Breve relato de una noche oscura y desapacible: El hombre que quiso propasarse. «Así que esto es ser mujer…» pensé.

Me había sorprendido la noche en medio de la caminata. Se presentó de repente, cerrada y poco hospitalaria. Como único acompañante llevaba consigo un ensordecedor silbido, el del viento. Nadie deambulaba por aquella llanura más que yo. La agitación del mar, embravecido por las circunstancias climatológicas, despertó el latido de un temor. «Pum, pum. Pum, pum». Me detuve en seco observando los alrededores. Ni siquiera un alma inoportuna.

Los corredores noctámbulos no habían salido a su cita cotidiana con el cuerpo. Anunciaron tormenta el día anterior. En la inopia de las previsiones metereológicas, salí a pasear un tanto extrañada e incómoda por la soledad que poblaba el litoral. Sin saber la hora, pues nunca salgo con ese aparatejo que molesta el contacto con uno mismo, calculé que las ocho debían de estar si no presentes, al menos muy cercanas.

Me dejé arropar por el indómito e incesante soplido. Allí estábamos, él y yo. En las tripas empezó a gestarse una virulencia que colonizó rápidamente todo el cuerpo. Me sentí arraigada a la madre tierra como nunca antes y acogí al divino femenino por tantos años negado. «Así que esto es ser mujer» pensé. Mi útero palpitaba con violencia y hubiera agradecido la presencia de un hombre entero. No una mitad amorfa de un cuento inacabado, sino un ser completo en sí mismo que quisiera encabalgar nuestras respectivas soledades. Por vez primera sentí el deseo de ser madre. No una madre como las que habían desfilado en las escuelas, en las casas, en la sociedad. Una madre fuerte y salvaje que supiera sostenerse y sostener la vida con su cuerpo y con su alma. «Demasiado tarde, chica, apenas te sobra el tiempo para descubrirte». Lloré de rabia en medio de aquel páramo enfurecido y grité tan fuerte como pude. «Hijos de puta, hijos de puta, hijos de la grandísima puta todos aquellos que me habéis arrebatado el alma». Caí suavemente de rodillas, aquel aire me mantuvo a flote en el derrumbe.

Mientras lloraba, sentí una presencia detrás de mí que acalló mi llanto pero no mi rabia. Una silueta venía enflechada. No tuve tiempo de sentir miedo que ya lo tenía delante.

-¿Estás bien bebé?

Era un joven, apuesto sin duda, pero el apelativo de bebé me sublevó acrecentando el odio y la furia. Me levanté muy digna y con la cabeza en alto.

-Sí, gracias, no te preocupes.

Me puso una mano en el hombro sin encomendarse a nadie. Mi cuerpo se estremeció. Educada pero seriamente le advertí mi descontento con el gesto y le pedí que retirara su mano de mi hombro. Lejos de ceder, acercó la segunda y asió mi cintura y en ese mismo momento la ceguera me hizo rea y no respondí a razones. Salió de mi una potencia inusitada, me crecieron las uñas y los dientes. Mi piel se tornó tan oscura como la noche y vi el reflejo de mis ojos ambarinos en los suyos. Alargué el brazo, mi mano lo agarró del cuello estampándolo contra la verja que nos separaba de las vías del tren.

-Te he dicho que te apartes, pedazo de mierda.

Vi el pavor en su mirada y mis labios dibujaron una sonrisa. Ya no era la chiquilla timorata, ya no era la pequeña indefensa que buscaba el amparo de unos brazos. Me había convertido en una asesina despiadada, guardiana y defensora de sí misma, así ardieran el cielo y el infierno. Obtuve una gran satisfacción de aquella escena y seguí mareando la perdiz un ratito más.

-Te voy a arrancar los ojos primero y luego me los comeré.

-No por Dios, perdona, te he visto llorando y pensaba que necesitabas…

-No, espera… primero te arrancaré el hígado y verás cómo lo engullo mientras todavía sigues con vida. Después, meteré la mano en tu caja torácica y te despojaré de tu corazón, si es que tienes, desgraciado.

Mi mano dejó de apretarle el cuello, lo liberó y el tipo salió disparado desapareciendo en la negrura de la noche. Mi cuerpo volvió a la normalidad y solo se mantuvo la sonrisa de asesina. «Así que esto es ser mujer» volví a pensar.

12 comentarios en “Breve relato de una noche oscura y desapacible: El hombre que quiso propasarse. «Así que esto es ser mujer…» pensé.

    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Marlen, lo de bebé lo saco de hace un par de semanas. La historia está basada en hechos reales, solo que no digo cuáles. Lo de bebé es real. No sé, quizás viniera de otra época el campeón. Un abrazo!

      Le gusta a 1 persona

Deja un comentario