Caen la noche y el telón que anuncian el fin de la función y tú, por tu propio peso, te ves arrastrado al fondo de la fosa.
Tú que parecÃas sueño ingrávido, al despuntar el dÃa te desvaneces en las profundidades del pozo de mis lamentaciones.
Tú que tan hambriento de verdad te presentaste, te desplomaste dejando tras de ti una ristra de preguntas sin respuesta, de dolores sin herida y frases sin puntuar.
Usada de nuevo decido abandonar este barco que zarpó desde Puerto Calumnia a las 0,0.
Mea culpa por haber querido ir más allá de las señales de alarma que me prevenÃan de la oquedad de tus palabras, de la fachada de valentÃa y de la profunda superficialidad de la crÃtica que emites.
De nuevo me hallo ante un ser egocéntrico cuya realidad es tan Ãnfima y tan acotada que jamás será capaz de entender las profundidades de mis abismos. Primero porque sufre de ombliguismo perpetuo, segundo porque no le interesa saber nada de nadie más que de él mismo y tercero porque serÃa incapaz de comprender las sutilezas del lenguaje empleado para describir un estado de ánimo u otro. Cada palabra se elije especialmente encontrando su lugar preciso y perfilando con exactitud el contorno emotivo del momento.
Espero que esta vez haya, por fin, aprendido la lección.
Que esta sea la última de las veces que me someto a la voluntad de alguien, que me manipulan sólo porque los sentimientos me ganan el pulso, que me mandan, que me disminuyen, que me anulan con sorna y deferencia como haciéndome un favor.
Que esta sea la última vez que lloro por ti que estuviste o que estés por venir. La vez definitiva que intentan engatusarme tergiversando la realidad  mientras proclaman la transparencia y enarbolan la bandera de la verdad.
Un ser que no sabe dar deja de ser humano. Un ser que no sabe entender que alguien necesita de su ternura deja de ser empático. Un ser que deja de querer no es.
Resultaste ser el máximo exponente de todo cuanto dijiste odiar, un tÃpico tópico de vacÃo y humedad. Un criadero de mugre humana.
No me llames cariño, no necesito caridad.
Ya no somos unos crÃos, ya está todo dicho,
que cada uno siga su camino.
Cada uno en su lugar.
Cuando buscaba tu boca, el viento se llevaba mis besos,
se estrellaban contra una roca de obsidiana pura,
dejándome el alma rota, llenándome de amargura.
Cuando buscaba tus manos, quedaba solo en la pista,
me apartabas de tu lado, el baile era con otro,
como si fuera un extraño. Ahora no te conozco.
No me llames cariño, no necesito caridad.
Ya no somos unos crÃos, ya está todo dicho,
que cada uno siga su camino.
Cada uno en su lugar.
Cuando buscaba consuelo, tú no me escuchabas.
Nunca era el momento para mis depresiones,
demasiados lamentos, demasiadas discusiones.
No me llames cariño, no necesito caridad.
Ya no somos unos crÃos, ya está todo dicho,
que cada uno siga su camino.
Cada uno en su lugar. Cada uno en su lugar.
No me llames cariño. Ten caridad.