El ego que ahoga: Poniendo freno a MariPaz, un método de emergencia que permite poner distancia. No sostenible en el tiempo porque apela a la fragmentación pero frena el impulso depredador.

“Tienes una imagen mental, no solo de quién es la otra persona, sino también de quién eres tú, sobre todo en relación con la persona con la que estás interactuando. Así que tú no te estás relacionando con esa persona, sino que quien tú piensas que eres se está relacionando con quien tú piensas que es la otra persona, y viceversa. La imagen conceptual de ti que tu mente ha creado se está relacionando con otra creación de tu mente, que es la imagen que ha creado de la otra persona. Probablemente, la mente de la otra persona ha hecho lo mismo, de modo que toda interacción egótica entre dos personas es en realidad una interacción entre cuatro identidades conceptuales creadas por las mentes, que en definitiva son ficciones. Por eso no es sorprendente que haya tanto conflicto en las relaciones. No existe auténtica relación.”
ECKHART TOLLE

Me hacen gracia los perfiles. De cara me río pero de perfil me desintegro viéndome a mí misma. La absurdidad es tal que me sigue sorprendiendo cómo todo parece inquietantemente un copiar pegar de alguien en la otra punta del planeta. Escaneo perfiles y veo a través de ellos, como si hubieran reemplazado mis ojos por unos rayos X.

Escruto con mirada de loba el escroto como parte bien escondida y me excreto a mí misma. Busco patrones, los leo, se me aparecen tan obvios que son puñaladas en los ojos. El ego no es malo, es la parte consciente de la mente y es un aliado para nuestra supervivencia. A veces hay que pararle los pies porque se envalentona, pero no hay que confundirlo solamente con la vanidad o el narcisismo, sino como un método de conservación del ser que contribuye al ahorro energético gracias al pilotaje automático. Resulta contraproducente cuando lo dejamos, en pos de la preservación, boicotear las vivencias.

Mi ego es incisivo, incendiario, caústico, corrosivo, (auto)destructivo. Mi ego es también todo lo contrario: sensible, hipersensible e hiperreactivo perreando entre la hipersensiblería y el fofismo hipertrófico. Cuando MariPaz se pone tierna sintiéndose víctima del mundo, me deja fría porque sé que tal dramatismo es manipulador, no es real, es producto del momento.

La reconozco en las «lágrimas, suspiros, fuegos artificiales, me estremezco con el tacto y aroma de su piel y llegan a mí recuerdos de aquellos tiempos en los que tú y yo nos fundimos en uno solo…». «¡Oh Dios!, si tan solo pudiera rozar con mi mirada el aire que respiras… alquimia salada de escarcha fragmentada bajo el desamparado aullido de mi cuerpo. ¡Oh Dios, odios, adiós!»

Quiere dar pena, que la mimen, que la oigan que le den una palmadita en la espalda. Busca un poco de atención así que me toca salir a abrazarla. La sensiblería huele mal, fatal. El fofismo emocional no provoca grandes poemas, sino que deja chorros de chorradas de hediondo sinsentido donde se imbrican palabras biensonantes las unas dentro de las otras y el resultado es un reguero ridículo al que mal llamamos arte. El arte democratizado, la libertad de expresión del ego, donde todos tenemos derecho a describir nuestro pequeño mundo engrosándolo de vocablos rimbombantes cuya suma iguala al cero del infinito.

No pasa nada, pero al día siguiente se levanta con las uñas afiladas escupiendo fuego y sinsentidos de los suyos, esos extremos opuestos que se funden en oximorones imposibles. Le gusta mezclar los aromas de la piara y las rosas, mieles y hieles dispuestas a imagen y semejanza de su patrocinadora. Es su arte particular, la dejo que haga a voluntad hasta que se dirige contra mí. La conozco, me divisa con sus grandes ojos llenos de socarronería y la muy cabrona me vomita alguna gilipollez reciclada de quién sabe dónde: «mi corazón palpita como una patata frita». Estalla en una risa cruel, burlona como si ella jamás hubiera tenido la pena adherida a la piel fina. No, no está loca, es indecorosamente de extrema anarquía. Ni Dios, ni amo, ni sentido.

Ya habrá tiempo para la misericordia y el bochorno personal.

Que sí, que MariPaz tuvo su cumbre adolescente hasta los casi cuarenta años y la zarandearon de lo lindo. Creo que ahí fue donde, hablando en plata, se sacó los dedos del culo y se puso en su lugar, por fin, apuntalada en sí misma dejando las ensoñaciones para el crepúsculo y en la intimidad. Demasiada fantasía ensucia la decencia de lo humanamente esperable tanto por exceso como por defecto.

Cuando hablo de ella así, en tercera persona, se calma. Ella, que se aprestaba a ridiculizar al prójimo, queda al descubierto y se amansa. Es una buena técnica para quien quiera dominar a la fierecilla interna a punto de tomar las riendas de la mente. No, no soy ella, ya no soy ella pero a veces, solo en momentos puntuales, también lo soy.

