«El diablo te ofrece el plato, mas no te obliga a comer. Falla quien quiere»
-Anónimo-
Tomó una caja de zapatos, monda y lironda. Le hizo un agujero en la tapa, lo suficientemente grande para que cupiera (¿Eres más complicada que conjugar el verbo caber?: Mujer sola, suspirante a escritora, soñadora, frágil, bonita… perfil de víctima de los depredadores al acecho. Te ponen la vida del revés.) mi mano y me dijo:
-En esta caja no hay nada. Cierra los ojos e imagina tu peor miedo.
Así lo hice. Cerré los ojos e imaginé una araña grande y peluda. De pronto, mi cuerpo se puso en estado de alerta. Un malestar se apoderó de mí. Una desagradable sensación me recorrió la espina dorsal. Continuó con la demostración:
-Ahora abre los ojos.
Seguí sus directrices como la niña complaciente que era.
-Quiero que metas la mano en la caja. No hay nada.
Hice el ademán de acercar mi mano al agujero pero la mente me advirtió de no proceder. ¿Y si mientras que tenía los ojos cerrados, él había metido una araña dentro? ¿Cómo podía saber de mis miedos? ¿Y si realmente no había nada? ¿Y si todo aquello era un espejismo? ¿Y si…?
Me bloqueé y no supe si realizar el ejercicio o no. Obviamente, mi parte contrafóbica desafiaba a la fobia ordenándome realizar el ejercicio. La inquietud, que no reconocí como miedo, mandaba precaución. Recordé a Sánchez Dragó e imaginé que me susurraba al oído «cuando tengas miedo de algo, hazlo, verás que no pasa nada».
El hombre esperaba observándome con los ojos grandes y una sonrisa de medio lado dibujada en el rostro. Me provocó:
-Venga, métela, no pasa nada.
Mi mente era un hervidero: «¿Sí o no?, ¿Y si…?, ¿Sí o no?, ¿no…?, ¿sí…?». Me tenía que demostrar a mí misma que era valiente y que allí realmente no había nada, tan sólo el producto de mi imaginación y un poco de dudas sembradas por la lectura de aquella sonrisa que no lograba dilucidar lo que escondía. ¿Ocultaba?
Esto mismo ocurre con la disonancia cognitiva: parálisis por incertidumbre.
👌
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Qué raro y curioso que tu última publicación no queda la primera, arriba del todo. 😀😀
Efectivamente, el poder de la mente. De la sugestión, del miedo, de la neurosis, de la desconfianza, de las heridas que causan dolor o de las creencias erróneas que tenemos. Es más, diría incluso el poder de las palabras y los conceptos.
Por eso hay que trabajar interiormente. Por eso «despertar» es disipar las telarañas imaginarias (ignorancia, ilusión) de arañas imaginarias.
En realidad cualquier producto de la imaginación o la elucubración, aunque nazca de las emociones o las experiencias.
Las cadenas que nos limitan y aprisionan no las romperemos a base de fuerza bruta. Como argumentaba en mi entrada, un buen método es observar. Observar para ver la falacia de algo, para disiparlo y alcanzar la comprensión.
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Joder, otro escrito alucinante! Seguimos, amiga. De nuevo, gracias.
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Gracias Moly! Gracias infinitas por siempre parecerte todo alucinante, jejeje, me siento halagada! Un abrazo bien grande
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Lo es, amiga.. lo es
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Gracias Moly, con vosotras da gusto estar en contacto!
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Buenísimo. Parálisis por incertidumbre gestada por un miedo visceral. Cuánto aprendemos de nosotros mismos cuando miramos a nuestras sombras y a esas partes más oscuras de nuestro interior. Un abrazo enorme. 🥰
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Tania! El problema siempre es pensar demasiado porque la sombra la creamos nosotros desde nuestra propia proyección. Qué fuerte! Un abrazo, bonita!
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