«Una vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir»
– Carl G. Jung-
Rodolfo me escribió una carta el mes pasado donde quejosamente bramaba al cielo que terminase ya la primavera porque se sentía inquieto desde hacía ya algunos meses, especialmente a finales del invierno. A parte de utilizar un lenguaje soez y muy ofensivo, pues Rodolfo tiene por costumbre escandalizar a todos sus interlocutores, lectores y niños en patinete, me dijo que estaba desesperado con esto de tener la p… nariz colorada de tanto sonarse los mocos por culpa de la fiebre del reno y que estaba en cabeza de una lista de espera larguísima para que le practicaran una renoplastia.
Yo, que desconozco dichas cuestiones estéticas, le escribí de vuelta. Tengo un gusto particular por el intercambio epistolar hijo de otro siglo. Ya no se lleva eso del papel y lápiz como tampoco las camisetas de los 70, 80 ni 90 y que yo todavía guardo como oro en paño. Con Rodolfo llevamos décadas escribiéndonos. Sólo nos vemos una vez al año, sí la noche del 24 de Diciembre. Nos tomamos unos whiskies juntos recordando viejos tiempos, reímos y, a veces cuando han sido ya demasiados los codos empinados, también lloramos. Santa lo tiene cruzado y por eso deja a España en último lugar para el reparto de regalos, pues sabe que aquí se lía la marimorena y que, después de pasar por nuestros bares, Rodolfo deja de estar operativo. Así que Santa, cuando ha dado la vuelta al mundo y ha distribuido paz y amor a todos los niños del planeta, deja aparcado a Rodolfo en la puerta de mi casa y nos vamos de bares.
Le pregunté por escrito si su renoplastia le salvaría de la fiebre del reno que normalmente se da en Nevada cuando los campos están más verdes. Me dijo que no lo sabía pero que seguro se podría «pillar» la baja ya que sus repetidas renitis solo se daban en, cito textualmente, «la p… primavera de los c.j….s y que estaba hasta los h..v.s de currar como un c.br.. para el p… gordo de las pelotas y que le iban a dar mucho por el c…. y que se tendría que buscar un p… sustituto para el año que viene».
Rodolfo estaba quemado, eran ya muchos años en la misma empresa y aunque fuera solo un día de trabajo al año equivalía a los 362 días anteriores, sin contar los desplazamientos, claro.
Personalmente pienso que en los brazos de la fiebre, a Rodolfo le saltan los plomos mentales y se pone irascible. Como ya nos conocemos, trato de calmar los ánimos y, como existe entre nosotros una profunda confianza y amistad, sabe que conmigo está seguro que le diga lo que le diga, lo hago desde la honestidad más pura. Me puedo equivocar porque nadie escapa de las proyecciones, por muy iluminado o trabajado que esté, pero incluso entonces nos mueve la lealtad y buena fe para con el otro.
Rodolfo agradeció mis buenas palabras y me prometió que nos veríamos mucho antes de lo esperado, que en mí había siempre encontrado un alma cándida y buena y que necesitaba volver a confiar en las personas. Me pidió de vernos en Albacete porque tenía muchas ganas de visitar la ciudad de día, para variar.
Obviamente, mis ganas no podían ser menos, así que planeamos unas maravillosas vacaciones en Albacete y luego ya se vería, quizás termináramos en Murcia comiendo esos tomates maravillosos que solo los murcianos son capaces de cultivar.
Peque música!
Las canciones del Reno Renardo también son muy apropiadas tanto para las navidades veraniegas como para los encuentros románticos en Albacete, que no en Murcia, donde todo es puro y místico, como el sentir de un enano empalmado. Rezaré para que Rodolfo encuentre su lugar en el mundo, pero también para que deje de emplear ese lenguaje tan soez que espanta a los que somos cándidos de corazón y nos acercamos hasta este lugar en busca de solaz.
Y el perro es genial.
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Navidades veraniegas…¿Why not? Sólo conozco a una persona capaz de imaginarse el verano en invierno y viceversa. Alguien que vive al otro lado del hemisferio de la realidad. Un tal enano o ¡Eh nano! ¿Dónde vas tu tan bonito? A recoger migas de pan para los patos. Eso mismo. Tú.
Un abrazo soez para lo solaz. (La perra, querido, la perra, y sí, es preciosa. )
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