Miguel, el Maño, hay días en los que te echo de menos, incluso después de veinticinco años. Ojalá…

«Yo quiero proponerle a usted un abrazo, uno fuerte, duradero, hasta que todo nos duela. Al final será mejor que me duela el cuerpo por quererle, y no que me duela el alma por extrañarle»
– Julio Cortázar –

Lo que antes rebosaba de vida ahora yace inerte, esperando una respuesta del más allá, aguardando ser escuchada, leída, querida a fin de cuentas. ¿No pedimos todos lo mismo de maneras distintas?

El día que mi abuelo Miguel, alias el Maño, nos dejó seguíamos hablando de él como si estuviera vivo porque duele demasiado cambiar de tiempo verbal y reemplazar el presente por el pasado. «Estará más cómodo con el traje azul». Nadie me dijo que había muerto pero mi mente infantil comprendió la frase a pesar del futuro simple.

Los gestos de abatimiento, las miradas enrojecidas, las muecas de dolor dejaban presagiar lo peor, o mejor aun, lo natural. Utilizar el pretérito indefinido obliga a definir la situación, a aceptarla y, debido a la rapidez de su partida, el séquito familiar no estaba preparado para cambiar de registro. El lenguaje ayudó a dilatar la desaparición, a extenderla un poco más y a apurar la llama mortecina de su existencia.

Si hoy viviera contaría con…noventa y cuatro años. Probablemente, su mente se habría agujereado debido a la demencia y que estuviese presente o no, sería el mismo pasado. Cierto, habría tenido la oportunidad de conocerlo como adulta y, quizás, esta huella imperecedera habría cambiado de color y de tono. Aún así, la mente humana funciona desde el ideal y habría seguido aferrada a aquella imagen de intelectualidad inflexible, mirada inteligente de ojos pequeños y rasgados, suspicaces. Tenía los ojos claros y de dos colores, con motitas, como si de un gato se tratara.

¿Por qué pienso en él hoy? Porque tras once horas de sueño, cosa extraordinaria que ocurre cada 16 de julio de años impares, me levanto desubicada, como si no perteneciera a este mundo y me da por cuestionarme cosas que no tienen mucho sentido y que lo adquieren cuando bajo de la nube y lo aplico a lo cotidiano.

La muerte forma parte del ciclo de la vida. Todo se acaba. Aunque batallemos por mantener la llama, no podemos hacerlo en contra de la naturaleza, muerta. Maravillosos seres que somos, entusiastas e idealistas que viven la realidad desde la imaginación y pretenden alargar la sombra de lo que algún día fue un destello. Nos asimos a ese brillo, momentáneo, lo alimentamos dándole vida, protegiéndolo de nosotros mismos, de la observación activa. Los hechos indican lo contrario, no pasa nada, mantenemos la ilusión porque, de otra manera, la vida es mucho menos dulce. Un día, no hace primavera, dice el refranero, en cambio nosotros hacemos de esa primavera falsa, una vida entera. Nos entregamos con los ojos vendados, abrimos ventanas y puertas, invitamos a la alegría, aceptamos a los transeúntes: «Hola buenos día mariano, pasa pasa que aquí hay café recién hecho y pastel de manzana acabado de hacer». Mariano pasa, Mariano bebe, come, discute, ameniza la mañana. Pero Mariano tiene una vida, familia, amigos, un trabajo y Mariano se va. Idealizamos a Mariano porque comió, bebió, rio con nosotros. Se fue, se fue y no volvió.

Aquí hay café y pastel de manzana, voy a esperar a que vuelva Miguel, el Maño, al menos su recuerdo y pasaré otro momento con él. Ojalá lo hubiera conocido de adulta, quizás ahora no dolería tanto su ausencia. Quizás me hubiese protegido de los sinsabores de la vida… chi lo sa?

Esta es la canción que solía cantarme, entre otras.

5 comentarios en “Miguel, el Maño, hay días en los que te echo de menos, incluso después de veinticinco años. Ojalá…

    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Buenas J. No hace falta explicar nada, quien no lo entienda es porque no tenía que entenderlo y que cada uno interprete a su manera. No es física cuántica. Gracias por tu comentario!

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  1. Avatar de beauseant
    beauseant dice:

    Aquí sólo puedo tirar de frases cansadas y manidas, todas esas que usamos para describir la vida y su inevitable final.. a mi no me sirven de mucho, lo acepto como acepto todo lo que no entiendo y no me gusta, qué remedio. Pero sí te diré algo que repito mucho, quizás demasiado, mientras alguien te recuerde, no te has ido.. parece poco, pero es mucho, quizás lo máximo a lo que podamos aspirar.

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Buenos días, me gusta la idea del que no desaparece mientras lo piensan. Así con todo… no quiero que desaparezca nada ni nadie. Los seguiré pensando. Gracias por tu comentario!

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