Recuerdo ese preciso día porque llovían haces de luz y a los ángeles se les colaban los mechones dorados entre las nubes. El viento soplaba como si quisiera derribar cualquier creación humana y las olas del mar parecían pretender fundirse con el cielo. La espuma de ideas se filtraba por mi sesera y, al desamparo del furor elemental, caminaba a la intemperie intempestiva a la contra como de costumbre. La estampida de miedo se enmarañaba con el viento y huía de entre mis posesiones.
Pasé por aquella playa de virgo remendado tras un verano de violaciones reiteradas perpetradas a pies del turismo más exquisito en tosquedad y me detuve para dejarme sacudir por la violencia de la Naturaleza que imprimía su paso arañando mi tez desnuda. ¿Qué vinimos a hacer a estos lares? ¿Sol y panching? Ahora el punching back rebotaba y rebrotaba el denuedo arremetiendo contra los que vivíamos en mayor o menor consonancia con la madre tierra.
Con los ojos entreabiertos, oteando el horizonte, percibí entre el oleaje que al agua le nacía un tumor. Aquel abultamiento se fue acrecentando mientras mi atónita perplejidad pedía a gritos que el viento le devolviera el miedo soplado. Se solaparon el pavor y el capricho.
Paulatinamente, se formó una montañita de agua que se torneaba tornándose en… no sé exactamente. La curiosidad mató al gato, lo sé, pero me ganó el pulso la peculiaridad de la escena. La masa amorfa se convirtió en túnica de la que salieron un báculo y una capucha. De la caperuza se escapan los hilos acuosos de lo que parecía ser una cabellera.
El fantasma líquido se allegó penosamente a la orilla y emergió transformándose en materia. Era una suerte de ermitaño que me cortó la respiración en cuanto empezó a danzar a la luz del cabello de los ángeles. Mecido por el viento, soltó el bastón y se despojó de su andrajosa toga descubriendo el cuerpo desnudo de una anciana. Sin pudor y con inmutabilidad, siguió su frenético baile al compás de una melodía inaudible. Su cuerpo fue mudando de edad, los hilos blancos recuperaron un carmesí centelleante, los cueros ajados y flácidos recobraron su olvidada tersura y aquel recipiente fue mermando y menguando hasta que la abuela no fue más que un recién nacido.
El bebé se ovilló y volvióse una semilla que la tierra acogió. Del hundimiento, brotó una planta a la que le crecieron unas hermosas flores de un fulgurante rojo. Explotaron sus pistilos y el polen ambarino fue escupido y esparcido gracias a la ayuda del soplido. Llegó hasta mí uno de aquellos esputos amarillos. Me lo metí en la boca y el sabor a miel me inundó expandiendo una cálida sensación de bienestar. Ya no me sentí sola ni retraida ni traicionada. Se acomodó en mí la sensación de pertenencia a la madre tierra y empezó el repiqueteo de tambores. Mis pies se dejaron llevar por el envolvente sonido mientras mis ojos continuaban presenciando la inefabilidad de aquella escena.
La planta ardió por combustión espontánea y las cenizas se esparcieron por la orilla del litoral sin dejar rastro alguno. Anonadada y anegada por el atronador tamboreo sentí la necesidad de arrimarme a la orilla y pisar la misma tierra sobre la que la vieja había desaparecido.
Desde entonces, honro la memoria de mis ancestras y de todas aquellas hermanas que junto a mí danzan con los remolinos del viento, enmarañadas al pelo de los ángeles bajo la mirada atónita de otros transeúntes. Me llaman la loca del pueblo, pero ¿A quién le importa?
superbe, magré la traduction parfois bizarroide de mon logiciel !
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Je fais un peu comme toi avec les mots d’où la traduction bizarroide! Ce n’est jamais du littéral mais du latéral. Biz!
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En según que lugares que te digan loca es casi una bendición, significa que aún no te has perdido del todo…
Bonito remake de Benjamin Button te ha quedado 🙂
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Beauseant, nunca me destaqué por tener imaginación ni creatividad. Lo mío es la pluma pero me falta aprender a volar. Es una bendición, lo confirmo. Un abrazo!
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¡Qué belleza de texto! ❤️
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Pensé en ti cuando lo escribí, siempre pienso en ti. Tú eres el viento. Besitos.
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Ahora además veo la foto, qué belleza! la imagen y toda tu escritura, hija mía, ¡qué arte que tienes1, una Afrodita de las letras me parece surgir de estas aguas que leo. Me quito el sobrero ante usted, señora. ;-)))
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Estrellita… me despojo de todo ante vos. Mil gracias y muchos besos, tantos como estrellas tiene el cielo.
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