Presviously La cita perfecta: Casimiro y Miranda, el amor no es ciego, mira ¡Anda! él casi miró, ella lo vio del todo.
Miranda:… de todo lo que sé de ti… ¿Qué es verdad?
Casimiro: Lo que ves y todo ese rollo de mis inseguridades. Me siento muy poca cosa aunque luego lo disfrace. Con humor parece que sea una broma. Tengo mucho miedo de no gustarte porque mi vida es aburrida y yo soy un ser vacío. Tengo un apego evitativo lo que significa que si te acercas mucho, me voy de tu lado. Eso es porque aprendí a depender solo de mí desde muy pequeño. No sé exactamente cómo ocurrió. No tengo necesidad de vinculación humana. Así, desaparezco sin decir nada o bien me busco otra fuente de placer y paso a otra cosa. Te puedo abandonar en cualquier momento, cuando me entre la neura suponiendo que pueda llegar a neurotizarme, especialmente si siento que estoy perdiendo mi independencia. Mi respuesta automática es salir corriendo.
Miranda: Joder, me lo podrías haber dicho hace un tiempo ¿No te parece?
VOZ EN OFF
«Igual algún día paseamos, nos perdemos y nos encontramos compartiendo una limonada bien hecha, con buenos limones. Me gusta pensar que así será, más por lo que supondrá abrazarte, escuchar tu risa en directo, ver tus manos escribiendo.»
Casimiro: Sí, pero se me fue de las manos y ya no supe cómo abordar el tema. Quería conocerte y no supe parar y entonces tu impulso hizo real algo que no tenía que pasar de unos cuantos mails. Nunca tuve la pretensión de verte, solo escapar un poco de mi realidad. Soy un egoísta, no eres la primera que me lo dice, pero tengo una incapacidad para sentir. Mi aburrimiento me lleva a hacer esto que hago. Si te enfadas lo entenderé, pero no me harás reaccionar. No me gusta la gente que no sabe mantener el temple. Sé que no lo he hecho bien contigo y considera esto una disculpa. No puedo decir que lo sienta porque no es así, no me responsabilizo de lo que te pase por dentro. Tenías la sensación de que pasaba algo, porque en realidad sí que pasaba.
VOZ EN OFF
«Tengo hambre de ti, de más risas, de más palabras, de escalofríos y coincidencias, de «joder, somos iguales», de besarte de pies a cabeza, de que me acaricies con y sin tus manos.Quiero hacerlo bien contigo, no hacerte daño jamás, cueste lo que cueste, porque me importas.«
A Miranda se le llenaron los ojos de lágrimas por la brutalidad de la realidad, no entendía nada. Sintió rabia, confusión y así lo expresó. ¿Qué había pasado con todas aquellas declaraciones de locura de amor? ¿Fue todo mentira?
VOZ EN OFF
«Eres una puñetera fantasía. Me encantas.«
Miranda: Pues… necesito un momento Casimiro. ¿Te importa si salgo a respirar un poco de aire? No me voy, ni te abandono aunque no te importe, pero necesito pensar un momento. Tu declaración me ha cogido completamente por sorpresa. Ahora mismo tengo ganas de gritar y siento una gran rabia por dentro y asco. Siento que quiero insultarte por no haberme prevenido antes. ¿Es suficiente temple para ti que hable desde mi saber estar sin perder la puta cabeza? Dame cinco minutos.
Miranda se levantó y salió a la calle a respirar el aire viciado de los tubos de escape. Escapar. Quería vomitar, se sintió rota y ajada. Empezó a llorar. Realmente, no había pasado nada, pero aquella no relación la vivió como si lo fuera, especialmente por el estilo zalamero de Casimiro. No podía comprender el porqué de todo. Si no había disposición emocional, si el tipo nunca quiso estar con ella ¿Para qué entablar una conversación siquiera? No era ni lógico ni tenía sentido. Casimiro no le convenía en absoluto porque la hizo sentir mal. Tan simple y tan complicado a la par. Entró de nuevo pasados los cinco minutos.
