“Si no existe una buena solución para un dilema, si ninguna de las actitudes sensatas y efectivas nos acercan a la solución, las personas tienden a comportarse irracionalmente, haciendo más complejo el problema y tornando su resolución menos plausible.”
– Zygmunt Bauman –
“La vida social ya se ha transformado en una vida electrónica o cibervida.”
– Zygmunt Bauman –
“El amor es la supervivencia del yo a través de la alteridad del yo.”
– Zygmunt Bauman –
Me fui a la cama con una migraña salvaje muy poco habitual. En algún momento tuve hasta miedo por la violencia de lo experimentado y mi Woody Allen interior no dejaba de susurrar: tumor cerebral. Puesto que los medicamentos en esta morada brillan por su ausencia, no tenía al abasto ninguna píldora mágica con la que sobrellevar aquella laceración instalada en la parte izquierda de mi cráneo. Sentía las idas y venidas de su pálpito, la presión y su opresión.
Busqué con cierta desesperación una farmacia de guardia mientras el reloj seguía corriendo hacia el amanecer. Nada hubo que hacer así que seguí las mismas directrices que en terapia esperando un milagro: acepta ese dolor y ofrécele un lugar, acompáñalo, déjalo ser, crecer, expandirse y no lo rechaces. Finalmente ambos caímos rendidos fruto del cansancio.
Doce horas antes…
Me allegué a la consulta cinco minutos tarde, cosa poco usual en mí. Soy de las que se adelantan a pesar de haber comprobado reiteradamente que las sesiones empiezan con retraso. Me hizo pasar, dejando salir a la anterior persona.
Le comenté las novedades con entusiasmo y jocosidad: «¡Yo, profesora de profesores! ¡Qué idea! ¿Te lo puedes imaginar?!» Esperó que yo hubiera aceptado la propuesta y «¡Claro que sí! Es una oportunidad única en la vida, como esos trenes que solo pasan una vez. A contrafobia la acepté, aunque el miedo a lo desconocido me corroa las entrañas, no me bloquea. La contrafobia me conduce siempre al desafío para lo bueno y para lo malo.»
No pude retrasar el entrar en materia así que, a contrafobia, tocaba abrirme en canal por muy pocas ganas que tuviera. Le comenté lo que me llevaba ocurriendo desde hacía aproximadamente un par de semanas y es que, por las noches, sentía un peso mental en… la parte izquierda del cerebro. Extraña coincidencia, ahora que lo pienso.
-Cierra los ojos y dime cómo se traduce ese peso en tu cuerpo.
Cerré los ojos y le dije que era como una leve molestia de necesidad en el ángulo esplénico, algo muy tímido, apenas perceptible.
-Es sobre todo mental, como una esfera que anida por debajo de la corteza cerebral, encapsulada, como un canicón de los más codiciados por los niños. Es mental, es necesidad de…
Mis manos mimaron el gesto del agarre del recién nacido. Me imaginé estrujando las sábanas de la cama haciendo con ellas un gurullo y amasando el resultado.
-Necesito…necesito…necesito…
Indagamos en esa masa amorfa de lo que fuera, le permití existir, le hice un lugar, no la rechacé, no luché, ondeó la bandera blanca: haya paz y amor. Nada.
Allí seguía la esfera de vidrio, imposible de minimizar ni su peso ni su volumen. Volví a hacer el gesto con los dedos de recién nacido, me faltaba algo y no sabía el qué.
De repente, sentí que él ponía entre mis manos una almohada y el contacto con la misma fulminó el peso mental de la necesidad haciéndolo desaparecer por completo. Me acerqué el cojín al pecho, lo abracé y se me calmó el sistema nervioso. Me sentí respaldada y protegida. El calor de mi cuerpo no se disipaba ya en la nada, sino que se mantenía entre la almohada y yo. Poco a poco me dijo de reemplazar la almohada por mi propio abrazo. Con la mano derecha bien abierta tomé las costillas de la parrilla izquierda y clavé los dedos en los músculos intercostales como queriendo perforar la caja torácica. Me indicó que posara la mano izquierda sobre mi hombro derecho y me lo agarrara con firmeza. Quedé sujetada por mi propio abrazo y me calmé a mí misma.
