Amor… esa palabra tan utilizada, tan tergiversada, tan deformada, tan… Por «amor» lo hacemos todo…amor, amor, amor y también su contrario: roma.
El amor es ese cajón de sastre, desastre, dónde vamos metiendo los conceptos que creemos que nos hacen «sentir»: la ansiedad que la necesidad provoca, el apego, la vinculación emocional, las relaciones, el sexo, la pasión, las ganas, el amor romántico, la pareja y un largo etcétera de «cosas» indescriptibles que nada tienen que ver con el amor. No soy una excepción, aunque los rayos y truenos de estos días hayan prendido de nuevo una llamarada de atención en estas tierras de nadie, ahora baldías, las del Amor.
EL AMOR UNIVERSAL (ESPIRITUAL)
El Amor existe sin necesidad de sentir nada, no es un sentimiento, no es una emoción, es el cemento que todo lo mantiene en su justo lugar. Acto de fe, máxima axiomática y redundante: el amor es la primera de las leyes universales. Todo lo que ocurre, ocurre por Amor, ese amor espiritual que todos andamos buscando como pollos sin cabeza. Una perogrullada sin más porque el amor ya está por el hecho de ser y existir. (La primera Ley universal: Todo lo que necesitamos está dentro de la ley y todo lo que queremos está fuera). A veces, sobre todo después de los accidentes de corazón, se me olvida que lo sé y busco con desespero y ahínco porque duele, porque no acepto, porque me resisto a que mi voluntad no sea escuchada. El sufrimiento: con la Iglesia hemos topado. No busco el amor, busco que no duela.
No hace falta hacer nada, ni rastrear rastreramente, ni encontrar. ¿Cómo hallar lo que nunca se perdió? Ya es, está. Es el todo, somos amor, somos producto del universo. No es una declaración buenista, new age, meditativa ayurvédica de tarostista de herboristería. Bonifacio se fugó con la fulana a la vuelta de la esquina, me dejó colgada como un chorizo y, sin embargo, sé que fue por amor universal. No el suyo, Bonifacio ni lo sabe, él hizo lo que tenía que hacer.
Para que podamos amar, tenemos que estar libres de lastres y la única manera de soltar peso, vaciar la mochila existencial, es a través del dolor y unas gotitas de sufrimiento debido al no saber dejar ir, por cabezones.
Si no hay dedo en llaga, no hay hostia en cara y desviamos la mirada, seguimos contra la pared sin remendar lo que en nosotros todavía está agujereado. Necesitamos que nos partan la boca, es decir, que nos rompan el ego. Necisitamos que nos desmiembren otros para darnos cuenta de nuestras vulnerabilidades, fragilidades, grietas abismales, desembocaduras, alcantarillas. Y es ese Amor universal, y me cagoentodismo desgraciado, el «como te coja te destrozo», pero Amor al fin y al cabo. Un mal necesario, ni justo ni injusto, sino porque tiene que ser.
El etiquetar, buscar, clasificar, perseguir, definir… Eso es nuestro ego, la compulsión egoica que busca el sentido, la justicia, la venganza, lo que hay que hacer donde no hay que hacer nada.
¿Qué sientes? Pues sin más. Si es dolor, que sea, si es alegría que sea, si es rabia, tristeza, vergüenza que sea crudo, sin pasar por la mente. Vomítalo, regurgita la mierda, suéltala y date cuenta de cómo y dónde duele. Patalea, odia y ódiate, así tiene que ser. Acusa, grita y llora. Insulta y saca la bilis por la boca, caga toneladas de mierda, todo lo que lleves dentro. Es necesario vaciar para volver a llenar el saco. Ahí es dónde está el agujero, en el alma. Coge la herida y ponla a secar y el amor hará que cicatrice. No la lástima, la pena, la conmiseración o la huida… solo el amor cura de verdad. Y no, no el amor de nadie sino el propio, el aprender a sentarse con la pena, el dolor y el odio y a digerir la ingente cantidad de basura propia. Somos odiosos y tiramos boñigas a otros, pero de nuevo, es lo normal y lo natural hasta que, de nuevo, aprendes a dejar ir. Mientras, el amor te cruje con una sonrisa despiadada y fría. Jack el destripador nunca hizo tanto daño. Te desuella mientras sonríe desde una mirada hueca acusándote de gritar y de expulsar deyecciones por la boca. Ese es el amor de amores.
