No se puede luchar toda la vida: Tercer y último acto en Do mayor. La madurez termina matando la obsesión. Airear los trapos sucios.

«Toda adicción surge de una negativa inconsciente a enfrentar el dolor y salir de él. Toda adicción comienza con dolor. No importa a qué sustancia sea usted adicto: alcohol, comida, drogas legales o ilegales o una persona. Usted está usando algo o a alguien para ocultar su dolor»

-Eckhart Tolle-

Hoy el pensamiento viene granado de repliegues, explorando los recovecos y sacando a relucir los trapos sucios. Es denso y no sé hasta qué punto me quiero redimir humillándome en púdico sin público en abierto de par en par. Es lo que hay y así me lo cuento para evitar dejarlo apolillarse convenientemente en el cajón del olvido, como siempre que he desviado la mirada por desinterés, pereza o inconsciencia. Los escombros de este edificio que se derrumba están ahora expuestos en el vertedero verdadero de las desgracias.

Los años pasaron y ahí donde hubo fuego sólo quedaba ceniza y quizás algunas ascuas que traté infructuosamente de no atizar para evitar hecatombes. Seguía tropezando con la misma piedra a pesar de ver la roca. Las reliquias de lo que fueron aquellos ardores de una juventud relegada a las últimas celdas del corredor de la muerte yacían sin brillo y me hundían con su peso en mi propia poza de desdicha.

Entre los rescoldos quedaba un residuo de esperanza que todavía escocía levemente. La madurez obligaba a mirarse dentro, a buscar el origen de la pasión, la chispa que debía provocar el arrebato con la consiguiente catástrofe a niveles apocalípticos. Era la del amor una adicción como cualquier otra, que ponía empeño en evitar sentir la soledad porque en pareja la vida se tornaba, supuestamente, más dulce. Todo cuanto hice por ocultar el dolor de la incomprensión, para huir de esta perenne sensación de abandono y soledad que pulsaba y seguirá latiendo para el resto de la vida, se me giró en contra y dejó un abismo más hambriento que el original. Cada uno tiene las taras que tiene y sin conciencia de las mismas tan solo se incide en el dolor provocando un eco cuyo cometido es llamar la atención para poder arrojar luz a la sombra que guía nuestros pasos y nos obliga a cometer los peores delitos contra nosotros mismos. Sabiendo y aceptando lo anterior… a ver qué pasa.

¿Qué desataba este imparable torrente de feniletilamina? El cuelgue del colgado que me forzaba a pausar la vida en cualquier momento sin importar el dónde, el con quién, el cómo estuviera. La locura del amor no era amor, era necesidad de huida de uno mismo por las propias creencias: «compartida la vida sabe mejor». En ella me dejé la mía, la salud, los amigos, la familia y todo el que estuviera en el camino. Paradójicamente, la creencia mató el compartir que ya tenía. La obsesión condujo a la inercia de la idea, de la fantasía, de las palabras que creaban el espejismo de lo que no tenía, pero que sí tenía. ¡Cómo son los conceptos!

El fallo siempre fue «el ideal romántico», sin duda alguna, ahora lo sé aunque siempre lo supe y nunca quise reconocerlo. Fui, soy y creo que seré una enamorada del amor sencillamente porque es una manera como cualquier otra de evitarlo. Si las aspiraciones se mantienen inalcanzables se convierten en imposibles. No recuerdo bien el argumento, pero el título me va como anillo al dedo: «El amante del amor» película de Truffaut.

Ocurre como con los grandes personajes (los pensadores, escritores o músicos) que despertaron en mí desde la más tierna edad una admiración sin igual. El personaje se convirtió en la persona. Me suelo quedar embelesada con la obra porque las palabras (siempre las palabras) las interpreto en función de mi propio teatro personal: «Luego están las decepciones …», «Parole, parole, parole… «. Está el arte repleto de desengaños y desilusionados que creyeron en sus propias mentiras. «Tápate los oídos y mira mientras caminas conmigo, decide después si mis palabras se convierten en actos significativos para ti».

