«Tienes que tocar fondo, entonces das una patada y subes a la superficie de nuevo. Las crisis son buenas, son la única forma de crecer y cambiar»
– Isabel Allende –
Mi infierno personal tiene tres capas sucesivas: el Tánatos, el Sónatos y el Monte del Olvido y las he recorrido las tres por eso sé que a las tres les falta una letra que no es la misma excepto en las dos primeras.
La Información es crucial para deambular por las capas más inmediatas del ensueño, la soberbia es necesaria para llegar a la cima de la tercera y contemplar desde lo alto el palillico de la bandera pirata que sigue ondeando en tierra de vivos, acaparando acólitos alcohólicos necesitados de su dosis de amarre o de «te amaré» y «te amarré». Nos enamarramos a los mismos marranos que se lo comen todo. Perlas o margaritas, mierda o patatas fritas. Tanto les da mientras sea endeble y brille.
El Tánatos es la primera parada del que deja de existir. El contacto más suave y dulce de la realidad irreal y viceversa puesto que la irrealidad se vive como la única realidad posible. Es un estar sin estar, una no conciencia, una ensoñación caritativa del hechizo que mece la cuna del recién salido de Venus. Es callado, observador, una media vuelta de todo y una vuelta y media sin medida. Una fuga y un retorno. No abrasa, pero quema y, trazo a trazo, destroza las paredes que lo separan del Sónatos, un infierno más profundo y calcinador.
En el Sónatos arde la ira y se pierde la vergüenza, (a)nótela sin pan y a cucharadas. Bocado a bocado el demonio del Sónatos devora el alma de la cándida criatura venida del Tánatos. Se endurece la costra de costosa creación, pues hacer estallar la pústula de la pusilanimidad, de la sombra del miedo y de la procrastinación costró el derribo de los muros inmaduros de uno mismo. La estancia en el Sánatos depende de cada uno, hasta que la rabia, el odio, el miedo no se transformen en absurdidad e indiferencia no se podrá comenzar el ascenso hacia el Monte del Olvido.
Las personas que se rompieron en pedazos y se recompusieron son las que llamamos personas sanadoras, no lo son aquellas a las que nunca les pasó nada. Las que lograron reconstruirse a sí mismas tienen algo que hace que se genere esta reacción en cadena donde sana uno y sanamos todos. Podríamos llamarlo sanación en cadena. Con esa cadena subimos al Monte del Olvido que se transformó en el Monte de Ovidio con El Arte de Amar y Las Metamorfosis.
Qué maravilla de texto. Me encanta la imagen que has creado y la parte final es absolutamente magnífica. Juntas creamos cadenas que nos liberan. Un besazo enorme.😘
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Gracias preciosa! Como siempre, compartir, departir y partir hacia montes de olvido! Besitines para ti!
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Cada una de tus entradas en un tesoro, un texto que analizar, y para analizarse.
Mil veces gracias, alucino con todo sobre todo porque de repente puedo explicarme mil millones cosas. Gracias, gracias y gracias
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Gracias Moly, me alegro (no sabes cuánto) de que mi mierda ayude a comprender tu mierda. JA JA JA, muy gráfico pero es que es así. Si esto en algún momento le sirve a una sola persona, ya será más de lo que hubiera podido esperar. Gracias a ti por compartir! Seguimos!
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