Al Amor incondicional se llega cada día solo por el hecho de «ser». Amo porque tal es mi naturaleza. Amo sin esperar nada a cambio de amar, es de perogrullo. Pero es bien diferente a la hora de conjugar el todo en una relación y por ello existe la espiritualidad que se ocupa de ese Amor incondicional y existe la psicología que se ocupa de ese amor terrenal definido por las tres únicas dimensiones de nuestro sistema perceptivo.
EL AMOR RELACIONAL (PSICOLOGÍA = EGO)
El hecho de querer encorsetar al «amor» pasa a convertirse en compulsión humana enfermiza. El Amor incondicional… ¿Qué coño significa? Pues lo anterior, que existe de forma incondicional sin que nosotros nos demos cuenta. A la que le metemos «mente» ya estamos hablando de amor egoico. Amor relacional, donde dos alteridades tienden a hacer de las suyas. Más o menos conscientes, hasta donde lleguen, pero ya son dos alteridades y en ese juego se juega a cuatro. Dos esencias, dos egos… a veces más. Y aunque las máscaras puedan estar iluminadas al máximo, siempre quedará un resquicio de sombra por la materia que ocupamos.
Imposible amar incondicionalmente a menos que, con los años, hayamos pulido nuestros pequeños «yoes», abolido las fronteras corporales y mentales. Solo de ese modo tendremos un acercamiento a lo que solo bajo una forma etérea se puede conseguir y a la que llegaremos a través de la muerte o del no nacimiento. En el amor incondicional no existe la consciencia ni la condición de materia. Desaparece todo, es una vivencia, un estado, un segundo, un suspiro que se pira a la que volvemos en nosotros.
Es un error enfrentarse a una relación de pareja con la idea de amor incondicional en mente. Es imposible, pues una relación es una relación, es la materialización en tres dimensiones de una atracción más o menos fervorosa. Al implicar a dos, o más personas, ya se ponen en marcha los mecanismos egoicos que son las máscaras, más o menos claras, de lo que pretendemos ser.
Meterse en relación es interrelacionar dos máscaras: ego-ego ¿Quién «egs»? Por lo tanto, yo la primera, meterse en relación con esa idea en mente es estar completamente demente. Decir «no espero nada de ti» es erróneo. Todos esperamos algo, así sea la reciprocidad en el trato, y ser consciente de ello es ser responsable afectivamente. ¡Claro que no, claro que no he seguido mis propias conclusiones, por eso todos los batacazos, hombre!
No se puede no esperar porque entonces la relación nace en el desequilibrio y la falacia. Lo justo sería empezar diciendo «¿Qué esperas de esto?», «¿A qué aspiras?», «¿Con qué finalidad te pones en contacto conmigo?» y cualquier pregunta que le salga a uno de dentro basado en lo que uno quiere para sí mismo.
AMOR FILOSÓFICO (AL FILO DEL SOFOCO)
Y existe la filosofía que es el onanismo en su máximo esplendor que busca respuestas terrenales a cosas espirituales y que, por lo tanto, mea constantemente fuera de tiesto y se propone descifrar, hallar soluciones a problemas que ella misma ha creado y que, por lo tanto jamás tendrán solución porque no existe tal problema. El concepto es el problema. Si eliminamos el concepto, deja de haber conflicto.
Estoy enamorada del amor. Bueno, estoy enamorada y punto. Espero un trato decente con reciprocidad, humanidad, delicadeza, comunicación asertiva, equilibrio, sinceridad, un amor que me haga crecer y al que yo haga crecer y que, con consciencia, ambos construyamos desde la mejora personal y desde la honestidad.
Si tan solo lo hubiese sabido antes.
La filosofía, como herramienta humana que es, busca poner etiquetas, cerrar al vacío y colocar el ejemplar en lo alto de la estantería… no es una crítica, es una herramienta útil pero es eso, una herramienta.. lo que hagamos con ella ya depende mucho de lo que tengamos dentro.
Supongo que las personas nos construimos como se hace un relato, o una foto o una escultura. Haces un boceto, es una mierda, lo rompes y empiezas otra vez, sale un poco mejor, lo vuelves a romper… en algún momento fingimos que hemos terminado, pero en el fondo no somos más que proyectos en construicción/destrucción
Un abrazo.
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WOW! Fantástico, gracias por tu comentario y por pasarte por aquí. Sí, en efecto. Vamos de boceto en boceto y tiro porque me la meto (la hostia). No funciona entonces rectificas, un poquito de aquí, un poquito de allí y probamos de nuevo… Un abrazo!
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