha acompañado una parte de la vida, la madre de tu hija? ¿Cómo se puede querer quitarle el sueldo a alguien que te ha acompañado una parte de la vida, el padre de tu hijo? Porque, me pregunto, en algún momento esta gente, ¿Se amó?

Es de esas cuestiones que todavía no logro comprender y quizás nunca comprenda. Antes que desconfiar, sentir celos, vergüenza, amenaza, odio… prefiero amar aunque si es imposible, prefiero irme y enterrar para siempre la palabras. Un silencio siempre será más limpio y más digno que la zafiedad hasta la saciedad. Por supuesto no siempre fue así, uno pelea hasta que pierde el sentido y la sensibilidad.

No se puede pedir distancia emocional cuando algo nos atañe, supongo. ¿Para qué están entonces los valores?

Muchas veces, sigo sin querer entender el mundo que nos rodea, el uso, el abuso, la ingeniería maquiavélica, el atropello, la injusticia, el avasallamiento, la mentira y seguramente que haya participado de todos ellos de forma activa, inconsciente e incluso consciente.

Hoy sencillamente no lo entiendo ni tampoco la diferencia entre resignación y aceptación. La mente no comprende, esto es que se avecina tormenta intelecto-espiritual.