Sólo son apuntes sacados del libro de Claudio Naranjo. Aquellos pasajes que realmente siento que me duelen o me despiertan un recuerdo porque tampoco estoy segura de ser este subtipo puesto que la reactividad del subtipo sexual me recuerda la turbulencia y rebeldía de la que suelo hacer gala cuando me siento aprisionada. Pero en las distancias cortas tengo otros miedos. Está todo confuso por el momento, como no podría ser de otro modo. De alguna manera se va aclarando el camino y siempre he sabido que el demonio lo llevaba por dentro.
El relato sobre la vida de Shubert, me ha colpado especialmente.
SUBTIPO CONSERVACIÓN
La madre representa un modelo fuerte, difícil de imitar para la niña.
TESTIMONIO
«Mi madre ha hecho frente a todo siempre, la fuerza mental y psicológica, yo me sentía mucho más frágil»
TESTIMONIO
«Mi infancia estuvo marcada por la anómala situación familiar en la que nací: un padre ausente y una madre masculina, autoritaria, castradora y criada a su vez por una madre dura y despiadada»
Alternancia entre el tira y afloja. Tira de la cuerda y protesta para llamar la atención hasta que el otro se enfada y entonces afloja la cuerda y toma una actitud desarmante que lo hace desistir de cualquier propósito vengativo.
«Me siento dócil y sumisa porque la he liado. Sentir una voz autoritaria y segura de sí misma, una orden que seguir, me da tranquilidad, la tranquilidad de estar con alguien que sabe lo que quiere y que sabe lo que necesito. El discurso tiene que tener fundamento, no me vale un «me han dicho que» sino que para legitimar la autoridad del otro tiene que estar todo basado en las observaciones y no en las interpretaciones propias o de otros que no me conocen. Esta autoridad será la base para sentirme en seguridad pero al cabo del tiempo terminaré desafiándola si veo que no es real y solo es una postura momentánea.»
En cuanto a la rabia
«Me convierto en una olla a presión, un volcan dormido que explota de repente… Cuando algunas horas más tarde el acusador se ha calmado en su busca de atribuir la culpa a alguien o a algo, y el cuerpo ha podido descargar la tensión, puedo concederme un alivio que tiene un sabor más dialéctico y constructivo que de acusación y cólera.»
«Tengo un verdadero tabú con la rabia. Ante las injusticias de las que me siento víctima, me cuesta trabajo sentirla. Siempre pienso que me merezco lo que me pasa. De alguna manera tengo que justificar a la persona que me ataca» (pero mucho más tarde).
El seis conservaciín necesita tener cerca personas con mayor capacidad de decisión, a las que seduce con su expresión y comportamiento blando, dulce y complaciente, pero al final se acaba escapando, en el momento en que menos lo espera, lo cual daña la relación. Entonces se siente culpable e intenta reprimir aún más su agresividad con lo que aumenta la ansiedad y la sensación de impotencia.
Fantasear era y sigue siendo el modo de salir, escapar, de la realidad percibida como fría y hostil y de la sensación de impotencia y soledad.
La ansiedad se siente mucho a nivel físico: en la garganta, en el pecho, en el estómago; es una sensación de ahogo, de malestar. El seis conservación es alguien que tiene miedo a volar pero está volando todo el tiempo y en cada turbulencia le entra un sudor frío y se siente morir. A veces este estado de angustia sutil y subliminal dura días, o semanas, y entonces empieza a maldecir el propio trabajo, a fantasear con la idea de dejarlo todo. Echa cuentas de cuánto dinero ha ahorrado y de cuántos años podría vivir de rentas.
Anhela la tranquilidad para descubrir, una vez alcanzada, que lo que necesita son estímulos intensos porque, si no, la vida es aburrida. Se autoconvence de querer una vida tranquila solo por su excesivo miedo a una vida intensa.
