Se lo dedico a Moly en el día de su cumpleaños. Muchos la conoceréis como la persona maravillosa que es y yo he tenido la enorme suerte de cruzarme con ella desenmascarando a las fuerzas del mal que rondan estos lares y contra las cuales hemos creado una plataforma en contra del abuso emocional. Gracias Moly, gracias Tania y gracias a todas aquellas que se unen a nosotras para recomponerse de una desgracia que no debería pasar, pero ocurre. Nosotras no tenemos la culpa de nuestras abolladuras, son las que son y precisamente por ellas somos lo que somos. ¡Felicidades leona! Espero que te guste este tímido presente.
Érase una vez el hombre. Antes fue un niño, desconozco si nació malo, envidioso o aburrido por naturaleza, si su madre jugó papel alguno en su desviación típica llamada alfa o si, sencillamente, pertenecía a una subespecie de la humanidad que nació sin emociones. El caso es que, como él, hubieron muchos y muchos más que habrían, pues como en cascada, somos todos producto de anteriores generaciones fallidas que vienen a verter en su progenie la frustración y desilusión de lo que no pudieron ser. No somos culpables de lo que hicieron de nosotros, mas somos responsables de lo que hacemos con lo que de nosotros se hizo. No son estas palabras mías, sino de Sartre.
El niño en cuestión resultó ser un bicho malo, malísimo. Su madre, una mujer sumisa de las de antaño, no supo poner límites y todo cuanto el niño pedía, se le otorgaba. El padre, ausente por trabajo que también utilizó como refugio y en ocasiones como coartada para traicionar a su esposa de la manera más bur(d)a posible, no estuvo presente en los primeros años de crianza y cuando lo estuvo, trataba a su esposa con cierto desprecio por tener ella cierta debilidad por su retoño. Solía reprenderla con:
-El niño hace contigo lo que quieres, mujer. Ahora, sírveme a mí, yo soy el hombre de la casa y no el mocoso este imberbe.
El padre, naturalmente, estaba celoso de su propio hijo, pues la mujer se desvivía por el mismo. Inconmensurables eran la dedicación y la subyugación que la ataban al bicho en formación, su hijo. A parte de ser sumisa, la mujer entregaba cada centímetro de su ser a aquella familia sin ocupar ella lugar en la misma. Aprendió a no existir, a ser la mujer Geisha, a estar disponible para sus hombres sin pedir nada a cambio, sin exigencias, sin ánimo ni alma. Se transformó en un trapo, en un espectro sirviente hirviente de sueños todavía por cumplir y ensoñaciones sobre una salvación que vendría de algún maravilloso caballero que vería su brillo y reconociendo su valía la sacaría de aquel lugar. Pero ¿Cómo se puede relucir si la opacidad circundante tapa nuestro cielo?
Con los años, el niño aprendió que la figura de la mujer estaba para, como su propia madre, servirle a él en sus necesidades y caprichos y, sin unos límites definidos entre su propia voluntad y el respeto ajeno, se volvió tóxico y venenoso como una amanita faloide.
Para desgracia del crío, este nació con un pequeño miembro. No pequeño del estilo «pene» sino de pena. Así que, juntáronse el hambre con las ganas de comer y, puesto que el niño no sabía tolerar la frustración pues siempre fue lo más maravilloso de su casa, el hecho de no poder consumar relaciones sexuales no hizo más que acrecentar un odio y un rencor hacia sí mismo que proyectó en la figura de la mujer. Solía gustar de consumir pornografía vejatoria y, puesto que fue humillado en su más tierna infancia por los demás niños que se reían de su «pililita», también aprendió a humillar, más si cabe, a la mujer.
El niño maltratado maltrató. El niño rechazado rechazó. El niño que fue humillado albergaba en su interior la necesidad de proseguir con su propia humillación y por eso se transformó en «come culos». «Te voy a comer el culo» era su frase preferida a la hora de practicar el fornicio, que nunca llegaba realmente a consumar solo a consumir, pues en su imaginario se alzaban las ganas contra sus limitaciones físicas. Más leña al fuego echó él mismo contándose la historia de que no podría jamás encontrar fémina que lo quisiera y que, como «mamá» no lo querría nadie. Lamentablemente, halló en su devenir de niño a adulto, preciosas mujeres que lo aceptaron y quisieron, de la manera en que buenamente pudieron, pues sabemos que cada uno reproduce aquello que ha vivido y, estando tan faltas de amor, aceptaban casi cualquier cosa incluyendolo a él a pesar de ofenderlas reiteradamente con comentarios y bromas sarcásticas. Y digo casi porque el niño transformado en hombre, las traicionaba a discreción, pues para él, la mujer estaba para servirle en su juego personal.
