El peregrinaje del Señor O: El exilio del forajido, su hacer hasta desfallecer.

La felicidad es una elección .

«La semilla del sufrimiento en ti puede ser muy fuerte, pero no esperes hasta que no haya más sufrimiento para permitirte ser feliz.»
Thich Nhat Hanh

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-Tienes una cara demasiado dulce para ser el monstruo que dices ser.

El peregrino levantó la vista del suelo y halló una mirada que lo traspasaba. Sintió calma y serenidad, quizás por primera vez después de varios días de huida. Asomó un sentimiento de culpa que dio voz a un diálogo propio de la historia de Mary Shelley que siglos más tarde fue considerado un clásico literario:

-Pero señor, yo he cometido grandes crímenes contra personas que me querían bien, tengo poderes que no controlo, soy un monstruo, no merezco el amor de nadie. Renuncio, renuncio a luchar para recuperar a aquellos que dejé ir con tanta facilidad aunque… si existiera una manera indolora de poder recuperarlos… pero no, no lo merezco, los demás merecen ser felices entre ellos, la felicidad no es para mi especie. Yo soy un monstruo y es mi deber volver a las montañas en busca de refugio o deambular eternamente.

-Criatura, ¿No deseas pertenecer?

-Buen mago, por haber deseado, pagué un precio demasiado alto.. . Y entonces, para no equivocarme más, renuncié a perseguir mis deseos. Mejor tratar de no existir verdaderamente, mejor dormir, quizás soñar sin alcanzar el horizonte, exponerme y mostrarme poco.

El viejo mago lo miró con ternura adivinando el alma del sufrimiento adormecido a base de historias falaces que uno se explica a sí mismo. A través de una coriácea piel engrosada como la del elefante, se adivinaba al niño que habitaba en ella. Una criatura diminuta y pura abandonada a su suerte. Sintiéndose rechazado, rechazó como es natural y este alejamiento del mundo acrecentó la distancia consigo mismo. Evitó y se evitó tratando de relegar sus necesidades al olvido mientras entonaba una melodía en mi menor: «yo no soy importante y no debo molestar, es mejor ser invisible, dejarlos vivir y a mí soñar. Yo no soy de esta tierra, tampoco del más allá, soy una sombra oscura y lo mío es deambular»

Ante la encrucijada a la que todo ser humano debe enfrentarse que no es más que la pérdida del sentido de la vida a la par que la de seguir existiendo, el niño que fue reaccionó con la indolencia espiritual y psíquica, desarrollando sordera selectiva para con su espíritu y con la pérdida del sentido de ser. Dejó así de existir la diferencia entre el ser y el tener. Tener era ser y el que vivía en las montañas, al no tener, no era. Por no poseer, ni siquiera poseía nombre hasta que una niña lo llamó Señor O. Esta falta de identificación acrecentaba la identificación con la nada con la consiguiente pérdida del sí mismo, de sus deseos, de sus necesidades hasta el punto de no existir.

Al menor signo de incomodidad por el desajuste de una armonía impostada y embutida a fuerza de neurosis, el Señor O reaccionaba «haciendo» cosas con la energía de todo su ser puesto en el exterior: hacer, hacer y nunca desfallecer. Jamás se sentó consigo mismo porque dejarse traspasar por las emociones era doloroso. Ante la mirada benévola e inquisitiva del mago, nació una ligera picazón en las entrañas y el hombre empezó a sentirse inquieto. Su consigna interna fue: «no demuestres el dolor, no pongas peso en la mente de otro».

El mago, no obstante, leyó su desazón, más allá de la apariencia del «todo está bien, todo en mi vida marcha bien» y le dijo unas palabras que no olvidaría jamás:

– Eso que sientes en el interior, es lo que sienten todos los humanos y es la prueba irrefutable de que SÍ EXISTES. Ahora es una molestia que puedes evitar, como siempre lo has hecho, huyendo pero recuerda que cuanto más la niegues, más se engrosará tu piel y mayor dolor le inflingirás a tu alma. La fantasía de que debes estar solo porque no perteneces quedará alimentada en un bucle sin fin. Acabas de conocer a Septa, date a ella, siéntela y déjate atravesar por su pureza. Es tan solo una niña, pero ha provocado en ti emociones positivas y cálidas: ternura y protección. Quédate con eso y permite reconocer también las negativas como el enfado, la tristeza, la culpa, la vergüenza, la melancolía, el miedo. Cuando asomen por el quicio de la puerta, permítete reconocerlas, tan solo dales cabida en ti. Cierra los ojos, respira y deja que la emoción se apodere de tu ser. Siéntela, obsérvala, conviertete en ella y luego suéltala mientras la exhalas. Te encomiendo a Septa, ella sabrá tomarte de la mano y caminar junto a ti porque todavía es una niña y sigue fluyendo como el agua. Ayúdala tú también, te necesita, protégela de este mundo y enséñale a defenderse y a quererse. Aprended mutuamente, no en vano el destino os cruzó.

El mago desapareció y el Señor O experimentó un vértigo. ¿Qué era aquello? Su primera reacción fue la de salir a buscar leña inmediatamente, se puso a pensar en la hoguera, en recoger bayas, en… Sin embargo, se tumbó en el suelo y, a pesar del miedo, se dejó atravesar por la inquietante sensación de caída libre.

6 comentarios en “El peregrinaje del Señor O: El exilio del forajido, su hacer hasta desfallecer.

  1. Avatar de beauseant
    beauseant dice:

    » hacer y nunca desfallecer. Jamás se sentó consigo mismo porque dejarse traspasar por las emociones era doloroso»

    He conocido muchas personas así, todo energía, todo voluntad… en el fondo les daba miedo pararse, verse, sentirse… sus vidas son una especie de huida constante..

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Buenas, gracias por compartir. Sí, es duro mirar hacia dentro, es doloroso y quien adopta la huida (hola, culpable) la toma como un automatismo y eso se torna una realidad que se pega a la identidad. Con el tiempo se funde y confunde… con el tiempo uno aprende a base de meditación y terapia (por desgracia nuestros padres no hicieron terapia antes de traernos al p**o mundo) que no somos lo que pensamo ser. El personaje es el personaje, la persona subyace y la esencia está en un nivel inferior. Difícil labor la de desandar lo andado. Un saludo!

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  2. Avatar de Joiel
    Joiel dice:

    Ser un monstruo es ante todo ser, pasar de la potencia al acto. En la mitología, la palabra «Monstruo» es infinita, por eso hay tantos. Algunos no son malos, no de acuerdo a las clásicas definiciones, pero se sienten así y luchan contra ese destino, sintiéndose torpes, porque la oscuridad también es costumbre. En ocasiones encuentran luces que en vez de perderles aún más, les conducen por el buen camino. Ay, las hadas y la mágia que tienen.

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Querer ser un monstruo para asegurarse de que nadie podrá acercarse a nosotros es enfermizo. Todos tenemos nuestras deformidades, todos estamos abollados, heridos, desgarrados. Todos tenemos tinieblas y por ello mismo poseemos luz. Bien sabes que una cosa comporta la otra. Cuanta más oscuridad, más luz porque así funciona. Sírvete del polvo de hada a tu completa disposición para alumbrar ese camino opaco que está justo enfrente de ti… justo aquí, lo ves cada día. Mira y camina.

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