¿Cómo reconocer ese estado del ego cuando estamos ya inmersos en él?

El comportamiento es automático, funciona por sí solo en modo ahorro de energía. Estamos siendo pilotados por el carácter, el personaje se apodera del rol y desaparece el observador. Estamos identificados con aquello que pensamos ser. Clasificamos, etiquetamos y sentamos cátedra sobre lo que SÍ y lo que NO somos. Esta visión maniqueísta, fragmentada y excluyente de nosotros es la causante de la ruptura interna y de la disgregación del «yo». Es esa sensación de desalineación entre la mente y el cuerpo.
«Mi cerebro comprende PERO hay algo en mí que no puede dejar de hacer o sentir esa cosa»

No encarnamos el personaje, sino que el personaje nos posee. Tenemos esa visión de túnel dónde no cabe la creatividad, vemos el futuro en función de un pasado y proyectamos lo irremediable sin dar crédito a los milagros porque todo es un refrito de lo mismo. Nos creemos que lo que ocurrió es y será el único abanico de posibilidades que existe.
Desde la neurosis, la acción es más una reacción sin creatividad en la acción, tan solo la repetición de un patrón adquirido. Un patrón de reacción y un patrón de pensamiento que va más en línea de la rumiación.
La neurosis es básicamente nuestra manera de actuar desde el automatismo por lo que, en general, prácticamente todos nuestros movimientos son neuróticos.

El que yo llamo mi maestro por ser sencillamente brillante y tener un escalpelo capaz de diseccionar el comportamiento humano con asombrosa maestría, Bojan Ivic, también es mi terapeuta, aprendiz directo de Claudio Naranjo, dice lo siguiente de la neurosis (dejaré un vídeo al final de este post para que quién se sienta actor de su drama llamado vida pueda hallar claves para dejar de actuar y tomar responsabilidad sobre ella):
1. «La neurosis es narcisista»
2. «Todo lo que nos separa o aísla es neurótico»
3. «La neurosis es cíclica, no evoluciona y es estanca. Cuando se termina un bucle vuelve a comenzar sin haber tenido un atisbo de cambio. Es la rueda de hámster.»

La neurosis es ese estado de bucle que responde a las frases anteriores.
Prácticamente todo es neurosis si es automático e inconsciente y hay una fina línea entre el hacer automático y el hacer consciente.

El primero responde a la programación que hemos tenido para evitar sentir ese vacío existencial del cual vengo hablando desde hace un par de meses porque estoy pasando por la exploración del mismo y estoy aprendiendo a sostenerlo desde la respiración y desde la escucha interna. Desde la observación me doy cuenta de los entramados urdidos para evitar sentir el dolor, la soledad, el miedo y, sobre todo, el vacío, la carencia y la falta de identidad porque si «yo» dejo de ser la imagen de mí, ¿Qué coño soy?

Todo ello forma parte de las limitaciones de las creencias que flotan en el inconsciente colectivo, familiar y que se adquieren a base de machaque y «educación».

¿Cómo darse cuenta? y ¿Cómo salirse del patrón?
Es harto complicado y, siendo sincera, no estoy segura de que uno se pueda salir al cien por cien. No obstante, a fuerza de cultivar el «ser» o «la esencia» en detrimento del «no ser», se va instalando un nuevo sistema operativo cuya programación es la desprogramación hasta que se pueda funcionar en código abierto y libre. Hay que tener mucho valor o necesidad para querer salirse del molde. El sufrimiento y las insostenibles tiranteces internas nos llevan a la conclusión de «No puedo seguir viviendo conmigo mismo». Este es el punto álgido que indica el hartazgo necesario para empezar la desprogramación.

A base de hostias que la vida va propinando al cabo de los años, aparecen las incomodidades que, si nos detenemos a escuchar, observar y respirar, nos enseñan a leer el patrón automático que ellas mismas esconden:

1. Cuando por mucho intentar algo se genera una frustración en lugar de satisfacción. Cuando se persigue alguna meta y su logro no genera la recompensa imaginada es que se trata de la idea de satisfacción y se corresponde con un comportamiento egoico. Suele ser la consecución de deseos no necesarios, la zanahoria tras la cual correr y que una vez la tengamos… todo seguirá igual o peor.
El bienestar responde a la simplicidad de lo que ya tenemos y no sabemos ver. La abundancia reside en todo, hay que aprender a percibir desde el prisma de lo asombroso que es estar aquí y ahora.

2. Cuando el universo te está avisando de que ahí no es y hay obstáculos para lograr esa meta. Aprender a estar atento desde la pasividad, observar el despliegue de sincronicidades, el sonido del silencio y captar la energía sutil de los procesos y de las personas, significa estar receptivo a leer la realidad desde la realidad energética misma y no desde la apariencia de la matrix. Nada es lo que parece sino que es lo que es y, para entender eso, es necesario aprender a ver, oír y callar. Abrirse a recibir sin juicio de por medio. Parece fácil y, recuerden, nada es lo que parece. Es jodidísimo deshacerse de la programación.

3. La resistencia interna que suele ser visceral y te avisa de que «por ahí no es». Es una sensación muy clara y nítida, pero que obviamos y decidimos pasarnos por el forro porque nuestra mente está preocupada en obtener el punto anterior: la idea, la proyección del ideal. El cuerpo avisa de que NO ES AHÍ. Esa es la resistencia.

3. La intuición como consecuencia de lo anterior. En realidad la intuición es el lenguaje del cuerpo y es ancestral. Nos guía y nos previene.

4. La duda y la inseguridad son mentales y signos de neurosis. Las verdades se sienten, no se razonan. Para escuchar hay que aprender a callar no solo físicamente, sino y sobre todo, mentalmente.

Bueno, hasta aquí el post de hoy.
Todo lo que comparto es fruto de mis propias pesquisas, nada es cien por cien verdad, es tan solo mi verdad. Le puede resonar a alguien o a nadie y todo está perfecto.
Lo comparto porque con este afán se creó este blog nueve años atrás. Casi una década plasmando los resultados de mi autoindagación y toda una vida de cuestionamientos internos. ¡Se dice pronto! ¡Como para esperar que una frase mágica de IG te ayude milagrosamente!

Buen viaje a todos.

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