Lleva diluviando más de 24 horas. Un chaparrón, llueve a mares o torrencialmente. No es que llueva, jarrea, el cielo se desprende y ¿Quién lo arregla? Es un temporal, un atemporal.
Caen chuzos de punta. Un chuzo de punta, según la rae, es ese palo armado con un pincho de hierro, que se usa para defenderse y ofender.
Está cayendo la del pulpo, porque a los pobres pulpos hay que apalizarlos antes de cocinarlos para ablandar su carne. Muerto y apaleado, por lo menos aporreado después de muerto.
A este ritmo se va a inundar la isla. Bueno no, imposible porque si el agua desborda por los límites, se cae al mar de nuevo y todo vuelve a comenzar. A menos que esté lloviendo tanto que incluso suba el nivel del mar y entonces sí, puede que la isla se inunde.
Una isla no flota. Ya, parece algo que se aprende en la escuela, pero yo lo tuve que buscar en internet porque nadie me había explicado nunca que las islas no flotan. O alguna vez se mencionó y lo olvidé porque no es una información relevante… A menos que vivas en una isla e incluso así, lo dudo.
Me pregunto si los isleños lo saben… Me pregunto si los insulares saben insul(t)ar con fiereza y convicción. Y que saben que lo saben y no como esas cosas que se olvida que se saben, como por ejemplo que una isla no flota. Así que, cada año en verano, tenía miedo de que tanto turista hundiera este pedazo de tierra. Tantos sinsabores y miedos para nada. La verdad es que la mayor parte de nuestra vida discurre entre el temor y la imposibilidad. Mi vida sin mí, son cosas que nunca te dije, el secretismo de las palabras que tú atesoras.
Tampoco nadie me explicó demasiado nada, no por ello he dejado de saber en general, aunque sepa a poco lo poco que se sepa. Se indaga, cuando la necesidad apremia, se rastrea sin tregua hasta dar con la respuesta. Hay tanto por conocer, cuanto más aprendo más obvia se revela y rebela la ignorancia. Cuanto más te (a)prendo, más escurridizo te vuelves, menos te sé. Y te persigo por avenidas de retorcida retórica que no dan su brazo a torcer. No tienen miembros. Te persigo hasta que me doy cuenta de que estoy explorando los mismos lugares de siempre con la misma sensación de vacío que deja la pregunta sin contestación. Soy yo y también mi sombra. Si te busco es porque no tengo respuestas y eres como un enigma por descifrar y mi mente se alimenta del desafío. Dejé de buscarte y me diste la respuesta. Así de sencillo es, eres, somos. Nosotros los de ayer, ya no somos los mismos. Menos mal.
No hace falta pedir nada, se me ofrece antes de que nazca la necesidad. Si esto no es vivir con las manos llenas, entonces ¿Qué es la abundancia? No carezco y, sin embargo, emanas a borbotones. Será porque no preciso de nada que brollas con indecencia. Ilimitado. Eres como la extensión que sigue desplegándose y me da la mano para que me expanda con ella. Desparrame en la ramificación. Me convierto en madre cada día y así nace la vida. Las oscuridades, las nuestras, alumbran las sombras y abrigan sin achicharrar.
A veces, la tra(d)ición de la mente me pregunta ¿Qué es lo que mueve este … sentimiento? ¿Es sentimiento o es pensamiento? ¿Cuándo deja de ser pensamiento para metamorfosearse? ¿Es la necesidad? ¿Es la soledad? ¿Es la melancolía? ¿Quizás la miseria del alma o el hastío de la vida? No, no soy la de ayer. Las heridas son cicatrices y el saber, esta vez, no ocupa lugar.
Busco entre los escombros de otros tiempos y no hallo respuesta alguna, no está allí. La encuentro en el aquí y el ahora. Aquí y ahora. Aquí y ahora… El cuento de la vieja que ha dejado de contar, pues murió allí y entonces cuando estos eran aquí y ahora.
No es un cuento, ni una historia. Simplemente es, sin etiquetas, es presente es Historia que se teje a medida que ocurre. Sobreviene, irrumpe y rompe las molduras de la comodidad pacíficamente como cuando amanece o incluso antes. Plenitud, disfrute, diseminación artificiosa que no tiene ni un ápice de artificial. No tiene la menor relevancia y es lo más extraordinario porque existe sin lucha ni desesperación. Se respira con tranquilidad. La expectativa murió y nació la sorpresa dejando paso al entusiasmo. Tosías mi asma, miasma.
Eres como cuando llueve mucho durante días y el agua se desborda de los límites de esta isla y vuelve a su hogar, el mar.