Queridos Reyes Magos,
Esta carta os llegará tarde, mas esto es un agradecimiento que os quiero remitir para haceros parte de mi enorme felicidad y corroborar, una vez más, vuestra existencia mágica, no podrÃa ser posible de otro modo.
Sé que pedà mucho muy poco para este año y que lo único que puse por escrito no dependÃa de mà en ningún caso, por ello decidà dejarlo en manos del universo, del destino, de la suerte o de vuestra magia.
Mis propósitos fueron firmes y vinieron alentados por el decálogo de deseos guardados bajo llave en el más absoluto de los silencios. No iba a exponer mis anhelos en público por muy poco concurridos que estuvieran estos lares.
QuerÃa, no obstante, agradecer el único regalo que sin pedirlo expresamente habéis tenido a bien ofrecerme. Fue un dÃa normal en el que estaba yo a punto de zarpar hacia el pasado para sumirme nuevamente en una conocida situación que no daba más de sÃ. Me puse por testigo de que jamás volverÃa a perderme por nadie. Hice la jura de bandera en pro de la fidelidad y pos de la independencia para mà misma.
Buscaba encontrarme más que nunca, especialmente a estas alturas de la vida cuando la intemperancia amansa y la fierecilla se dulcifica recobrando un sabor de otros tiempos. Y ahà lo vi, sobre la cama, mirándome con una sonrisa desbordada de bondad. Era un gigantesco oso de peluche, tamaño natural. El más bonito y realista del mundo sin duda alguna. Lo llamé «Jo» que en catalán significa «yo» porque es un peluche en el que me veo reflejada y que me ayuda a ser mi «yo» menos oscuro, de hecho me vuelve más humana, me pone en contacto con mi fragilidad.
Es colosal y de una suavidad inimaginable, solo rozándolo con la yema de los dedos, se puede comprender hasta qué punto es sutil su delicadeza, una delicia de pureza nunca antes probada de esta manera tan plena y sin resistencias. Sus dos inmensos ojos tienen una expresividad inaudita para tratarse de un muñeco. Duermo con él todos los dÃas y no me da miedo porque me abraza y me siento protegida. Desde que me acompaña, mis noches se han vuelto más tranquilas.
«Jo» sabe guardar ese preciado silencio y al moverse, trata de pisar con cautela y aplomo para no hacer el más mÃnimo ruido porque sabe que me sobresalto con nada. Me manda a dormir pronto pues es conocedor de mis problemas para conciliar el sueño y cada noche me arropa con su melifluidad, una ternura poco expuesta. Ese es mi momento preferido del dÃa.
Es guardián de mis afectos, confidente prudente, respetuoso y tiene el corazón más humano que haya en peluche sobre la faz de esta tierra. Es el mejor de los compañeros asà que, sin haberlo pedido expresamente, os doy las gracias, queridos Reyes Magos, por haberlo dejado caer asÃ, tan de sopetón y de la nada.
El año que viene me pido la Barbie Millonetis.
La niña más buena del mundo, yo.