Por muy extraño que parezca, por lo menos lo que a mí continúa sorprendiéndome, es el nivel de pericia que adquiere el ego para sobrevivir. A medida que uno indaga en su mierda, la propia deyección parece incluso cambiar de color y transformarse para evitar ser llamada por lo que es.
Tuve que ir a ver a una medium/bruja/sanadora espiritual, para que me diera un bofetón de realidad de esos que marcan un antes y un después. Tras dos años y dos meses de terapia individual y un primer curso de Gestalt, nadie me había dicho nunca la gran verdad tal y como necesitaba oírla: sin tapujos, sin vaselina, sin algodones. Si me lo hubieron expresado hice oídos sordos porque no hay más ciego que el que no quiere ver ni más sordo que el que se resiste a oír. O sencillamente, no era el momento de encajar semejante golpe. Siento que llevo dos años evitando mirar de frente dando rodeos por aquí y por allá para evitar zambullirme en el centro de la ciénaga. A lo mejor no estaba preparada y ahora sí.
Llevo ya muchas líneas, demasiadas, echándome mierda encima: que si soy oscura, que si disfruto del dolor ajeno, que si la bruja piruja, que si Juan sin miedo, que aquello, lo otro y lo de más allá. Bla, bla bla y después más bla bla bla. Y todo eso es en parte verdad y real, pero algo causa todo eso Y NO SON VIDAS PASADAS, NI ANCESTRAS PSICÓPATAS (a lo mejor contribuyen, no digo que no.)
Llegué a la consulta con todo mi ruido mental y, a bocajarro, se lo solté a aquella mujer que tanto parecido tenía con mi abuela materna. Ella me miró, se conectó con… no sé qué y me dijo: «Tú no eres ni psicópata ni narcisista. Tu problema es el contrario, miras más a los demás que a ti misma. Tienes el complejo de felpudo, no te quieres y andas detrás de los demás haciendo su voluntad por encima de la tuya para que te vean y te acepten y luego explotas cuando ya no puedes anularte más.» Y se quedó tan ancha y yo tan… tan… tan… muda. Una tantanmuda con un zasca en toda la boca. Faltaban todavía 80 minutos de sesión y esperaba que la intensidad disminuyera un poco.
Hela ahí, brillantemente explicada, la razón por la que puedo percibir en los demás esos agujeros negros, esas fallas, a veces esos abismos. Son los míos, los mismos que me resisto a ver porque sería una herejía (o no sé qué inconfesable creencia se esconde detrás de todo esto) saberse sumisa, servicial y dócil. Por ello, es incluso más digno pensarse psicópata o narcisista poniendo todo el énfasis en la rabia y la agresividad. ¿Será esto en parte orgullo y prejuicio?
Se la llama «herida de abandono» para que suene mejor y así evitar oler sus hediondas consecuencias. Servidumbre, anulación de uno mismo, constancia por agradar, hacer favores incondicionalmente, hacer cosas por los demás que no haces por ti mismo, olvido de uno, comprensión y tolerancia de cosas incomprensibles e intolerables. Todo venía debidamente recogido en «Mujeres que aman demasiado» y «Tus zonas erróneas», libros que, por supuesto me empapucé y se quedaron al superficial nivel de la comprensión mental.
Tengo complejo de felpudo, me dejo pisar y para que me quieran «hago cosas», doy demasiado y sin ser consciente cruzo el límite de lo sano y equilibrado para caer en los excesos y la descompensación. Ahora sí, ahora sí que lo he entendido.
Eso fue un ZASCA en toda la boca, pero un zasca de campeonato que, de alguna manera, liberó algo dentro de mí. Menos mal que alguien me cogió y mirándome a la cara me lo dijo. No es que no lo supiera de antemano, lo sabía, claro que uno lo sabe, pero otra cosa bien diferente es que te lo digan con un escalpelo por lengua y mirándote de frente: «Has tomado el rol de felpudo. No te quieres, no te honras, no te respetas. En consecuencia atraes eso mismo o arribistas o personas con carencias afectivas.» Otro zasca.
