Gaslighting, un reencuentro olvidado con la manipulación, un cambio de sentido es necesario ya.

El día 31 por la noche sufrí un shock. Me vine abajo, se me movieron los cimientos de la contumacia y, aunque era de esperar y lo preveía, esta vez fue muy distinto de las otras. Quien poco me conoce sabe que mis arrebatos coléricos son el motor de mi desarrollo, así de transparente resulto a pesar de lo complicado que les parezca a los demás.

He aprendido a hacer aquello que me provoca temor desde la impulsividad y la reacción, «por mis santos cojones que lo hago». No es bueno, pero es lo mejor que sé porque, por lo menos, no me arriesgo a quedarme muriendo en vida. De hecho, no me arriesgo en absoluto. El verme encarcelada alimenta al monstruo de la impetuosidad. Ahora comprendo cómo empieza gestándose, poco a poco, desde un susurro proveniente de las entrañas. De repente, comienza un ciclo de lectura compulsiva cuyo cometido es hallar respuestas a algo, sin saber exactamente a qué. El murmullo es un ruido de fondo que no me deja dormir, me genera desazón, toques de melancolía e incomprensión. No lo entiendo, no entiendo por qué me siento así. No me salen las palabras, tampoco me atrevo a decir nada en voz alta porque todo es vago. Hay pinceladas de tristeza, de rabia, de reproche que mi raciocinio no comprende por eso prefiero analizar y mantenerme en silencio.

Cuando intento hablar es en vano, me encuentro con la pared de la incomprensión, la autodefensa que me hace comprender que aquí lo que importa es el prójimo. A mí que me den. La idea irracional o no, de Albert Ellis, que se genera: «No puedo contar con nadie, sigo estando sola».

Trato de paliar esta confusión con la búsqueda desaforada. ¿Qué busco? No lo sé. Busco la definición de amor, de respeto, de comprensión. Busco en mí, soy yo, seguro que soy yo porque todo nace de uno mismo. Busco fuera de mí. Repaso compulsivamente los posibles motivos de mi descontento.

Es que soy así, es que es la eterna insatisfacción que tanto me caracteriza, es que siempre estoy buscando un motivo de enfado y disconformidad. Es que me gusta liarla y es todo mi fantasía. No tengo motivos para estar así de mal, me los invento Desde fuera me caen estas palabras, estos juicios que se cuelan por los poros de una falta de confianza en mí misma. Me lanzo cual posesa en busca de respuestas en los libros, siempre en los libros, mis autores preferidos, mis canciones más sentidas. Pienso, luego no existo porque no tiene sentido. Pienso que con la razón comprenderé los motivos del corazón.

Finalmente, llega el día que amanece de otro color. Esta vez vino precipitado por agravantes externos. Lo veo clarísimo, el problema en efecto soy yo. El problema es el mismo desde que mi mundo es mundo: NO ME escucho. No ME presto atención a mí para escuchar a los otros. Sus juicios, la opinión que tienen de mí, la imagen que se han formado en base a esta vehemencia agresiva, a esta explosión de santa mala hostia divina. «Es que eres…» y yo me lo creo. «Es que soy» y yo me lo creo. Bien, es posible que alguien se haya sentido así pues esto tiene un nombre: gaslighting, manipulación afectiva donde el manipulador provoca, consciente o inconscientemente, en la víctima esta desconfianza de sí misma donde ya no sabe qué es verdad y qué es fruto de su imaginación.

Te quieren hacer dudar de tu realidad:
«Pobrecito/a, estás esquizofrénico/a»
«Como no te quieres a ti mismo/a, no me puedes querer a mí»
«Estás escindido/a y no comprendes la realidad»
«Yo esto no lo he escrito (y lo tengo debajo de mis ojos blanco sobre negro)»
«Esto te lo estás inventando»

Te quieren hacer sentir culpable:
«Me dejas porque tienes a otro/a»
«Cuando aparecen los problemas te vas, se nota que has tenido la vida fácil»
«Eres un/a manipulador/a»
«Eres un/a terrorista emocional»
«¿Cómo te sientes al mover los hilos de esta marioneta que soy para ti?»
«Yo he sentido cada una de las veces que hacíamos el amor, tu eres un/a frío/a»
«Cuando has terminado tu libro, me tiras a la basura, ¿no?»
«Eres un/a desagradecido/a»
«Siempre buscas un culpable fuera» (esto es verdad por mi estilo de personalidad. Esto ya lo reconocí, pero que lo utilicen en tu contra para hacerte dudar de tu criterio es lo último)

Estas son solo algunas de las perlas que uno tiene que oír. Una actuación fabulosa de altibajos emocionales que pasan de la acusación al victimismo cuando no provocan la reacción esperada en ti. Lo importante es no entrar en la discusión. No significa que no te afecte, solo que no hay que entrar a discutir y a defenderse porque entonces ya te tiene entre las cuerdas. Es un pulso mental nada divertido, pero es el precio a pagar por haber escogido estar con esta persona.

