Hay una cosa que hago muy a menudo y que a veces pienso que tengo que dejar de hacer. Si digo «confÃa en mû es porque te haya dicho lo que te haya dicho, LO CUMPLO aunque me cueste la vida. El único inconveniente es pensar que es recÃproco, que si alguien te da su palabra cumplirá con los plazos. Error, error y de nuevo error garrafal el asumir que las personas, en general, son honradas o serias. Y es todavÃa a dÃa de hoy en que me sorprendo cuando me dejan en la estacada y no entiendo el porqué.
TodavÃa me falta por aprender, y deberÃa hacerlo cuanto antes, a tener el resorte de la desconfianza porque siempre acabo escaldada y ya empiezo a estar un poquito harta de tanta decepción. Y lo peor no es eso sino que mi vida, mi planes siempre toman en consideración a la parte que me da su palabra. ¿Resultado? Me quedo con un palmo de narices, cara de ser imbécil y lo más grave colgada y perdida.
En tu caso me volvió a pasar. Me fie de ti, de tu palabra pero con el tiempo has demostrado ser uno más del montón. Mi culpa por presuponer que en este punto estarÃas a mi altura y podÃa confiar en ti. Mi culpa por estirar aquello que desde el principio no funcionaba o no veÃa claro. Mi culpa por echar la vista a un lado y seguir escuchando y creyendo en tus palabras. PALABRAS que disfrazan futuras decepciones, palabras que tú mismo crees pero cuyos hechos no llegan nunca, palabras de levedad que participan de este teatro que no puedo soportar más.
Hablamos pero no son más que palabras que oÃmos sin escuchar. Palabras que gritan atención. Si una pareja se lucha dÃa a dÃa ¿Dónde está tu espÃritu combativo? Será que no lo valgo, es más fácil quedarse a un lado, mirarme con cara de pena esperando a que pase la crisis. Pero este no es un arrechucho caprichoso y sin fundamento sino que es fruto de la cadena de decepciones que se han ido sucediendo a lo largo del tiempo. Una concatenación de esperanzas frustradas que han terminado por desgastarme. Muchos ejemplos que podrÃa difundir con el objetivo de poner mis ideas en claro y hacerte ver que no hay solución, que esto ha llegado irremediablemente a su fin. Que por mucho que lo posponga, el final está a la vuelta de la esquina y que esta prórroga no hace más que seguir mellándome y acrecentar las ganas de huir. Estoy saturada y eso es peor que el desencanto. He leÃdo que una ruptura es una negociación pero llegados a este punto de congestión no quiero pactar nada sólo seguir mi camino, ponerme de nuevo en orden y sobretodo volver a poner los puntos sobre las ies para evitar caer en el fenómeno del «ir tirando» que sólo me provee de soluciones a corto plazo pero que termina por hacerme infeliz.
No hago nada al lado de una persona como tú, mermo, me vacÃo por intentar aportar novedad, por aspirar a renovar la relación, por pretender reinventar nuestra manera de hacer. Te juro que llevo un tiempo luchando contra la rutina o el aburrimiento pero la impotencia acaba apoderándose de mà porque acabo hablando sola e intentando explicarte lo que me motiva, abrirme a ti. No puedo, no funciona. Al fondo del trayecto hay una pared que no logro derribar. Me desvivo y deshago por llenar el saco común y ciertamente encuentro un oyente pero ¿Acaso es eso lo que busco? ¿Alguien a quien entretener con mi onanismo mental? Rotundamente no.
Me has demostrado sobradamente que sólo importas tú en tu pequeño mundo y yo voy detrás arreglando desperfectos, batallando por tener una conversación, aportando novedad para reinventarnos. Vas a remolque y no puedo más pero cuando algo te interesa lo haces y punto. Tengo dos ejemplos clarÃsimos de ayer mismo que no debo negar. Obviedades que necesito recordar para hacerme fuerte y mover ficha porque si de ti depende podemos pasarnos asà toda la vida.