Busco esa seguridad en los brazos ajenos, pero nunca la encuentro porque los brazos ajenos son los de personas en las que, inconscientemente no confío. Busco esa seguridad en los brazos de personas que no confían en sí mismas. No puedes ofrecer lo que no tienes para ti mismo. Encuentro más hipervigilancia, más irritabilidad de mi propio sistema nervioso. Busco abrirme y entregarme, pero lo busco entre la gente equivocada y desde el cierre, desde la reserva, desde la desconfianza.
Las relaciones que empiezo, sean de la índole que sean, son principalmente mentales. Me sigo fragmentando en el dar. Doy mi parte mental, la que creo que puede impresionar y ayudar a otros, la que valoro por encima de lo que realmente siento que soy. Entrego mi conocimiento, ese preciado y precioso saber del que hago acopio de forma compulsiva con el objetivo de comprender, me, te, lola, nos, os, les. Ofrezco mente buscando cuerpo, ternura, compasión, entrega y el resultado que obtengo es mente y frustración inconsciente. Las personas me llaman para compartir mente, no cuerpo. Sin embargo, la parte tierna quiere salir y no sabe cómo porque las semillas están equivocadas. Planto cebollas esperando cosechar manzanas. Imposible sin alquimia.
Estoy harta de las distancias, quiero abrazar y que me vean por lo que realmente soy: un algodón de azúcar que no importa cuánto sepa, que siente, que sonríe, que vibra.
A mis chicas: Moly, Tania, Esther, sé que con vosotras estoy en buenas manos, de hecho es gracias a vosotras que he podido darme cuenta de que siempre he estado errada en el tiro, que tengo la mirilla desviada y que sigo apuntando, a pesar de saberlo mentalmente, hacia la indisposición emocional. Es gracias a vosotras que tengo un modelo que seguir y si los hombres no me hacen sentir como vosotras lo hacéis, es que no me convienen.
Frenética y enferma, mente: yo.
Mi querida guerrera: estamos todas en el mismo camino, nos acompañamos mutuamente y en ese acompañarse existe espacio para «ser». Sin mayor pretensión que la de compartirnos, cuidarnos y, sobre todo, escucharnos. Puede parecer básico y de sentido común, pero tristemente no es algo que abunde o se aprecie como merece…
Cuando se diluye la necesidad de demostrar que vales, cuando sientes que la(s) otra(s) persona(s) realmente logra ver(te) más allá del disfraz que te protege es cuando sabes que estás en el sitio correcto. Y ese sitio, mi pequeño y enorme farolillo, lo hemos encontrado por fin. Eres muy valiente y por todo ese universo que albergas dentro de ti y que no dejas ver a simple vista es por lo que te queremos. 🥰😘❤️
Me gustaLe gusta a 2 personas
Y sí querida Tania. Como siempre, podemos hablar y departir, siempre con la mente pero cuando tu cuerpo siente sin saber el qué y en un cojín encuentras lo que te falta… se te viene el mundo abajo. Tanto tiempo queriendo sentir ese candor y sin saberlo, dando y recibiendo palos de ciego. Joder, llegar a verlo es durísimo. Gracias por el acompañamiento, estáis siendo bálsamo reparador. Un millón de abrazos!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pues diría que ese cojín ha sido capaz de mostrarte que no necesitas nada más que quererte, valorarte y abrazarte, ya que aquello que creías necesitar y que busca(ba)s y busca(ba)s sin cesar eras tú misma. Cuesta darse cuenta, pero una vez lo haces te sientes libre y ligera. La respuesta siempre ha estado en ti, porque eres tú quien debe amarse para que veas que no te falta NADA. ¡Otro millón de abrazos para ti!