7 comentarios en “El ego que ahoga: Poniendo freno a MariPaz, un método de emergencia que permite poner distancia. No sostenible en el tiempo porque apela a la fragmentación pero frena el impulso depredador.

  1. Avatar de अनत्ता 光 心
    अनत्ता 光 心 dice:

    Las explicaciones de Tolle son muy brillantes, absolutamente lúcidas y acertadas. Magníficas.
    El ego no es intrínsecamente malo, pero… es una creación o un producto de la mente. Es una creación, y decir eso no es poco. Se infiere por tanto que es algo artificial, construido, añadido, superpuesto, etc. O sea, una imagen mental, ese personaje. Por tanto no es nada descabellado decir que en verdad sobra y que es un pensamiento o concepto más. Ya, aunque me vayas a decir que es necesario, que con él hemos llegado hasta aquí, que si evolutivamente, que si la supervivencia… vale, todo eso es cierto, pero no implica para nada que debamos quedarnos estancados en ese nivel, esa creencia, esa imagen que hemos añadido. Como acabo de comentar en otro blog, toda esa «tríada infernal» que es pensamiento-parloteo mental-personaje es potencialmente susceptible de verse desenmascarada, iluminada, vista y comprendida, y por tanto trascendida (dejada atrás) o incluso desaparecer en altísimo grado o hasta el 100%.
    Me parece muy bien toda la explicación que das sobre el ego o MariPaz, que la veas y le veas el plumero, que uses todo esto para intentar justamente ir más allá. Solo te diría que al utilizar tanta distancia y tercera persona (describiendo objetivamente) tuvieras algo de «cuidado» de no caer en cierta disociación… o justamente excesivo distanciamiento y desidentificación. No, en verdad no eres el ego, pero potencialmente también lo eres y de hecho sigues en ese nivel (soy y he sido esclava de MariPaz, escribías) y estás condicionada o «metida» o identificada con ese personaje. Estás «bajo» o «dentro» de esa forma de ser, o máscara, o condicionamiento.
    Dos reflexiones. Te las suelto para ver qué opinas de ambas. Una, ¿qué opinas de estar mirándose al ombligo constantemente? ¿Acrecienta eso el ego o ayuda a trascenderlo? Y dos, ¿qué opinas de estar hablando con extraordinaria frecuencia (casi siempre) de uno mismo? ¿Acrecienta eso el ego o ayuda a trascenderlo?
    Solo te lo planteo para que lo ponderes, si quieres. Mi opinión personal e impresión es que intentas combatir eso con más de lo mismo. Dicho sin acritud ni hostilidad, de verdad. Tampoco digo esto para poner en tela de juicio que estás en tu pleno derecho de hacer esto, de adoptar este punto de vista o acercamiento, estos «métodos». Cada cual tiene los suyos, seguro.
    Está muy bien que hagas esta exhaustiva radiografía, que la conozcas tan requetebien y a fondo, que le veas el plumero, que cuando ella va tú ya estés de vuelta (¿no te suena a disociación?), y que encima lo expliques de forma clara y directa.
    También me puedes salir diciendo que esto tiene mucho de «creación literaria» y que el parecido con la realidad es escaso, que soy yo el que lo está proyectando. Etcétera.
    No abogo demasiado por lo de poner freno o pararle los pies. Creo que las herramientas más poderosas son (mira si soy pesado y monotemático) la autobservación, la autoindagación, la honestidad con uno mismo, la así llamada «meditación», el trabajar de forma REAL por trascender esa tríada que he nombrado (no en teoría, sino de facto; por ejemplo, dejar de elaborar pensamientos, juicios y lenguaje interiorizado), y también intentar «dar el salto» para instalarse o permanecer en el SER o PRESENCIA, como te decía hace días.
    Pero… cada maestrillo su librillo.
    Va, voy a remachar el clavo con otra reflexión. ¿Qué es más útil, efectivo y poderoso? ¿El lenguaje, las palabras… hablar, describir… o el silencio?
    Claro, claro, me puedes contestar también que tú abogas por el conocimiento a fondo del ego, de la sombra, por su descripción, por el eneagrama, etc.
    Namaste.

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Magníficas relfexiones todas ellas. Claro que sí. Mirarse el ombligo es necesario, un mal necesario y quien no tiene que hacer… se mira el ombligo. Cuando no tengo nada de lo que hablar, hablo de mí porque estos son mis lares y para eso se abrió el blog.
      Me gusta mucho leer tus comentarios, siempre poniendo el dedo sobre la llaga así que solo me queda agradecer ese ego tuyo que se enfrenta al mío.
      Hasta aquí puedo contar hoy.

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      La fragmentación es lo que lleva al problema de la dualidad, a la negación y todo lo que estoy intentando solucionar ahora después de décadas de ceguera, pero cuando se pone cojonuda, hay que bajarla a tierra. Quizás te podría funcionar a ti también.

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