Me escribe, parece interesado. Desaparece y el silencio retumba. Me vuelve a contactar, quiere verme. De nuevo, silencio. No hay respuesta, ni acción ni signos de vida.
DESDE LA CARENCIA:
Cada vez que recibo un mensaje me ilusiono. Ha llegado para rellenar ese hueco de mi vida. Todo este amor que tengo (que no es amor es necesidad de dar, aunque desde la carencia no puedo saberlo por el apego a mi identidad) busca un receptor hacia el cual dirigirse. Son tantas las ganas de dar que pueden abrumar al otro. Esto tampoco lo puedo ver puesto que solo veo una cara de la moneda.
DESDE LA ABUNDANCIA:
Contacto y retirada. En cuanto recibo un mensaje me alegro de saber de esta persona. Conecto con su campo vibratorio, recibo y estoy volcada al cien por cien en ese instante. Estoy presente para ella. Tiene toda mi atención. En cuanto nos separamos o en cuanto le respondo, vuelvo a mÃ. Mi atención vuelve a mÃ. Soy presencia para mÃ. El amor que tengo me lo doy a mÃ. Cierro esa puerta abierta hacia el otro y recupero mi presencia, mi energÃa, mi atención. Estoy para mÃ. Me completo y no me importa el porqué de su aparición. Cada cual tiene sus motivos. El cómo me afecta es donde tengo que poner el foco. ¿Sé dejar ir el momento o me quedo pegada y esperando?
Ambas lecturas provienen de una misma conciencia. Yo soy receptor y también emisor.
Soy el que recibe desde la carencia y la disponibilidad exacerbada del que necesita dar por miedo a perder, a ser olvidado, a no saber estar presente para sà mismo. Veo la necesidad de validación, la inseguridad, la falta, la inquietud, el apego y el encarcelamiento de la voluntad. No aprendimos a estar para nosotros. No nos enseñaron a confiar, a tener fe porque el que está para sà no busca rellenar huecos. Esos agujeros son un constructo social que le interesa al sistema para seguir propagando la necesidad y el consumo.
Ahora también soy el emisor desde la abundancia porque gracias a las recientes experiencias puedo posicionarme desde aquÃ. Comprendo y veo ambos personajes porque soy ambos. El ansioso carente, el evitativo carente también. El que anhela y necesita calmar esa angustia profunda anclada en la boca del estómago y trata de rellenar el vacÃo consumiendo.
El que evita y huye por ahogo aunque quiere y no sabe cómo quedarse quieto, apaciguar la ansiedad que le provoca la persecución y también trata de olvidar y calmar el vacÃo consumiendo.
Ambos son dos caras de la misma moneda. Si puedo ver una es porque también soy la otra. Desde aquà se aplaca el juicio y nace la compasión. Soy el observador que distingue a los jugadores.
Gracias a todos los que habéis participado en esta clase magistral. Me ha costado y no descarto volver a pendular entre uno y otro. Ahora que sé, no puedo olvidar.
Un comentario en “Una misma situación: Dos realidades diferentes. Carencia y abundancia, todo depende del color del cristal con el cual se mira.”
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