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Dale Asceta, dale…! Es un placer leerte 👌
Me gustaLe gusta a 1 persona
Buenos días algodoncillo, aunque no lo creas, así es como te he visto yo desde el primer momento y ya ves me has hecho abrir y encender el ordenador hoy a estas horas para comentarte, me has tocado el corazón porque al leerte hoy sentí un dolorcillo ahí mismo al leer sobre tu dolor de cabeza y de ese bajarlo al cuerpo a un lugar que si no me equivoco, lo he buscado, corresponde en el Árbol de la Vida al Chesed (Liebe) y me has removido allí las propias experiencias. ¡Jobar! conozco ese abrazo que te has dado porque mis en mis ejercicios de dejar volar las manos y las emociones me lo he dado a mí misma en bastantes ocasiones. De hecho, eso se traduce además, en que tengo adoptada a mi propia niña interior y la abrazo y la beso y a veces con la mejor madre, la madre ideal que llevo dentro, la loba, le pongo algunos límites, cuando la veo, por lo que sea, en peligro, fíjate! no quiero que le hagan daño a un sabiendas que el crecer también duele. Un abrazo supercariñoso desde aquí a ti y tu niña, tan linda como es. Sois de verdad un dulce. Que tengáis un feliz fin de semana.
Me gustaMe gusta
Oooooh! Algodoncito, qué bonito! Sí, ¿Me puedes seguir llamando así? Me encanta. Cada una de vosotras me llama de una manera diferente. Soy farolillo, Candela, algodoncito…
Desconozco el árbol de la vida Esther, pero no por mucho tiempo porque ha aparecido en demasiadas ocasiones en estas últimas semanas. Habrá que ponerle remedio.
Me alegro de que te hayas adoptado, es lo más sano e inteligente que se pueda hacer en esta vida. Tomarte a ti misma en mano, cuidarte como lo haría de tu propia hija y aprender a darte aquello que no sentiste recibir. ¿Qué otra solución nos queda para evitar ser una carga de caprichos para los demás? Os abrazo a ti y a tu niña. Me voy a seguir pintando paredes, un pasatiempos de lo más futil y divertido! Muacks!
Me gustaLe gusta a 1 persona
La luz. Atrapada. Pugnando por salir. Siempre.
🙏
«Leí en alguna parte que somos seres espirituales que tienen una experiencia humana. Me pregunto si esto es realmente cierto. Sería más apropiado decir que somos robots programados tratando de ser seres espirituales, cuando para empezar seguimos fallando en conseguir ser buenos seres humanos.
La verdadera liberación no significa la ausencia de dolor, miedo, sufrimiento o miseria. Significa su trascendencia. Significa que tú tienes la fuerza interior para echarlos y el conocimiento de que no hay cruz que no puedas llevar. Significa que nada te puede hacer temblar. El sufrimiento se convierte en tu maestro. Y abre la puerta hacia lo que está más allá. Te lleva al amor, y, finalmente, al silencio profundo atemporal en el tú descansas».
(Rajiv Kapur)
🙏
Me gustaLe gusta a 1 persona
No sé lo que es trascender el miedo, el sufrimiento o la miseria. No sé qué significa. ¿Tomar conciencia de ellos y seguir? No he sabido, todavía, echarlos si es que eso se aprende en algún momento. Estoy en pañales. Siento que crecen cosas, afloran sensaciones olvidadas tiempo atrás pero no sé qué significan ni siquiera sé si hay que buscarles un significado.
Una cosa sí que sé… estoy más perdida que un pulpo en un garaje tratando de sentir lo que es y no lo que debería ser. Buscando mi propia voz, si es que la debiera encontrar o sencillamente esperar a que aparezca. No fucking clue!
Me gustaMe gusta
❤️💯💓
Me gustaMe gusta
🤗
Me gustaMe gusta