Volver a nacer: Germinando, la ley de la abundancia y el sentirse agradecido. No sabes lo que tienes hasta que atisbas la posibilidad de perderlo.

«Los resultados son negativos, todo es negativo». Respiré tranquila tras dos semanas, casi tres, de incertidumbre.

Todo, incluso lo que me llevó a la consulta del médico en primera instancia. Todo fue un ardid de mi propio cuerpo para que me diera cuenta de la profundidad de la herida que llevo, de lo que me podría pasar de seguir por la misma vía por la que llevo transitando cerca de ya cuarenta años y de la importancia de someterse a cuidados intensivos para reparar un daño profundo ocasionado hace muchísimo tiempo. Toda mi vida es consecuencia de la falta de consciencia propia. No solo de la mierda que han hecho conmigo, sino de la mierda que me he dejado hacer por no saber poner límites y hacerme respetar, por no respetarme, escucharme, valorarme como es debido, por venderme barato, gratis y a cualquiera, de la peor de las maneras posibles, por mendigar un beso o un abrazo, por necesitar tanto de fuera.

Me sentí tan abandonada y traicionada que ni todo el odio del mundo, ni toda la rabia de este planeta, ni los sollozos ni los gritos de histeria fueron capaces de contener el dolor. Los genitales se cubrieron de molestas pústulas para que me diera cuenta de que toda esta vulnerabilidad proviene del interior. Hasta que no la hagas consciente, seguirá en tu inconsciente, formará parte de tu sombra y le otorgará el poder sobre tu voluntad a cualquiera que se tercie. Así ha sido.

El diccionario «La base emocional de las enfermedades» de Jacques Martel reza lo siguiente en la página 449:
Del mismo modo que los labios del rostro se consideran como las puertas de la boca, los labios vaginales representan las del aparato genital. Un sentimiento de vacío, agotamiento, cansancio puede provocar una inflamación u otros trastornos en la vulva. Me siento “vulnerable”, impotente, rechazo cualquier contacto físico, me siento sin alegría adentro mío. El origen de las
enfermedades de la vulva es normalmente de orden psíquico. La angustia y los temores llegan a inflamar una vulva frecuentemente después de que se haya tenido que tomar numerosas decisiones. Estoy cansada de tener que decidir, y es un modo de manifestar mi impotencia, mi sensación de estar disminuida delante de los acontecimientos.

Y fue tal cual, después de un descarte en el que me sentí traicionada hasta la médula, me explotaron mente y cuerpo. Agotada, vacía, impotente, frustrada, abandonada, humillada, avergonzada por haber vuelto a caer en la mendicidad y haber expuesto una herida tan obvia para los demás que de ahí se podía alimentar una horda de orcos infames, sucios y sin piedad. La maldad existe y está al acecho de la necesidad de amor. La maldad se viste de ángel de la guarda y te ampara, te atrae con las promesas inexistentes, con la melifluidad de las palabras que acarician y tranquilizan ese agujero negro del alma que pulsa y te retuerce de dolor.

La maldad ve lo que te atormenta y trata de calmarlo con palabras de alabanza hasta que te tiene asegurado y entonces… entonces empieza el juego del ángel, un laberinto de confusión en lo que nada está claro. Las palabras son usadas para tejer una telaraña en la que tú mismo vas a caer porque el significado emocional se lo pones tú, es aquello en lo que tú quieres creer. «Los conoceréis por sus acciones», por sus inacciones. Los chupopteros no hacen nada, es realmente genial porque nadie puede culpar a la araña, sino a la mosca por no haber visto en entretejido. Ellos lanzan palabras al viento, al vacío y quien resuene con ellas, allí donde esas palabras hallen reflejo, será el lugar al que dirigirse. Táctica siempre la misma, estrategia poca, es un copiar pegar de un patrón tan viejo como triste.

Estamos hambrientos, famélicos de amor y nos dejamos seducir por las perspectivas irreales del primer gorrino con pies de cerdo que pasa por aquí. Pero como somos mendigos además del poco respeto que nos tenemos a nosotros mismos, aceptamos buenistamente al pobre tocino inmundo que tan buenas intenciones parece llevar. Lobos con piel de cordero o tocinitos de cielo rellenos de mierda se descubren al mundo una vez ya has caído en las redes.

Me sale decir «es patético» en referencia a mí misma, pero eso es desmerecer y someterme a una tortura personal mía. Lo que es patético es que estos pobres seres tan vacíos y tristes tengan cabida en este mundo y pretendan opacar el brillo de las personas que tienen esperanzas puestas en la sociedad, que trabajan en favor de ser mejores de no dejarse vencer por la desesperación, que quieren curarse y quieren aportar luz y que, para ello, deciden confiar.

Primero, no obstante, hay que confiar en uno mismo, hay que aprender a escucharse y cuando algo chirría, chirría y te vas de ahí en vez de querer comprender qué es lo que grazna. No. Hay cosas que no deben ser comprendidas sino huidas y punto. Ese es uno de los aprendizajes que sé que tengo que aplicar porque la teoría siempre la he sabido pero me sigue enganchando la curiosidad, la misma que mató al gato.

¿Hay odio? Pues claro que lo hay, no te jode. Está y está bien que esté. Hay enfado pero ya no contra nadie, sino contra mí. Nunca es contra nadie, el mecanismo de proyección solo sirve para explotar y para sacar la emoción. Con el paso del tiempo se calma, el otro desaparece porque nunca estuvo o nunca fue tan importante, en realidad el enfado se queda porque es un enfado con uno mismo. No pasa nada. Está y hasta que no se digiera y se integre todo cuanto hay que digerir e integrar el enfado sse mantendrá. Paciencia, otra de las virtudes a cultivar. Paciencia y confianza. Todo llega si estás destinado a ello y sé que llegará para mí también y para cuando llegué tendré que estar preparada porque ahora mismo no lo estoy. El interior sigue estando demasiado revuelto y herido pero siento que esta vez todo es distinto. Estoy más cerca de la paz interior y los que vienen a disturbarla y me engancho y me dejo hacer están ahí para que me dé cuenta de que sigo haciendo lo mismo.

Solo puedo sentir agradecimiento por estar sana de cuerpo y ahora, paso a paso, de mente porque esto marca de manera significativa un antes y un después experimentado ya en propias carnes e integrado a su debido momento. No sirvieron de nada los años de «te lo dije», las cosas se comprenden cuando se tienen que comprender. Aún así, gracias por las advertencias pero necesitaba comprenderlo sola.