El poder de la mirada: Lo que se otorga en silencio, lo que se dice uno mismo a uno mismo

Clavar los ojos en el alma de alguien es poderoso.
Sin saberlo, me daba vergüenza que me desnudaran con los ojos, o esa era por lo menos mi percepción. Sostener el silencio es difícil, aguantarlo mientras alguien fija sus ojos en los tuyos es peor. Ayer me di cuenta de que, sin saber exactamente cómo, ya no huyo de la mirada ajena. No evito, no desvío la mía por miedo a lo que puedan leer. La meditación y la desestructuración egoica ayudan y mucho a tener presencia, a no sentirse apocado y vulnerable.

No hay nada que esconder, nada vergonzante, nada está mal en mí, solo doy indiscriminadamente y a todo el mundo no le sienta bien mi expansión emocional. Tengo que aprender a disparar las flechas y hacer diana en aquellas personas que sí están abiertas a recibir, pues de otro modo invado el territorio álmico del prójimo. Obviamente, lo comprendo ahora y desde este punto en el que estoy, ya que, también me hallé del otro lado sintiéndome invadida por otros. Una vergüenza terrible, un miedo atroz a que vieran mi poca adecuación. Eso de los introyectos se lleva muy profunda y salvajemente. Están, están muy adentro, en las catacumbas del inconsciente, a flor de piel afloran con una mirada, con una caricia. Son una proyección nuestra. Gracias a los demás por existir, me permiten ser más yo.

Un día cayó una semilla y germinó porque se regó con toda suerte de comentarios. La gota por sí sola no hace nada pero la reiteración termina trepanando. Así fue que me convertí en mala hierba de amor espinoso que con solo rozar a mis hermanos los hería. Mis hermanos, aquellos que no estaban preparados para recibir y yo los cazaba porque siempre pensé (pensar, pensar y más pensar) que uno es creador de su propia vida. Y sí, pero no. Por la fuerza de mis santos cojones obtuve a base de leñazos todo cuanto quise. Sin límites, hasta que llegué al final del camino y me di cuenta que un pulso más era echarle un polvo al destino y que ambos moriríamos en ese orgasmo.

Sostuve la mirada de mis nuevos compañeros y no hallé en mis profundidades mota alguna de timidez ni necesidad de evitación. ¡Wow! Qué poderosa y completa me sentí en ese momento. Todo estaba bien. Aun así, sé que no siempre puedo, que todavía me envuelve una fragilidad y que la vocecita de fondo prosigue su cambiante cantinela a medida que pasa el tiempo «estás averiada, no mereces ser amada y por eso te das al primer perro sarnoso que pasa. Atraes la enfermedad, al payaso, al deforme uniformado de austeridad. Atraes al pecado, al arribista, al Peter Pan, a la oscuridad y a satanás. Tú eres lo peor de este mundo, no puedes querer a nadie porque no te quieres ni a ti misma, no vales para nada, nada, nada» y más «bla, bla, bla»

Bueno, queda mucho trabajo por hacer, de vez en cuando los cánticos me hunden. Otras veces los acallo.

10 comentarios en “El poder de la mirada: Lo que se otorga en silencio, lo que se dice uno mismo a uno mismo

  1. Avatar de Patricia
    Patricia dice:

    Lo que atraes no es porque sea parecido a tí,es que viene lo que necesita equilibrarse.Es posible que ayudes a los demás como catalizador y que tú te desgastes en el proceso pero lo bueno que tienes es sacudirte el polvo y volver al camino.Nada está roto en tí ni realmente en ellos es cuestión de equilibrio,ellos toman lo que necesitan recuerda:vasos comunicantes,pero también nosotras tenemos que saber curarnos y buscar nuestro equilibrio…pero no tomando de otros,nosotras no nos equilibramos así, sino aceptando y soltando.💋💋

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Joer, como siempre me das claves para comprender. Hay que joderse que con la de vueltas y vueltas que le he llegado a dar a las cosas NUNCA antes me había panteado el «es tan solo un equilibrio». Gracias y más gracias. Visto desde el punto de equilibrio todo tiene más sentido. Se olía pero la palabra la has puesto tú. Ahora que ya está dentro, acepto y suelto. Millones de besos!

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  2. Avatar de beauseant
    beauseant dice:

    Sí, la vocectia de fondo puede ser una gran hija de puta. A veces me digo que sólo quiere ayudar, pero es como quien intenta ahogarte en la bañera porque «te ve sufriendo», una mierda de ayuda 🙂

    Y no es fácil acallarla, ya te digo yo que no…

    Un abrazo

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