Incoherencia entre lo que quiere y lo que hace. Desea calor en las relaciones pero lo busca solo de modo superficial porque desconfía profundamente de la posibilidad de encontrarlo de verdad. Es gentil, aparentemente amigable y disponible, pero teme que la relación, si se vuelve intensa, automáticamente le coarte y amenace su libertad. Las temidas amenazas de abandono (explícitas o implícitas) de las figuras parentales o cercanas le generaron una tendencia a ocultar la verdad y a complacer, en la creencia de que la confrontación llevaría necesariamente a una ruptura de la relación. En esta evitación constante del enfrentamiento, el E6 es el primero que se aleja, sin ponerse en juego del todo y, cuando no le queda más remedio que hacerlo, reacciona con rabia, acusando al otro de ser demasiado demandante. La búsqueda de calor va acompañada de la necesidad de controlarla: el miedo más profundo es a entregarse y a volverse dependiente del otro para ser luego abandonado, en el momento en que se aflojaron todas las defensas. El calor es también un modo de seducir. Inspirar ternura y mostrarse tímido, indefenso y deseoso de protección sirve de estrategia para llamar la atención y hacer sentir al otro fuerte e importante.
Busca un contacto íntimo que le da seguridad y le agobia al mismo tiempo pues la protección conlleva el precio de una total dependencia, de no poder desvincularse por miedo al mundo amenazador. Por esa ambivalencia, se defiende del contacto íntimo y de la entrega a la vida, en sus aspectos instintivos y emocionales. La necesidad es de sentirse en familia, en un ambiente hogareño que contrarreste la sensación persistente de frío y abandono de la primera infancia.
Se presentan como excesivamente idealistas, como el Idiota de Dostoievski donde se describe a un ser humano ideal capaz de recrear un mundo ideal de verdad, belleza y bondad puestas por encima de todas las cosas. Y a pesar de todo, el personaje de pasa de bueno cayendo en la enfermedad mental y la autovictimización.
Oscila constantemente entre el sentimiento de culpa por sentirse malo y el de persecución por ser víctima de un castigo. El núcleo de esta visión distorsionada de la realidad (fijación) se llama, acusación. Es un estilo de pensamiento que define la realidad en términos de víctima o culpable. En el subtipo conservación se basa en un autoacusarse. Se atribuye a sí mismo la culpa para neutralizar al perseguidor. Se identifica con el agresor. Interpreta la realidad desde el autorrechazo, por identificación masiva con un acusador interno que desvaloriza y culpabiliza sin margen de apelación.
Presenta una organización del conocimiento fóbica. Cualquier perturbación afectiva que amenace con la pérdida de libertad o protección, le genera ansiedad. Lo prioritario es mantener un equilibrio entre dos polaridades que considera antagónicas: la necesidad de protección y la necesidad de libertad. Va entrando progresivamente en que si se orienta hacia el amor, pierde la independencia, y al revés. La única posibilidad es ir oscilando entre los dos. Las amenazas, incluso imaginarias, de indiferencia por parte de las figuras de protección, o un aumento del nivel de compromiso que perciba como una restricción de la libertad, activan reacciones de gran intensidad emocional.
TESTIMONIO
«Siempre me he permitido estar en relación con una chica cuando había un final seguro. Si no tengo la seguridad de un final, siento un agobio increíble, un gran miedo al compromiso, por la convicción de que si me dejo entrar en la relación no voy a poder ser yo nunca más, voy a ser devorado.»
El miedo a entrar demasiado en contacto, porque en el contacto demasiado profundo se pierde, no sabe distinguir entre el yo y el tú: introyecta el juicio y el deseo del otro hasta tal punto que es INCAPAZ de sentir lo que él quiere y desea de verdad. Por tanto, es necesario que haya un punto ciego donde ser invisible para el otro y poderse refugiar y hacer (por fin) lo que le dé la gana.
