Con este post se agrega información al primero que sencillamente hablaba de las características de los niños y niñas que no quieren crecer.
Un aumento de estos síntomas hace de obligada lectura este libro publicado en 1983 cuando estábamos a las puertas de un cambio de paradigma social cuyos resultados están causando estragos en la comunidad masculina, aunque no solo. Me reconozco a mí en muchas cosas a pesar de mi avanzada edad, pero soy hija de los ochenta y trato de comprender qué pasó en aquel momento para que ahora esté en esta situación vital.
A recordar que estos post son la aventura del viaje interior y que antes de apuntar con el dedo la irresponsabilidad de otros debemos hacer el ejercicio de desviar el dedo hacia la viga que tenemos en nuestro propio ojo.
«No importa que tú seas el irresponsable, sino que al estar contigo me convierto yo misma en una irresponsable.»
«El hecho de comulgar con ruedas de molino y luego quejarme me hace ser una irresponsable.»
«Si no estoy de acuerdo con tu manera de vivir y eres adulto entonces suelto y dejo ir»
Primero, en vez de apuntar hacia fuera, hay que apuntar el dedo hacia uno mismo. Si permito algo me convierto en aquello que estoy permitiendo.
«Contra el vicio de pedir está la virtud de no dar»
En la segunda parte del libro nos explica Dan Kiley cuándo y cómo se originan los seis síntomas del síndrome.
Básicamente, empiezan a desarrollarse en la segunda década de vida, a partir de los once o doce años y terminan alrededor de los veinticuatro cuando ya entrada la vida adulta el hombre está más asentado en la edad adulta.
El factor que desencadena el síndrome es conflicto del rol sexual que se ha estado dando en la sociedad desde la segunda mitad de los 60. Los acontecimientos políticos y la estrategia mediática nos han ido empujando, especialmente a los varones, hacia un monumental conflicto de roles sexuales. En las mujeres también existe pues lo que en los 80 se vio con buenos ojos como la conquista de la independencia financiera, la tenacidad, la asertividad y la exigencia en la satisfacción sexual, ha llevado con los años a integrar y a aceptar estas cualidades consideradas como fundamentalmente masculinas. No obstante, la envidia del falo se hace patente en muchas mujeres que asocian el poder y la libertad al varón.
Los hombres, en cambio, han sufrido el efecto inverso. Debían permanecer en su rol de macho lo cual implicaba no mostrar sensibilidad ni debilidad y jamás llegar a depender de una mujer.
Ambos sexos se han estado viendo catapultados hacia un desequilibrio en las expectativas sexuales que los medios de comunicación bombardeaban en los que los niños pasan de llevar pañales a ser rápidamente target de publicidades con alto contenido sexual.
Por una parte tenemos una infantilización de la sociedad que se ve empujada rápidamente a cumplir un rol sexual para el cual no está mentalmente preparada. Igual que estamos viviendo una polarización de la sociedad en términos económicos con la desaparición de la clásica clase media, estamos igualmente sufriendo la polarización sexual de la sociedad donde los niños pasan a ser adultos de golpe asumiendo papeles que están fuera de su abasto.
Hay 4 de los 6 síntomas que son fundamentales y que sirven de sustento a los otros 2
Se representan en 4 bloques:
- Conflicto del rol sexual: este es el catalizador que desencadena la reacción, es la piedra angular de toda la construcción posterior.
- Irresponsabilidad
- Soledad
- Ansiedad
De los 4 anteriores no es preciso que se den los 4 para dar paso a los 2 siguientes - Narcisismo
- Chauvinismo
Cuantos menos bloques tenga el síndrome, más fácil será remidiarlo.
El periodo de crisis del SPP refleja diferentes grados de incapacidad. Algunos jóvenes pueden simplemente deambular por un matrimonio o una carrera que promete años de frustración persistente, pero manejable. Otras víctimas sufren una impotencia tan abrumadora que una adaptación laboral satisfactoria y una relación amorosa plena están más allá de sus capacidades. El grado de incapacidad está directamente relacionado con la cantidad y calidad de los seis síntomas contenidos en la construcción del bloque.
1. LA IRRESPONSABILIDAD
Este se aprende en varios lugares: de algunos compañeros aprendemos el arte de olvidar «Me olvidé», de otros el arte de la procrastinación «en un minuto lo hago» y siempre sazonándolo con un «no es justo» o «a nadie le obligan a hacer estas cosas». Todos hemos creado resistencia a madurar porque crecer da miedo. Algunos lo encontramos más difícil que otros. Se llega a un momento en la vida en el que no podemos escapar de la realidad aunque los Peter Pan no podemos escapar de la irresponsabilidad y a veces es necesario que alguien nos diga: «eres demasiado mayor para este caos» y si alguien nos lo dice saltamos a la yugular. La hiperreactividad a la crítica tiene la piel muy fina. Aquí un retrato robot muy acertado de los tipos de expresión de la irresponsabilidad
Existen 4 tipos de expresión de esta irresponsabilidad.
- «El niño angel»:
El niño que parece que nunca ha roto un plato y cuyo papel angelical derrama lágrimas si hace falta para ablandar el corazón. ¿Cómo puedes ni siquera pensar en que yo haría algo así? El silencio y la tristeza de sus grandes ojos ganan siempre la partida. - «El arrogante»:
Este niño cree que la mejor defensa es una buena ofensa. Se queja constantemente para desequilibrar a los padres acusándolos de abuso de poder. Emplea todo lo posible, especialmente actitudes arrogantes que por lo general obligan a los padres a rendirse. Las tareas encomendadas a los niños acaban siendo realizadas por los padres mismos. - «El sordo, tonto y ciego»:
Si los padres no lo conocieran, creerían que este estilo de irrespondabilidad se debe a un daño cerbral. En cambio se trata de una estrategia de «sordera, estupidez y ceguera» para evitar la responsabilidad. Se puede reconocer la estrategia detrás de frases como «no te oí decir eso», «no recuerdo o lo olvidé» y «wow, ni siquiera lo he visto». Cada uno a su manera estos niños creen que pueden evitar la responsabilidad si lo que llevan sobre los hombros no procesa la información. Es una actitud deliberada que con los años puede transformarse en realmente una costumbre. - «El bonachón y bienintencionado»
¿Cómo se puede uno enfadar con un niño irresponsable que tiene el carácter de un cachorrito? Muchos padres enfrentan este desafío sin éxito. «El bueno de Sam» es rápido para hacer cualquier cosa que le digas, sonríe sin importar lo mal que se sienta. El problema es que nunca hace su trabajo a menos que se lo recuerdes varias veces. Este tipo de irresponsabilidad es el más peligroso porque los padres tienden a evitar medidas severas para enseñarle al niño la responsabilidad y consecuencias de sus actos.