Es un palazo, sí, pero en ese momento te lo comes. La actitud a adoptar es la de «esto no es mío, es tuyo». Es la que mejor funciona porque le estás haciendo de espejo de lo que en realidad está pasando. Toda la inmundicia que sale por su boca no es tuya, es suya. Se está retratando gloriosamente. Escucha bien lo que tiene que decirte, es un momento importante para comprender con quién has estado. Es un momento importante para que tú comprendas el «dime con quien andas y te diré quién eres». ¿En quién te conviertes estando ahí? No eres inocente, no, estás subvencionando este comportamiento «por amor». No obstante, ya te ocuparás de eso cuando estés fuera de la vorágine.

El que se deja manipular, debido a la pérdida de confianza sobre sí mismo es posible que ya no sepa lo que dice y altere su propio discurso para evitar enfados, etc. Te acusarán de mentir y probablemente tengan razón, oídos sordos, tú sigue con el plan de escape. En este punto donde ambos, manipulador y víctima se intercambian los papeles, el estado de la toxicidad en la relación es demasiado fuerte como para obviarla. Todos manipulamos, pero de ti depende querer quedarte ahí o no.
Estando en terapia porque yo me sentía responsable de mucha de la basura que había en la relación porque «soy como soy», he llegado a oír «Claro, como te lo dice la psicóloga esa… Hay que mantener el espíritu crítico». Sí, es cierto, pero no solo cuando le interesa al otro porque le toca de lleno.

Las consecuencias son devastadoras incluso tiempo después. Me sigo levantando en medio de la noche con visiones como esta. La psique procesa poco a poco. Se va digiriendo la información también poco a poco. No tendríamos que haber llegado tan lejos. Ambos lo permitimos.

Cuando comprendo que lo que me está pasando no es más que un «más de lo mismo», se pone en marcha este imparable coraje que no cambiaría por nada del mundo porque me ha permitido sobrevivir. «Sálvese quien pueda» y los «unforgiven» que se queden con su mierda en el lugar que les corresponde. No mires atrás, ahí no hay nada para ti. Pregúntate: ¿Qué es lo que realmente me aporta esta persona?» Y sé franco contigo mismo: si eres dependiente, lo eres, no pasa nada, no hay nada que no se pueda solucionar con terapia.

Cogí mis cosas y me fui. Me fui desde la impetuosidad porque es marca de fábrica cuando me tocan demasiado los huevos y me doy cuenta de todo el circo que se ha formado a mi alrededor. Todavía no era consciente de todo esto porque seguía pensando que soy yo la zumbada, que siempre me concentro en los problemas, bla bla bla. Comida de olla, ni caso de momento, primero sal de donde estás las cosas no van a cambiar, solo pueden ir a peor. Después con ayuda, ya tomarás cartas en el asunto y ya analizarás la responsabilidad de tu parte en este asunto porque, seamos claros también, «dos no bailan si uno no quiere». Pero primero lárgate de ahí.

A mí nadie me vino a buscar para meterme en una relación, me metí solita y de cabeza y con un perfil de persona que todo mi alrededor veía que no iríamos muy lejos. Yo no lo quise ver, pero sí que lo sentí desde el principio. Aun así, seguimos ahí haciéndonos daño. Esto es lo que hay que analizar y comprender, nuestro por qué y la necesidad de estar en un lugar que no necesitamos, pero que buscamos inconscientemente. No nos debe importar por qué el otro hace lo que hace. Si es lo suficientemente responsable ya buscará comprender, si no, no nos debe importar. Lo que importa, lo único que importa es cómo te sientes tú desde ti. El cuerpo sabe. El cuerpo sabe más que la mente.

Siempre hay dos caras en una moneda, yo paso siempre por ser la cara oscura y la culpable, por algo será. Esa es mi responsabilidad.

La verdad es que estoy convencida de que cada uno sabe demasiado bien lo que hace. Quizás no conscientemente, pero se sabe. Yo ahí ya no tenía nada que hacer. Ahí no había nada, NADA, para mi. De hecho, nunca lo hubo.

Todos necesitamos un trabajo de limpieza interna y más en los tiempos que corren. Y estoy convencida que el trabajo tiene que hacerse con alguien que no tenga ningún interés en el asunto porque solos podemos llegar hasta donde nuestro ego nos permite. Es un servicio a cambio de dinero, algo tan vil como el dinero, separa las emociones en este caso. La persona que acompañe debe haberse trabajado a ella misma con alguien que le haya hecho de espejo. Son muchas horas de autocomprensión y autoanálisis para ser capaz de acompañar a otro. Por eso la inversión debe recuperarse. Es pura matemática.



POST #8

Si sueles dudar de tu percepción te puede interesar leer:

La contrafobia en el eneatipo 6: La reacción como acción del toro bravo. Principales características (1) .



La contrafobia en el eneatipo 6: La neurosis (2)


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