Miguel Ángel es un artista del piano y fue mi profesor durante los años más tiernos de mi vida. En total fueron unos… cuatro, cinco quizás seis… Ni idea porque a mí lo de estudiar… como que no. Paciencia tengo poca y menos tenía por aquellos entonces.
Es por eso que no sé tocar una sola nota. Todavía recuerdo el primer día de clase. Cómo su amorosa madre me abrió la puerta y me hizo pasar. Mi «yo» de diez años era tímido, una nenita, pura esencia. La figura de mi profesor debía de contar con veintiuna primaveras ¡Madre mía! Llegué a él de rebote, a través de mi primera profesora, una japonesa que estaba a punto de casarse e irse a vivir a San Sisebuto de Cardeña. Ella, Elena, nos dio el teléfono de Miguel Ángel.
Al cabo de un par de años, quizás fueron menos, Miguel Ángel se mudó a un piso sin ascensor al que subieron el famoso piano de cola que da título a este escrito. Los años pasaron y mis intereses por la música, que ya no eran digamos floridos de por sí, fueron marchitándose. Mi profe, que se había convertido en amigo, me preparaba tazas de té los lunes a las 18h y en vez de solfeo hacíamos un sol bonito y florecían las conversaciones profundas. Cada uno a su nivel de comprensión de la vida y de la realidad. Me enseñó mucho y guardo un libro que jamás he podido leer: «El señor de los anillos» Tomo uno. Lo intenté en varias ocasiones, pero imposible. Me gustaría regalarle el ejemplar a su hija ahora, me parece importante porque a pesar de no haberlo leído, ese libro lo simboliza a él, al menos en mi subconsciente.
A pesar de no tocar el piano, me encantaba, verle a él haciéndolo y observar cómo los dedos sobrevolaban las octavas buscándose y rehuyéndose en un baile sin final. Siempre quedo extasiada de admiración por aquellos que saben encontrar la sincronía en las notas, agregarle ritmo, hallar la armonía. Así se ancló en mí una fascinación por los músicos, que no por la música.
Décadas más tarde, conocí a S que tocaba la guitarra tumbado en el césped. Luego vino A, maravilloso guitarrista de dudosa cordura y finalmente, D un saxofonista de hipersensibilidad neoplásica cuyas metástasis le llegaban hasta el hueso. Todos ellos me deslumbraron con su arte, no con su ser. Miguel Ángel a parte de tener arte, tiene una luz especial que calienta el alma.
Adoro la magnificencia, necesito la admiración por el otro, la superación y las ganas de trascender los límites de la propia persona. Sobre todo los míos mentales y ese en parte es el problema de mi existencia. Que no tengo límites y todo es explicable y comprensible.
Hace nada y menos, conocí a un malagueño que escribía como los ángeles y del cual me enamoré como una quinceañera por ridículo que parezca. Aquella historia salió peor que mal, aunque no hay mal que por bien no venga. Tres semanas antes de ir a visitarlo me dejó en la estacada, con mi cara de besugo totalmente apollardada, aterrizando de la hostia monumental a las puertas de la Santa Semana. Se fue de ramería: Málaga ciudad de la miseria.
Esta vez, a pesar de tener todo pagado y organizado, decidí no ir. Por una vez me escuché, aunque tarde. Más vale tarde que nunca se dice por ahí. A veces más vale nunca que tarde, digo por aquí. Se estaba repitiendo una idéntica escena que había vivido un par o seis de años antes cuyo protagonista, un inglés que se estaba beneficiando a otra a mis espaldas, me esperaba encandilado en el aeropuerco de Luton. Esta vez la escena estaba adobada a la malagueña y no sé si el escritor se beneficiaba a alguien, tampoco importa porque ¿qué le vamos a hacer? Uno solo puede ser responsable de sus propios actos, lo que hagan los demás es de los demás. Con el tiempo se aprende a relativizar estas cosas. El caso es que transparente no era y todo me sonaba demasiado familiar como para hacer la vista gorda.
Habiendo ya decidido no coger ningún avión y quedarme en mi casa, calladita estoy más guapa, empezaron a suceder «cosas» cuya dirección apuntaba hacia Málaga con carteles de neón. Un alumno mío me llamó para decirme que estaba con toda su familia allí (les doy clase a todos desde hace más de un año). Las clases con las que había cubierto el día de mi partida se anularon TODAS sin yo hacer nada. ¿Tenía que ir a Málaga? Joder, las señales eran demasiado evidentes como para ignorarlas. Aún así, hice acopio de huevos y esta vez no iba a ir porque consideré el cómo me sentiría una vez allí. Como una mierda fue la respuesta.
Aquella semana pasó sin ton ni son. Tendría que haber vuelto el 26 de abril de mi viaje de ensueño. Una semana más tarde, paseando por la montaña, me sacudió un pensamiento. ¿Qué habría sido de Miguel Angel? El porqué de la pregunta lo desconozco porque en 25 años no me la planteé más allá del mero recuerdo de una persona a la que guardo un cariño especial. Después de todo este tiempo, me vino a la memoria como por aparición divina. Lo contacté fácilmente a través de Instagram. Maravilloso como siempre. Una persona cálida y acogedora que me conoció de niña y que se quedó congelado en la esencia más pura de lo que un día fui. Sorprendido de saber de mí me confesó que hacía poco tiempo le había aparecido una agenda de las de antaño, de aquellas que todavía se escribían a mano, y que estuvo buscando el teléfono de casa de mis padres sin encontrarlo.«¡Qué casualidad que me contactes ahora!»
Aquí no acaba la historia.
Tras varios mensajes de sorpresa y puestas al día, vi que había estado en Málaga la misma semana en la que yo tenía que estar. «¡¿En serio?!» Y no solo eso, sino que vive en Málaga con su mujer y con su hija.
La ciudad me llama… el porqué todavía no lo sé. ¿Recuperar la esencia? Otros detalles que no vale la pena mencionar indican el mismo camino. No sé si hay destino o no lo hay, pero es curioso, como poco. Pudiera ser la casualidad, sí. Pudiera ser la causalidad.
Gracias por tantos tés y conversaciones profundas aunque yo solo era una niña, ya apuntaba maneras. Todos los recuerdos son con un cariño infinito. Tengo el libro que me regalaste, creo que es justo que ahora sea de tu hija.
¡Un abrazo, Miguel Angel!
Querido lector, no dejes de echar un ojo a su web: www.argonautamusic.es
y un oído a su canal de youtube: https://www.youtube.com/channel/UCU9AOzGNoy97LGizBipcbfQ