El origen de la neurosis: Esa sensación de que falta algo pulsa en el inconsciente dando lugar a una incomodidad que inicia el comportamiento neurótico. El intento desesperado de rellenar un hueco imaginario.

Es sutil, imperceptible, estoy acostumbrada a ella especialmente cuando cesa la actividad frenética del día. Termina el trabajo y las ocupaciones sucesivas dejan finalmente paso al momento de descanso.

¡Por fin tiempo para no pensar en lo siguiente! Ningún «tengo que hacer» más hasta mañana. Preparo algo de cenar, me siento en el sofá y automáticamente enciendo el ordenador. Algunos el televisor. Cada cual con sus vicios. «Elijo» lo que quiero ver, tengo la sensación de que elijo pero no hay nada nuevo bajo el sol de la Toscana. Es un «más de lo mismo» vestido de seda. Pongo algo, lo menos infumable que encuentro. Dependiendo de mi momento vital suelen ser vídeos de espiritualidad de andar por casa que, pasados algunos días, todos acaban sonando igual.

Me canso. Me agota ver una y otra vez la misma actitud. El que no llora no mama y el que no llama la atención con algún eslogan sacado de la manga no gana un mango. Recorro internet en busca de «algo», pero siento que ese algo no se puede encontrar. Entonces, en otro automatismo aprendido, me levanto y voy directamente a buscar «algo» físico. La mayor parte del tiempo es comida que, aún sin tener hambre, me ocupa un espacio corporal. Me atiborro de lo que haya. Generalmente no hay nada pero cuando lo hay, arraso con ello hasta el punto extremo de la náusea. ¿Qué me pasa?

No me pasa nada que no sea normal. El vacío existencial del cual hablé en el último post. Es una creencia limitante y perfectamente inconsciente que despierta una incomodidad tan antigua que apenas la reconozco. Me he acostumbrado a ella y pasa desapercibida. En lugar de sentirla, he aprendido a taparla con movimiento, con comida, con sexo, con pensamientos reiterativos. Todo ellos son automatismos que hago por hacer, porque hay una tensión interna que me impulsa a moverme y a «hacer» algo para tapar ese agujero existencial.

Ese boquete del alma es imaginario pero la sensación en la boca del estómago existe y además existe en el inconsciente colectivo como una necesidad inconclusa que pulsa de fondo obligándonos a perseguir una solución inexistente. Esa incomodidad es la famosa carencia, la idea de carencia, la creencia limitante de que nos falta algo. Me falta algo, estoy incompleta, no soy suficiente, necesito más, algo no está bien en mí, no soy como todo el mundo… Otra idea errónea pues es una sensación compartida por todos los neuróticos y somos una sociedad neurótica porque desde que nacemos en una familia neurótica (suerte tienen los que no) nos enseñan a «hacer» a «tener» a «conseguir», pero no nos enseñan a respirar y a mirar esa incomodidad de cerca.

Decidí cerrar los ojos y aventurarme todavía más profundamente en mis catacumbas. Quería averiguar de qué se trataba toda esta incomodidad. Me asomé al abismo y vi que en realidad el precipicio es una creación de la mente egoica. No existe pero la sentimos porque existe la idea de fondo. Es jodido terminar con eso de forma esencial y no egoicamente. La conciencia es lo que hace la diferencia entre el eslogan «eres suficiente» y el eslogan «eres suficiente». Soy aparentemente lo mismo y a la vez están diametralmente opuestos. Para entender que soy suficiente tengo que haber pasado por el sendero de la destrucción de la idea de mí, un camino de espinas, dolor, sufrimiento. Años de precipicios, semanas enteras de no saber ni siquiera quién eres. Es terrible y a la vez terriblemente próspero el darse cuenta de que todo es mentira.

No, no quiero convencer a nadie, que cada cual ande por su propia vía y vaya dándose cuenta de lo suyo. Que lo que es mío es mío y de nadie más. Sin embargo, sí que quiero recoger en un gráfico el mecanismo neurótico para quien le pueda servir y vea en él una pequeña luz de salida.

Este es el mecanismo que sigue cualquier comportamiento neurótico.

Esto es el resultado de mis observaciones y de la terapia. Desde hace años, veo cómo se va perfilando cada vez más. No existe paliativo en el mundo que pueda quitar la creencia limitante tan solo el sentarse y mirarlo de frente alivia la sensación de falta. Aún así, esa comezón en la boca del estómago no se va del todo. Va cambiando de forma, no obstante. Ahora la siento como una pesadumbre, una tristeza profundamente anclada en el vientre que me quita toda la energía (y eso es muy difícil porque soy una bola de fuego).

Este mecanismo nos tira «a la baja» pero como todo en la naturaleza, tiene una contraparte que equilibra y sublima la creatividad. De nuevo, la creatividad puede ser vista desde el ego o desde la conciencia, como el eslogan anteriormente mencionado.

No sé si le servirá a alguien. Es mi manera de contribuir al bien común desde la creatividad. Ese tiempo que tengo para sublimar el ser sin sentir que me falta nada.

Cuando comprendí lo que se escondía detrás de mi «aburrimiento», de mis rumiaciones, de la compulsión atlética o incluso de la compulsión bulímica, se encendió una bombilla que iluminó cuarenta años de salvajismo, de patadas hacia delante, de mentiras y autoengaños. Se aclararon muchas incógnitas incomprendidas. A día de hoy, se siguen desvelando ciertos porqués y me llevo las manos a la cabeza al ver lo invadida e invalidada que me tenía el ego. Un ego necesario, muy necesario para llegar hasta aquí, no puedo dejar de agradecer mi agresividad, crítica, juicio, mala leche, sadismo y masoquismo, crueldad. Todo ello me salvó la vida en esta jungla de asfalto, ahora tomo yo el timón y me preocupo de repartir candela de otra manera.

7 comentarios en “El origen de la neurosis: Esa sensación de que falta algo pulsa en el inconsciente dando lugar a una incomodidad que inicia el comportamiento neurótico. El intento desesperado de rellenar un hueco imaginario.

  1. Avatar de beauseant
    beauseant dice:

    Tus triángulos me han recordado los juegos infantiles de los balancines pero, en vez de aspirar a subidas y bajadas, aspiramos a un equilibrio que es casi imposible: quedarnos levitando en el puro punto medio. No lo logramos, claro, a veces subimos, a veces bajamos.. nada parece funcionar.

    Eso que llamamos libertad consiste en elegir el color de nuestros barrotes, unas bonitas cortinas para tapar la decepción de estar insoportablemente vivos.

    Un abrazo

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Dios mío artista! Insoportablemente vivos? Hay que joderse y yo que me había levantado agradecida por estarlo. .Hoy toca triángulo de subida… hay que aprovechar el subidón de adrenalina! JAJAJAJA!
      Un abrazo, como siempre, gracias por comentar!

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