Mi cama y yo nos llevamos fatal. Es una relación tóxica de amor odio. Para un día de bien pasamos quince mal y aún así, es tan necesaria que no la puedo dejar. ¡Qué cosas!
Lo he intentado con varios colchones ya, a estas edades, créanme que… He flirteado con látex, viscoelástica, espuma, incluso me lo monté con dos a la vez. ¡La mar de cachondos!. Uno duro y otro blando, todo al mismo tiempo y, sin embargo, no fue nada. Mucho vicio es lo que hay, se lo dice una servidora.
Según la temporada, el colchón se hizo más amante que amado. Me quería mucho, me musitaba palabras tan dulces que llegué a creerle a pies separadillos, eso sí, porque una no se chupa el dedo, señores. ¡Que ya peinamos canas, y no saben ustedes cuántas!
Si es que soy una descreída. Mi psiquiatra me dice que guardando mi mente ocupada con todo tipo de ideas, situaciones incluso ficticias e inventadas por mí, impido que me gane el sueño.
-A mí no me gana ni Dios, doctor.
-Pues a eso me refiero Puri, su vida está coloreada con tensión, ansiedad, culpabilidad y a veces, incluso, cierta paranoia si me permite decírselo.
Siento una nerviosidad extrema, especialmente cuando tengo que tomar decisiones: ¿Lo dejo o no lo dejo? ¿Pijama azul o rosa? ¿Almohada fina o gruesa? ¿Sábanas de lino o de algodón? ¡Si es que así no se puede vivir! Me siento culpable de no poder decidir o de no saber dejarme ir. Todavía no está claro lo que no sé hacer, a parte de muchas cosas que no vienen al caso.
A veces siento que la noche me despierta temores y que mi colchón no me abraza. ¡Es que no me siento escuchada, leches! Le digo: «Cari, que no me siento escuchada» y él no me responde. Se pone tieso, duro como una piedra y me da la espalda.
A lo mejor… quita quita… que ir al psiquiatra me perturba. ¡Siempre dándole vueltas a todo esta gente!, ¡Cómo son! Una va para arreglar lo del sueño y de repente le quieren hacer creer que no duerme porque le tiene miedo a la muerte y esto despierta temores a lo desconocido de la noche.
Y luego te hablan de una tal glándula del timo que está estrechamente vinculada al sueño y, a la vez con la energía del corazón. Sí, un timo sí que es. A 120 euros la consulta para que te digan que no sabes amarte, no sabes tener confianza en el amor y por lo tanto en la vida.
-Doctor, ¿No tendría mejor una pastillita?… Ya sabe, un rapidín, que yo tengo muchos quehaceres y poco tiempo para dilapidar.
Pero el muy tozudo no quiere comprender que el problema son las camas y los colchones de hoy. Que ya no son lo que eran. Ahora todo es más voluble, de menor calidad y lo que lo que al principio parece fraguar, termina rápidamente en ghosting.
Resultado:
A la cama y al colchón se la repampinfla mi sueño y yo, que soy persona propensa a idealizar, me quedo en blanco esperando el último tren en el que no viaja Morfeo.
¡Ay! Si ustedes supieran lo difícil que es encontrar un buen partido hoy día.