Casimiro: ¿Cómo te sientes?
VOZ EN OFF
«Sé que tienes una cara oscura, y no diré que no la temo, pues no sé cómo reaccionarán mi cabeza y mi corazón, por eso hago acopio de instantes contigo, para que cuando el vendaval llegue poder decirme «no olvides esto, esto, esto».»
Miranda: ¡Vaya pregunta! Como si te importara. Estoy procesando y de momento te puedo decir que me siento humillada y colérica. Has despertado mi sistema de apego que es contrario al tuyo. Yo tengo dependencia afectiva. Seguramente también me ocurrió cuando era muy pequeña y no recuerdo nada. Me pasa justo lo opuesto que a ti y el problema de las personas como yo es que atraemos a las personas como tú igual que tú atraes a las personas como yo. Los evitativos atraen a los dependientes y viceversa. Es lo peor que nos puede pasar a ambos. Me hubiese gustado decirte que había dos soluciones a nuestro estilo afectivo. Podríamos haber sido un equipo y haber trabajado juntos y desde la conciencia para curarnos mutuamente porque para eso están las personas. Siempre te lo dije, tenemos que vivir y aprender a trascender nuestras limitaciones para aumentar la conciencia humana. Claro que, a estas alturas y tras lo dicho, no se pueda olvidar tal nivel de traición especialmente después de tanto intercambio donde parecías morir abrasado. Puedes volver a tu vida normal y seguir buscando, seduciendo a mujeres que luego dejarás cuando se te acerquen demasiado. A lo mejor tal es tu sino en esta vida, hacer que nosotras nos demos cuenta de nuestras heridas y abramos los ojos.
Casimiro: Soy orgulloso y no puedo dar mi brazo a torcer. Trato de evitar pedir disculpas porque nunca me siento responsable del dolor de los demás. Que cada uno cargue con su mierda, yo me encargo de la mía y con eso me basta. Soy egoísta y no me parece mal serlo. No estoy disponible para una relación porque implica un grado de vulnerabilidad que no estoy dispuesto a otorgar, eso sería darle poder al otro sobre mi persona. No quiero. Yo soy mío y de nadie más. No siento que te tenga que dar explicaciones.
Miranda: Fantabuloso. Está todo dicho. Me voy. Siempre estuve convencida de que aquí hubo dos personas que podrían haber creado algo real y duradero pero desde la honestidad. Siempre he querido, incluso sin saberlo conscientemente, construir algo con cara, ojos y no a ciegas. Pensé que contigo, debido a las semejanzas y a todo lo compartido, se podría intentar. Ahora veo que todo fue mentira y aquí no hay nada.
Casimiro: Las cosas vienen y van, nada es para siempre.
En algún momento él le escribió
«La sensación de pérdida no es agradable, como no lo es la de hacer daño a quien te importa, persona que casualmente eres tú, Miranda. Ayer me di cuenta de que eras adictiva, y aunque no debería gustarme lo cierto es que disfruto sintiéndote próxima. No sé qué tienes que más que llamarme, me grita. Espero, te lo pido de corazón, que antes de derramar otra lágrima antes hablemos, el dolor en esta no relación (aunque te cubriría de besos) no tiene sentido.»
No hubo más que hablar. Tras deshojar, uno por uno los mails de Casimiro, Miranda comprendió que ella fue un capricho momentáneo o bien a Casimiro le pasaba algo que ella no podía comprender.
La mente no distingue entre realidad y fantasía y para ella, aquello sí existió, para ella sí que hubo una conexión que solo se podía dar una vez en la vida. ¿Realmente hubo tal conexión? ¿Las palabras fueron avispas o avispadas? ¿Desataron la serpiente de la vanidad? Maldito duende, ¡Cómo dolía el enano hijo de perra!
Fue una cita perfecta cada uno dentro de sus imperfecciones. La vida va y viene. Algunas historias empiezan como terminan: fugazmente. Lo que al principio es una pena, se transforma en suerte porque cada uno acaba comprendiendo, o no, lo que aquella historia significó.
«Éramos los peluches suaves»