Bienvenidos de nuevo a la cuadragésimo cóñica desvariación del concurso para concursantes, pretendientes pretendiendo aspirar el polvo de ángel guardado en la cajita de Parranda. ¡En directo desde nuestros estudios!
El polvo mágico, la sabiduría absoluta sobre el cómo del porqué del todo y de la nada, está a punto de ser respirado.
¡El momento está que arde! Va a dar comienzo la última prueba, la definitiva: «EL CATRE», una noche, dos presencias, una sentencia y el cálido aplauso de nuestro púbico público. ¡Vámonos!
[APLAUSO Y MÚSICA AMENIZANDO LA FUNCIÓN]
Recordemos a nuestros concursantes:
- Concursante número 1: Apóstol del rigor, la disciplina y la rectitud. Una muestra erecta de caballerosidad y de ampuloso paladar en la expresión de su contenido. De continente desconocido aunque más bien agraciado y agradecido. Un enigma para los sentidos y para la ausencia de emociones. Audaz, justo y como Dios manda.
- Concursante número 2: La feminidad materializada en una marmórea existencia. Ama de su casa y sobre todo de su alma. Amazonas contemporánea que cabalga a lomos del bien saber, del bien hacer y del bienestar. Lo que antiguamente se refería a una mujer con clase, coño.
- Concursante número 3: Mezcla entre Diógenes y Bukowski sin rastro ni rostro de vergüenza. Lo llaman el onanista solitario y es conocido en todo su barrio y más allá por hacer de su voluntad un «aquí te pillo aquí te mato» aunque solo se pueda dedicar al único miembro de su compañía, el apéndice de sabiduría que de él se desprende. Un capricho de la naturaleza al que hay que satisfacer cuando uno menos se lo espera, bien lo saben las clientas de la panadería.
- Concursante número 4: Una ristra de aristas en cuya desenvoltura hallamos ajos, cebollas, puerros y golosinas. Afable y contenciosa, pesada aunque liviana, hiperloquesea y viceversa. Víctima y verdugo, cazadora cazada sin llegar a casarse por espantar tanto a las bestias como a las presas.
- Concursante número 5: Ente etéreo, vaporoso, frágil y sutil. (In)definido como asexual, aséptico, anestesiado, anormal. Una desviación típicamente atípica a pesar de su no existencia.
- Concursante número 6: Otra irrealidad que revela el todo y la nada en una sola esencia. ¿La esencia que precede a la existencia? Los seguidores de nuestro programa son buenos conocedores de nuestras convicciones y ya se sabe que a buen entendedor…
Dos de estos concursantes deberán pasar la noche juntos y solo uno de ellos será aspirador al polvo de ángel. ¿Cómo se decidirá al vencedor? ¿Qué criterios serán utilizados por los jueces del programa? Es tan evidente que lo obviaremos pues la deferencia que tenemos por nuestros seguidores así obliga.
Nota bene:
Teniendo en cuenta que el tele(e)vidente al que nuestro programa se dirige es de corte clásico, es decir, heterosexuales, casados, divorciados y solteros, la concepción de los apareamientos entre un cuerpo y un ente es una irrealidad inimaginable. Asímismo, el aPAReamiento precisa de un par. No conformando el uno con uno mismo el dos, sino el uno al cuadradado (que no deja de ser uno) la diagonal de eventualidades queda descartada.
Las posibilidades quedan reducidas a … muy pocas:

El público teclea frenéticamente el mando de su televisor para hacer efectivas las votaciones. La pareja ganadora es, evidentemente la menos adiente, pero la que más morbosidad provoca, literalmente.
El hombre salido es sin duda alguna el gran preferido por su alta dosis de melasudismo y melapelismo. A un púdico reprimido le genera liberación observar la total falta de lóbulo frontal. El voyeur espera detrás de la pantalla, quiere agresión, quiere retorcimiento y escenas escabrosas. La mujer no importa demasiado. Los ánimos, no obstante, se decantan bastante por el recato de la concursante número 3.
Enfermedad. Nuestros teleinvidentes quieren seguir propagando el bastante, el dolor, el asco, el miedo. Sus vidas vacías de emociones buscan ahondar en la bajeza humana, una manera de ver que siempre hay una peor situación que la suya propia.
Interrumpimos la conexión por indecente.
EL VEREDICTO FINAL DEL JURADO UNIVERSAL
«Éramos dos en un solo corazón.»
La única posibilidad de un solo aspirante al final del camino es que dos se conviertan en uno. Esa opción solo habría sido posible en el caso de las dos presencias, etéreas y volátiles.
No sufrían de ego, habrían sido capaces de adaptarse a todos los recovecos de la otra. Maleables y acogiéndose el uno al otro sin disciplina solo con plastilina se habrían convertido en uno solo.
Un solo vencedor, el origen y final de todos los porqués de este planeta.
No les habría hecho falta el polvo de ángel pues en esa unión reside el único misterio del planeta.