Nada ha sido claro desde que nacÃ, nada me ha hecho sentir la verdad ni el peso de la realidad me ha llevado a comprometerme con nadie. No he aceptado nunca un contrato indefinido porque nada ha sido nunca un «para siempre». Todo ha permanecido en un limbo (a)temporal que he creÃdo que llegarÃa a su fin. Esta inconsistencia me he llevado a la condena de la inestabilidad perpetua.
De pronto me vi tirando todo aquello que no necesitaba, dinamitando mi realidad y partiendo de nuevo desde cero. Una vez más sin raÃces, sin certezas y sólo con los hechos que han ido marcado mi vida. De este triaje he recuperado aquellos objetos, personas y experiencias que sólo me pueden hacer crecer. Algunos me anclan a mÃ, son los verdaderos y los que con el paso del tiempo se han demostrado consistentes, reales y fuertes. Otros están en pruebas y en revisión constante. De ellos sólo puedo decir que los que tengan que quedarse, se quedarán y los que no… «selección natural». No voy a luchar más por causas perdidas, en esto no puedo estar de acuerdo con Bunbury y han dejado de ser mis favoritas. Lo que tenga que permanecer se quedará sin forzar la máquina. Quien quiera quedarse en mi vida, luchará para ello con contrato indefinido. Todo lo demás acabará cayendo por su propio peso pero esta vez no seré artÃfice de la caÃda sino que me quedo en la retaguardia, viendo el devenir de los acontecimientos y apuntalando lo que sà que está demostrado ser lo que es.