Vuelve la mano fría que ahoga: Ansiedad de no tenerte, ansiedad de perderte para siempre.

Volvió. Tal y como se fue hizo de nuevo aparición con su melena al viento, con sus aires de grandeza, con su insolencia y avasallamiento. Entró de nuevo en mi cuerpo y aunque le ordené con frenesí que se largara de mí, le pareció divertido y mostrándome el dedo corazón se apoltronó en mi tórax y se desparramó en mi vientre.

Hay un hueco entre el corazón y el estómago, ahí está ella. Cuando cierra el puño, como jugando conmigo, se cierra el paso del aire y el yunque cae sobre mis costillas.

Ella no existe, es un producto de mi mente enferma. No la quiero, la detesto, la combato y trato de ahuyentarla con la rabia que se torna en ira cuando siento que me constriñe cada vez más. Su burla me enciende y la ira se transforma en odio. Sigue ahí, agazapado con su deplorable sibilancia, acobardado a la vez que divertido porque sabe que nada puedo hacer contra él porque en realidad no existe y es fruto de mi fantasía enferma. ¿Cómo echar algo cuyo creador es uno mismo?

Yo soy la guionista de mi propia asfixia. Me concentro en ese punto de mi cuerpo y le digo que sé que no es real, que es mi propia ilusión, que yo respiro, que no existe, que es invención mía, que el ahogo es como una compuerta en mi cerebro que se activa cuando algo ocurre dentro del mismo. El problema es que no sé qué hace que se cierre o se abra. Es algo muy inconsciente que enciende el mecanismo de ahogo.

Hablo con él, no me hace caso. Trato de comprenderlo: «estoy a tu servicio, dime qué te pasa, habla ahora o vete de mí, parásito inmundo.» Igual este rechazo es el mismo que dispara el gatillo. Esto es lo que tengo y con esto debo aprender a vivir. Cuanto más odio y rechazo, más constricción. Si uno no aprende a fluir con la vida, la vida te obliga a fluir con ella. Este debe ser el aprendizaje de finales de este año y, sea como sea, tengo que integrarlo.

Da igual que me haya quedado sin vida exterior, he apagado todo, he echado prácticamente a todos de mi vida… aún así… sigo sin poder respirar.

5 comentarios en “Vuelve la mano fría que ahoga: Ansiedad de no tenerte, ansiedad de perderte para siempre.

  1. Avatar de Jorge
    Jorge dice:

    Entiendo que es algo psicosomático, complicado sí, a veces es cuestión de alcanzar paz interior, que no digo que sea fácil… Supongo que deberías «aceptar», o «integrar» como tú dices, «aquello de lo que reniegas», e ir apaciguándolo, poco a poco, no hay prisa. Tal vez, y únicamente tal vez, lo que «no aceptas», sea cual sea el motivo, es a ti misma, por eso te asfixias… Como ya dije, complicado, pero no imposible, y menos para ti.

    Ánimo y un saludo.

    Le gusta a 1 persona

  2. Avatar de beauseant
    beauseant dice:

    A veces he sentido eso que has escrito con tanta precisión: Yo soy la guionista de mi propia asfixia, pero nunca he llegado a ese punto de oscuridad que has descrito. No tengo palabras, ni brújulas ni mapas para ayudarte a salir, pero encenderé una luz al final del todo, si la ves intenta seguirla, es un faro, aquí no hay dragones, hay gatas, que son más fieras, pero no hacen nada.

    Le gusta a 1 persona

  3. Avatar de Esther
    Esther dice:

    Hola cariño, iba a esperar a terminar de leerla, me tiene como a ti esa mano, pero agarrada del corazón, aislada también hasta que no termine de leerla, ahí va » En un mar violeta oscuro» de Ayanta Barilli, a mí me está haciendo comprender muchas cosas. Quizás te resulte algo simple pero además de esa lectura, masajea suavemente ese punto entre el corazón y el estómago, también la sien derecha, es algo muy sutil pero verás como poco a poco se desmarañe. Un abrazo enorme

    Le gusta a 1 persona

Replica a Jorge Cancelar la respuesta