Este carácter busca entender hasta qué punto lo aman para decidir hasta dónde puede amar. Se muestra disponible para amigos y amantes pero siempre con una pequeña reserva mental, que reduce gradualmente en la medida en que entiende que puede confiar, hasta fiarse del todo y amar plenamente. En ese momento puede ser manipulado, traicionado o ignorado y él durante mucho tiempo mantendrá la ilusión del amor. Al final, una vez comprenda la situación, cortará sin vacilar, sintiéndose culpable de hacerlo pero poniendo la autoconservación en primer plano. Teme que las manifestaciones emocionales del otro le hagan sucumbir. Prefiere la lectura al contacto humano, es introspectivo, programa sus actividades y controla sus impulsos y sentimientos.
MENSAJE RECIBIDO
«El mundo es peligroso y tú eres débil e influenciable y, por tanto, somos nosotros quienes te guiamos porque sabemos lo que es adecuado para ti.»
Fue un niño hiperprotegido que no se sintió aceptado en sus verdaderas necesidades, con un reconocimiento de sus aspectos positivos. Dos posibilidades ante la autoridad: someterse o rebelarse o, en este caso, las dos reacciones juntas con la ambivalencia y los saltos de la una a la otra que lo vuelven incomprensible para sí mismo y para el resto. Al principio el niño se rebela, pero con el tiempo acaba acomodándose a las demandas y necesidades de los progenitores para evitar el rechazo y la retirada del afecto, para no darse de bruces con la desaprobación y, en la práctica, con la soledad. No puede pues vivir ni en la adaptación ni en la rebeldía: ambas polaridades le son insatisfactorias y vive en un dilema irreconciliable entre la libertad y las obligaciones.
De entrada no se fía; el mundo es potencialmente peligroso y también falso, porque la gente dice una cosa y hace otra.
Se siente atrapado en el miedo al castigo, a la culpa, a equivocarse y a destacar. Es un eterno temor difuso. Teme a las sensaciones desconocidas, incluso las placenteras tiende a diluirlas. Todo lo que se presente como intenso o se mueva mucho le asusta, aunque le atraiga. Muchas veces siente miedo de la vida misma, de sentir. Si las cosas no está claras, tiende a decir que no. Y tiende a vencer el miedo y a la contención tensándose y agarrándose internamente.
Suele estar convencido de perseguir lo que quiere, que en realidad no sabe lo que es. Pierde la orientación de la acción porque no tiene contacto con el deseo, ni con las implicaciones emocionales que comporta. La ausencia de deseos, lleva al E6 conservación a un desapego tal que puede entrar en una fuerte inercia, no solo en el plano de la acción sino también en el de los sentimientos y el de la sexualidad.
Es muy impresionable con lo negativo. No puede ver películas de miedo porque las imágenes se le quedan pegadas en la mente y vuelven una y otra vez durante mucho tiempo, incluso años. Lo mismo sucede cuando se siente culpable o arrepentido: esas situaciones vuelven: con el tiempo y el entrenamiento uno se hace capaz de triar la información que asalta al cerebro para no volver a pasar mentalmente por la situación bochornosa.
Lleva dentro un acusador autoritario y constante. Es una parte escondida y temida. Se siente irritado cuando la gente no respeta las reglas y los deberes. Es internamente muy intolerante con cosas sin importancia pero se controla y no «dispara». Cuando por contra, un día lo expresa, lo hace en un modo más brusco del que quería, aparece el acusador y no le gusta nada. No sabe hacerlo con humor. Le cuesta ponerse firme sin ser rígido.
El miedo lo bloquea. Hay una tendencia a racionalizar las cosas, muchas veces lo consigue y en esos casos, la idea clara de lo que tiene que hacer le permite funcionar con aparente normalidad. Pero con frecuencia aparecen nuevas informaciones que contradicen lo que ya tenía razonado y se vuelve a paralizar. La parálisis consiste en que la mente se confunde mientras el cuerpo está tenso y siente ansiedad: no sabe adónde ir.