La Gestalt me ha servido para dar vueltas alrededor del pote. Que si soy agresiva, sí puedo serlo. Iracunda, sí, también puedo serlo. Caprichosa, sí, sí y sí. Vengativa, oh sí. Y ahí estaba el cáliz de fuego del que se vierten todas las consecuencias: el felpudismo que me conduce a callar hasta explotar, a aceptar engendros de toda suerte porque «nadie me va a querer nunca», a educar a críos para que se conviertan en hombres, a llevar la batuta constantemente a sabiendas de que no mando, sino que soy mandada por esta necesidad de agradar, que bajo la piel del lobo hay un cordero que se siente demasiado endeble y vulnerable. Que el miedo a no ser aceptada es mayor de lo que esperaba y que incluso el hacer sin desfallecer, el ajetreo y el ruido son producto de esta creencia tan arraigada de que si no me muevo, no me ven.
Si no triunfo no valgo, si no brillo, hago ruido, escribo, canto, tengo un bonito físico, me hago inteligente a fuerza de leer y leer y saber y pensar que sé, no sirvo para nada. Esto último proviene de la racionalización, el habladuría de la mente. Lo que realmente fue revelador y sanador fue la palabra «felpudo» porque vi desfilar toda una retahila de imágenes. Una película de diferentes momentos de la vida en lo que yo hago, digo, limpio y cocino a la vez que trabajo, acojo y acepto cosas que ni siquiera acepto en mí misma.
Y me digo: «¿Y tú, tú te das cuenta de que no es normal lo que haces?». Y ojo, aquí nadie hace nada para joder al prójimo, sino que cada uno barre para su casa para sobrevivir en esta jungla humana de asfalto y bombardeo constante.
¡Joder! Me sentí renacer. Se me llenó el corazón de amor hasta reventar. Amor por mí, amor por ella, por mi madre a la que pude sentir muy muy dentro. La llamé llorando y le pedí disculpas por si alguna vez se había sentido maltratada verbalmente. Le dije que la quería con toda mi alma y también le di las gracias por traerme a la vida. Así lo siento, ahora.
Se desbloqueó una información y escribiendo estas líneas no puedo evitar que se me empañen los ojos. Mis hermanas me ven, me cuidan, me quieren, me acogen con todo lo que soy y no siento que se aprovechen de mi entrega ni que se acomoden aún sabiendo que tengo esta obsesión neurótica por «hacer».
La herida de abandono o la del rechazo hace que busquemos algo malo en nosotras y que nos comportemos pidiendo permiso al mundo para existir.Aprendemos que esas conductas de sumisión nos dan esas migajas de aceptación en los demás
Me gustaMe gusta
¿Psicópata ,Malvada?¿Que disfrutas con el dolor ajeno?¿Quien te dijo eso?¿Te lo dijiste tú?Ahí es donde quieres ver que la causa del rechazo y el abandono hacia tí.Buscas en tí y a lo mejor quien genero la herida,es precisamente quien tenía el agujero y quien te arrastró a esa oscuridad sobre tí misma.Nos podemos volver a construir pero vemos mucha ruina y por eso buscamos la aprobación en otros,no nos sentimos con suficiente criterio como para autoconstruirnos,así es nuestra herida.A lo mejor tenemos que dejar de lamerla porque eso no la cura..quizá sea cuestión de seguir cuidando el resto de la piel que como esta bien,ya no nos ocupamos de ella y es donde quizá tenemos que incidir.Un abrazote enorme Montse!!!❤❤❤❤❤
Me gustaLe gusta a 2 personas
Patricia! Nadie me lo dijo, le he ido experimentando hasta darme cuenta de que… me gusta infligir dolor a los demás. Obviamente, no a todo el mundo u no gratuitamente. La venganza es un plato que se sirve frío… El tema es que solo he asimilado esto este año y es una vibra muy baja cuando me pongo espartana así que todo esto hay que transmutarlo en amor. Dejar, como bien dices, de lamer heridas o mejor aún, dejar de abrirlas constantemente. Creo que una vez las ves y tomas consciencia de ellas, es hora de pasar a otro nivel. Ahí están y estarán para siempre, como la cicatriz del ombligo, pero no por ello hay que incidir. Ha llegado el momento de volar haci arriba y dejar de mirarse constantemente. Ahora que me veo, puedo ver a los demás. Me veo y te veo. Eso es de lo más bonito que hay.
Gracias por todo el amor que recibo de tus líneas. Siempre tan atenta Patricia. Gracias.
