Para noctámbulos, insomnes, pervertidos, golfos y todos aquellos que no sepáis concebir el sueño antes de las tantas de la madrugada. Os acompaño en vuestras penas y jolgorios.
Taciturnas son estas pocas palabras que de la noche emanan, donde la soledad te arropa y en la cual anidan las ansias de recuerdos todavía por construir.
Te busco, te espero y , pese a todo, te evito.
Evito buscar esperarte puesto que ni siquiera te conozco y tampoco sé si existes, si respiras aire como yo, si sangras o si lloras cuando te lastiman, si ríes cuando te enamoras, si eres feliz con un suspiro.
Ignoro si la brisa matinal te llena de alegría, si una sonrisa te calienta el corazón, si estas humildes palabras llegarán a cualquier rincón.
Desconozco quien eres porque no sé quien fuiste, si luchas en las mismas guerras que yo, o si en las batallas que libraste venciste o te rendiste.
No sé lo que quieres, lo que buscas o lo que necesitas…
Te contemplo sin verte pues todavía inmaterial, permaneces inexistente en la quimera. Una utopía de mi propia penuria de afecto que te erige a partir de la platónica idea pueril del «para siempre».
Trato de comprender lo esencial de la vida para algún día poder compartirlo contigo si , por fin, apareces…