Hoy asà te quedas, atrapado momentáneamente en estas palabras en forma de poesÃa, apurando la colilla de la vida. Esa existencia que puede trascender lo terrenal siendo tan grande como nuestra capacidad de comprender el infinito. Esa presencia que nos empeñamos en mantener y que es tan pequeña como la anécdota. Ese deambular que se escapa con el tiempo que la acompaña y que jamás vuelve. Este tránsito que vivimos soñando mientras la realidad discurre en el silencio de las sombras.
Poema sólo para tus ojos
Mientras duermes, te pienso, te escribo, describo y me detengo en contemplarte.
Tu sonrisa, tus miradas, el contorno de tus gestos que gestan mi risa y se burlan de los acuses de recibo.
Los que nos creÃmos entonces fue lo que no creemos ahora.
Ya no somos los mismos cierto, pero ¿Cuánto más somos nosotros?
Divagando me sorprendo a tu lado, en tu cama y junto a ti.
Desaparecen los tormentos del tiempo, de la distancia, de las formas
y solos tú y yo, encerrados en este cuarto sin salida, nos damos a la fuga.
Contigo todo es espacio de fantasÃa ilimitada sin moverse del lugar.
Un beso tÃmido sella incendiariamente el aire que ya no corre entre nosotros.
En la hoguera sin piedad arden las vanidades de un pasado decrépito,
se consumen lentamente la vergüenza del deseo y el respetuoso retraimiento
Y me asalta una sed que te bebe hasta el último suspiro.
Es este el arrebato abrasador que me consume las entrañas,
que no logro sofocar, que me pierde en ti, que me curva la espina dorsal
para acogerte en mà acompasadamente y sin finitud.
Los lÃmites de esta realidad que nos aprisiona se difuminan hasta extinguirse.
Una porción de tu humilde grandiosidad pasa a formar parte de mÃ.
Me fundo en tu solidez, aplomando tu ingravidez, cincelo y limas, pules y exorcizo.
Juntos crecemos con las mermas que dejamos en los lastres ya sueltos.
Arte labrando sueños, tejiendo mundos paralelos para estos lelos ebrios de loca cordura.
Finalmente, indisolubles y en la seguridad de nuestras convicciones
seguiremos transitando en la infinidad de esta inmortalidad,
tan inmoral que hasta los dioses se sublevan a nuestro paso.
La divinidad de lo mundano nunca resultó tan ofensiva.