«Cuánto me gustaría ser la fuente de mi barrio para cuando pases y bebas sentir muy cerca tus labios»
– Fuente de la amapola, Granada –

Por fin una semana de descanso. No me quejo, para nada, me siento una privilegiada. Mi trabajo es enseñar idiomas online así que puedo hacerlo desde cualquier rincón del mundo. ¡Qué suerte la tuya! Me espetan con frecuencia los que responden a un horario. «Y sí» la tengo, dentro de lo que son los trabajos en general. Sin embargo, el reverso es distinto, hay días en los que estoy pegada a la pantalla del ordenador más de diez horas y puedo dar fe de que diez horas de conversaciones son muchas horas.

-Tú estás muy sola, te veo aislada, me dijo Sara la tarotista.

-Sí, en efecto, soy profe online y salgo de casa en muy pocas ocasiones. No me molesta, al contrario, el mundo de alguna manera me abruma y salir ahí es como estar en la jungla. O comes o te comen y, a mí, siempre se me han comido. Así que nada, terminé por quedarme recluida. Además encuentro que hay demasiado alboroto fuera, demasiado impacto sensorial.

-Ah, es agorafobia pasiva.

– No sé

-Tienes que salir porque vas a encontrar a una persona para mucho tiempo (no, a mí no me dijo para toda la vida como a mi amiga), alguien bueno de corazón con el que creceréis juntos, será una experiencia como nunca antes la tuviste. Acabas de terminar un proceso de sanación y ya estás preparada.

Obviamente, le pregunté por mi príncipe azul porque si tengo que salir mucho… ¡uf qué palo!

-Nada, por ahí por donde vives, tendrá tu edad y está rondando la costa, veo mar pero tienes que hacer el esfuerzo de salir. Por lo menos a vaciar el buzón e ir a comprar el pan.

No compro pan ni tampoco vacío el buzón. El único hombre con el que me cruzo es el cajero del supermercado y el mensajero de Amazon y ninguno está en la cuarentena. Es muy fácil decir «sal y te pasarán cosas». Claro. Lo que sigue es flipante.

-También veo un viaje en coche, tienes que hacer este viaje.

Se crea o no, dos horas antes de la tirada de cartas mi amiga ((J)Oda a la amistad: Todos tenemos uno o con suerte un par. Esos amigos que estarán siempre para un roto, un descosido o una cerveza sin pretensiones.) me pidió hacer un viaje juntas y yo le dije que estaba de acuerdo, pero que tenía que ser en coche. No soy fanática de los viajes. El movimiento, la desubicación y la irrealidad del conjunto me dan la sensación de estar huyendo de la vida sedentaria más que de afrontar el inexorable paso del tiempo y la insoportable levedad del ser. Aún así, pensé que si ella me lo pedía, me iría bien salir de mis cuatro paredes y descansar de ver a gente por internet.

-¿A qué te dedicas?

-Soy profe de idiomas

-No es tu destino ni tu vocación y tú lo sabes, ¿verdad? Tú tienes que ser terapeuta.

Cara de «pescao frito» la mía. Juro por lo que sea, que el día de antes me inscribí en una formación de tres años para ser terapeuta. Que me parta un rayo ahora mismo si miento.

Así que, ante el destape de dos de los secretos mejor guardados por mí que son la inmensa soledad y la sanación como vía vocacional, aquí estamos, en Andalucía. ¡Y olé!

Hasta aquí la no-reflexión de hoy, tengo que hacer la maleta, nos vamos pa’ otro lao.