Me baso en la psicología pura y dura: busco lo inalcanzable porque mi padre es un inalcanzable, un evitativo que nunca demostró el más mínimo signo de desfallecimiento. Siempre quise conquistar su enorme corazón y siempre me sentí abandonada y traicionada. ¿Conclusión? Buscaré siempre aquellos horizontes imposibles, lo más inaccesible, lo más evitativo porque mi subconsciente cree a pies juntillas que si consigo que me quiera el sujeto de mi deseo, conseguiré cambiar el curso de mi suerte. Por eso, cuanto más esquiva, fría y lejana se me presente una persona, más anhelo y enganche me hará sentir. Lamentable o no, cierto. No sé si entender con la mente cambiará decurso de la persecución y por fin dejará marcharse al que quiere escapar.

Espero que hacerlo consciente equivalga a, paso a paso, caminar hacia aquello de lo que mentalmente estoy convencida:

«Ya no quiero fuegos artificiales, quiero tranquilidad y pausa. Algo que sea real y que desee ser más de lo que es. Alguien que se cuide y nos cuide, que esté dispuesto a vencer sus propias limitaciones, que comparta sus temores, que sea amigo y venga en son de paz. Quiero a alguien al mismo nivel en el que estoy, cansado de pruebas y errores, hastiado de querer gustar a los demás, seguro de sus inseguridades, pero con la firmeza de franquearlas porque no importan. Quiero un corazón gigante y bueno que sepa decir «no» cuando sea que no y «sí» cuando sea que sí. No estoy para buenismos, ni para personajes. No quiero aventuras sin sentido, ya me cansé. Nunca es tarde si la dicha es buena, de cansarse digo.»

Quizás el problema, si es que existe alguno, es sencillamente el querer y el sentir que hay un fallo precisamente porque es algo que no tengo bajo el imaginario de lo sublime. Y con tanta espiritualidad uno sabe que el deseo, el ego, el apremio, la obsesión enaltece la carencia. La fijación del propio instinto (conservación, social, sexual) nos hace ver aquello que para nosotros es importante y de lo que carecemos en vez de poner el ojo en aquello que ya tenemos, pero no valoramos porque sencillamente no reposa en eso nuestra creencia limitante.

Creo que le he dado la vuelta a todo, ya no queda nada por descubrir más que las pequeñas cosas que tiene para ofrecernos el destino y que en demasiadas ocasiones han pasado desapercibidas o sencillamente se rozaron con la yema de los dedos, pero no me detuve para saborearlas porque me quería comer el mundo y el mundo se me comió a mí.

Algunas veces el resultado fue catastrófico, me dijeron que innecesario, que nada valía el sufrimiento ocasionado. Soy partidaria de pensar que las cosas ocurren para que puedas entender de qué manera lo hacen, cómo se implantan, crecen, florecen y matan. Algunas matan y otras mueren. Gracias a la desgracia propia se puede comprender la ajena desde la vivencia. Gracias a la experiencia se puede empatizar y entender cómo se siente el que se sienta enfrente.

Quiero compartir esas pequeñas gestas, plantar semillas de futuro, trabajar en equipo y hacer que algo perdure en armonía, envuelto de una vibración bonita, voluntariosa. Agradecer una puesta de sol, una buena conversación y admirar la belleza que se entrelaza junto a la unión de dos manos o de unos labios buscando otros.

No estamos para caballeros de reluciente armadura, sino para viejos vagabundos, ermitaños magullados y cansados de buscar la tierra prometida sin haberla todavía encontrado.

Me digo: No hay mapas del tesoro, son sólo mapas que llevan a uno mismo.

8 comentarios en “No se puede luchar toda la vida: Tercer y último acto en Do mayor. La madurez termina matando la obsesión. Airear los trapos sucios.