Me gustaLe gusta a 1 persona
La venganza yo no entiendo que sea que te guste infligir dolor,sino que buscas un resarcimiento del tuyo.No entiendo realmente como que sea el gusto por dañar,es que quizá no conoces otro modo o herramienta para equilibrar ese dolor que experimentas…Con esto sólo propongo una vía alternativa que te pueda resultar de constructo 🙂.Un besote gordote!!!😘😘
Me gustaMe gusta
Patricia, estoy en camino de aprender. Hay muchas cosas que no entiendo y creo que jamás las llegaré a entender, pero por el camino nos encontramos, nos reconocemos, nos acompañamos hasta que nos soltamos o continuamos en paralelo.
La vía alternativa me encanta así que en esas estoy!
Otro besote gordote para ti!
Me gustaLe gusta a 1 persona
La de mierdas que he tenido que fregar por no querer decepcionar a personas a las que les importaba una mierda… no sabía que eso tenía nombre, pensaba simplemente que era gilipollas 🙂
Lo de ser un felpudo, oye, como fetichismo sexual lo mismo funciona, pero tomarlo como costumbre es muy malo, sí.
Da igual lo que escribas, siempre me hacen reir las descripciones que haces. Deberías escribir necrológicas…
Me gustaLe gusta a 2 personas
Me apunto lo de las necrológicas para incluirlo en mi CV… gracias por la recomendación! JA JA JA
Me gustaMe gusta
Bien venida de nuevo al mundo. Abrazos.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias Estrellita!
Me gustaMe gusta
Hola, Montse.
Aquel pishiquiatra o pishicólogo que se atreva a tratarme terminará en retiro voluntario a cualquier monasterio perdido del mundo. Nuestra mente es demasiado complicada, pero creo que eso nos salva de la locura, de la locura colectiva en que está sumido el mundo. Así que… ¿Quién quiere mantenerse cuerdo?
El gran problema es que nuestra sociedad está basada en la competencia y la comparación y, NO, bastante tenemos con enfrentarnos al espejo a diario para también tener que hacerlo frente a todos los demás.
Me ha gustado ese diagnóstico de «complejo de felpudo», me lo apunto para soltarlo en una de esas reuniones tan amenas y divertidas en que me veo envuelto de vez en cuando.
Ámate a ti misma, porque la brujita que conocí este verano se lo merece y mucho.
Abrazo grande.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Siempre tienes buenas palabras para mí Jose! Muchas gracias compañero de tascas y de buen vino!
Me gustaLe gusta a 1 persona
(…)Y me digo: «¿Y tú, tú te das cuenta de que no es normal lo que haces?». Y ojo, aquí nadie hace nada para joder al prójimo, sino que cada uno barre para su casa para sobrevivir en esta jungla humana de asfalto y bombardeo constante. (…)
Llegué acá por una etiqueta «narcisista», después de salir de un vínculo sexo-afectivo de abuso emocional, y aquí hay una clave importante, «sobrevivir». Y el reconocimiento del patrón que describiste a lo largo de tu texto es una liberación enorme, gracias.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Hola… Gracias a ti por el feedback. A veces uno escribe pensando que llegará a alguien a quien le podrá servir y cuando eso ocurre, es lo máximo. Ahora está muy de moda eso de las relaciones sexo-afectivo que nunca he terminado de comprender muy bien porque no concibo el sexo sin afecto ya que el acto es de una intimidad casi sagrada. Queremos vulgarizarlo todo tanto que es una lástima. Deseo realmente que estés bien, estas hostias solo te pueden hacer más fuerte siempre y cuando aprendas de ellas. Puedes leer «tus zonas erróneas» y «mujeres que aman demasiado». Me sirvió de revés pero no fue hasta ponerme en terapia que empecé a integrar la información. Si necesitas algo escríbeme por el apartado de contacto. Un abrazo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Ok! me mantendré en contacto, siento que estamos viviendo algunos procesos de «abrazar» la oscuridad, aceptar, no resistir, transitar e integrar de manera muy similar y me causa mucha curiosidad, que mentes/cuerpos/almas, estando lejos estén concluyendo lo mismo, o al menos trabajando en ello. Te abrazo
Me gustaLe gusta a 1 persona