  1. Avatar de अनत्ता 光 心
    अनत्ता 光 心 dice:

    L’entrada em sembla brutal. Què puc dir? Crec que ara mateix llegir-te és una de les coses més intel·ligents, profitoses i amb sentit que puc fer amb el meu temps. És un exercici d’autoindagació, autoconeixement, anàlisi, reconeixement, exposició i explicació increïblement honest, profund, encertat i valuós. I molt valent. Sí, estàs fent un exercici de deconstrucció o demolició d’un edifici psicològic, mental i emocional per a què neixi una altra cosa milers de vegades més valuosa i autèntica, absolutament sanejada.
    Ara no vull posar-me a repetir les expressions i reflexions que has escrit i que em semblen admirables i molt encertades, perquè serien moltes i no acabaríem.
    La figura del pare evitatiu… conquerir el seu cor i el seu amor. L’ideal de l’amor romàntic… això és fonamental, una gran veritat. Tots, qui més qui menys, ho portem a dins perquè ens ho han ficat a foc, bombardejats per tots els models i valors que comentàvem l’altre dia: la cultura, la família, les amistats, el cine, el màrqueting de Sant Valentí (el colmo, ya te cagas).
    Tampoc acabaríem. Aquesta és una de les reflexions fonamentals: «Era la del amor una adicción como cualquier otra, que ponía empeño en evitar sentir la soledad porque en pareja la vida se tornaba, supuestamente, más dulce».
    «Una enamorada del amor». El que passa és que caiem en aquesta idealització tan perillosa i que ens porta de cap a la frustració. És teòricament tan maco, pot ser tan satisfactori i es pot ser tan feliç si trobes una relació de parella i estimes de veritat i ets estimat… És perfectament legítim, comprensible, humà aspirar a això… i somiar-ho. El gran problema, com ja explicaves, és que es barreja aquesta autèntica necessitat d’estimar i de trobar aquesta vinculació afectiva amb les relacions de parella. I el problema és que aspirem a integrar uns valors o un ideal tan «perfecte», tan maco i absolut quan som éssers terriblement imperfectes, plens de defectes, mancances, bloquejos, ferides no curades, egoisme, pors… i un llarg etcètera. Llavors, és clar, tot «explota» o se’n va a fer punyetes quan es barrejen aquestes dues realitats.
    Una altra expressió i gran veritar m’ha semblat «me quería comer el mundo». Ja, i és aquí quan deixem de valorar el que ja tenim i comencem una fugida boja sense fi.
    Apart de tot el que he dit, relacionat amb les relacions entre persones i les emocions (coses sobre les que incideixes molt), segueixo pensant que tot aquest amor, plenitud, felicitat, sentit de la vida, llum, autorrealització etc. és a dins nostre. No et cal anar en lloc ni fer res a nivell «extern». Caldria amb asseure’s a una cadira i enfrontar-se a un mateix, a totes aquestes mancances, ferides, contradiccions… i començar a mirar-ho de cara per a fer neteja.
    Una gran entrada. Ho deixo aquí.

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Ostras! Doncs moltes gràcies! La veritat no sé què dir. Es un trabajo el de indagar en nosotros mismos, intentando profundizar en aquello que nos hace sentir «mal» o «inquietos». Nadie tiene la responsabilidad más que uno mismo de sus propias emociones. Si con alguien se te dispara alguna emoción, creo que merece la pena saber de dónde viene eso que te está pasando porque si no hacemos eso de «me haces sentir esto o lo otro» cuando en realidad nos sentimos de una determinada manera porque ese comportamiento nos está recordando algo profundamente arraigado. Para poder amar, y amar de verdad, tenemos la responsabilidad de saber de dónde viene eso que sentimos. Sabiendo el origen (que nunca está en el prójimo) podemos trabajar el apego o por lo menos volverlo consciente y de alguna manera trascenderlo. Entonces no queda apego y podemos valorar al otro por sus cualidades reales y no por nuestras carencias. Vamos, eso es en la teoría. Estoy trabajando en ello porque el objetivo siempre es desprenderse del apego y la falta y ver a las personas por lo que son y lo que no son. Creo que es el descubrimiento del año. Bueno, no realmente, porque son esas cosas que se saben pero todavía sin integrar, son complicadas de llevar a la práctica sencillamente porque conocemos la teoría pero, al no estar integrada, no podemos sentirlo… Uf… me callo que luego dicen que soy complicada. Ojalá fuera más sencillo. Quién no tiene un nabo tiene una col… Un abrazo y gracias siempre por aportar valor! Inteligencia compartida, de eso va la película, por lo menos eso se prentende.

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      1. Avatar de अनत्ता 光 心
        अनत्ता 光 心 dice:

        Exacto: nadie tiene la responsabilidad más que uno mismo de sus propias emociones.
        Esas emociones o reacciones (etc.) que se desatan en nosotros provocadas por los demás… pues es siempre porque los demás nos hacen de «molesto recordatorio» o de un «espejito, espejito» donde vemos cosas de nosotros mismos que nos desagradan. Y esto aplica a todo, no solo a nuestros semejantes.
        No, no eres tan complicada: una cosa es la teoría y otra poner todos estos saberes en práctica. Y la práctica es realmente lo difícil, pues es picar piedra con emociones y un sinfín de cosas efectivamente muy arraigadas. Poquet a poquet, no et sembla?
        Una abraçada.

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