Aprendió rápidamente, ya que idiota del todo no era, que las moscas acudían a la mierda igual que las mujeres a él por causas ajenas a su persona. Todas sus amantes, virtuales, tenían una carencia de figura masculina en sus vidas y perdían aceite tanto como pedían atención paternal. El hombre se tornó en depredador de inocencias y encontró cierta satisfacción en perseguir a mujeres brillantes demostrándose así que él estaba muy por encima de ellas. Se creyó inteligente, perspicaz, audaz y valiente. Engrosó su imagen mas la tormenta se desataba en su interior pues de algún modo sabía que el ataque se orquetraba desde la carencia de la mujer y no desde la valía del hombre. Aquel «saber sin reconocer» contribuyó en mermar la autoestima del hombre y engrosar su ego. Se metía en sus mentes por las grietas que gritaban «necesito un hombre que me proteja porque mi padre no estuvo presente».
Fabricaba fantasías alimentando la necesidad de la presa, prometía amor, loaba la inteligencia y belleza de la dama y, entonces, despertaba el instinto sexual en ella. La hacía sentirse deseada como nunca nadie lo hizo. Paralelamente, se movía el bicho en varias dimensiones procediendo del mismo modo con varias a la vez. Era su modo de pasar el rato, pues su trabajo le ocupaba poco tiempo ya que no precisaba del mismo para pagar facturas. Seguía viviendo con sus padres y allí se quedaría hasta que estos perecieran y heredara el apartamento. En realidad, no tenía necesidad de trabajar. Su madre seguía alimentándolo y él continuaba engordando como el marrano que era, retozando en el lodazal donde otros se retorcían y disfrutando de la mierda ajena como culófago.
A las limitaciones físicas se sumó el sobrepeso, menos autoestima y más necesidad de contarse a sí mismo la historia de que era una máquina mental y de que manipulaba como quería a las mujeres. Mayor era el desafío cuanto más brillante parecía ser la mujer. Más valiosa era la presa, más hinchazón de ego. Tenía predilección por las mentes potentes porque de este modo, al vejarlas, se cercioraba de que él seguía siendo muy superior a ellas. Pero de nuevo, la falacia era fachada. En su interior sabía que era un impostor.
Para suplir su falta de miembro decidió regalarse una operación de estética. Como el proyecto «The Black Alien», tomó la determinación de transformar su mano en falo: «La manita faloide project», así seguro que podría consumar el acto y pasar a la acción sin miedos. Se sometió a la cirugía con un resultado más que sobresaliente. Orgulloso de su nueva extremidad, quiso probarla inmediatamente una vez hubo cicatrizado así que se puso a surcar la red en busca de su próxima víctima. Tenía un amplio catálogo de mujeres lúbricas a punto de decir «Sí quiero», pero él se echó para atrás. No entendía lo que le ocurría, no podía pasar a la acción después de todo.
Y es que, querida, nunca fue un problema de tamaño, de miembro, de potencia, de estética sino de herejía e impostación. Por mucha tranca que tengas si eres un fraude lo seguirás siendo con pene y, además, con mucha pena. El mentiroso sabe que lo es y pasar a la acción hubiese significado dejarse ver, mostrarse y demostrar que en el cara a cara tenía graves problemas de intimidad. Todo su personaje resultaba un pedo mal tirado con ambages de ambrosia. La amanita phalloides era un veneno de pacotilla. La manita faloide obtuvo la verdadera respuesta: el falo como opioide es un falso techo. Derribarlo es romper las moldura que nos separan de «hasta el infinito y más allá».
Cada uno tiene su propia historia de falo, sus creencias limitantes y a ti, amiga, FELICIDADES por superar todos los obstáculos, por continuar luchando, por mantener la bondad intacta, por compartir desde las mismas ganas de compartir sin agenda encubierta ni para nada en particular sino por el puro deseo de acercarte abierta y transparentemente con lo que eres. Felicidades por ser conocedora de tus limitaciones, por la humildad con la que recibes, por las ganas de aprender que muestras, por ofrecer siempre tu ayuda que, a pesar de ser un 2, es real y limpia.
Gracias por estar con y para nosotras. Gracias por transformar esta desgraciada anécdota en un fin en sí mismo y por hacer posible un nuevo mundo en el que no seamos un copiar pegar de nuestros ancestros.
Conclusión:
La distancia física es como las pollas, no importa lo mucho o poco que sea si hay amor real nada más importa, pues se hace lo que se puede con lo que se tiene. No te retoques en nada, no te sometas a ninguna cirugía, eres perfecta así, tú.
Fantástico Asceta 👌🙏
Me uno a las felicitaciones para Moly
Me gustaLe gusta a 3 personas
Gracias Antonio! Un abrazo fuerte y que no se te olvide… RESPIRA! JAJAJJAJAA
Me gustaLe gusta a 1 persona
🤣😂 😘
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias amigo!
Espectacular entrada, estoy contigo
Me gustaLe gusta a 2 personas
¡¡BRAVÍSIMA!! Olé, olé y olé. Me encanta el cuento y cómo lo cuentas, con esa gracia, ese arte y esa naturalidad tan maravillosas y tan tuyas. Me parece magnífico sobre todo la manera de sacar la moraleja, la esperanza y de hacer un análisis psicológico tanto del depredador como de las depredadas. Al final todos somos un copiar pegar de generaciones anteriores, lo que cuenta es ser conscientes para reorganizar el sistema de ceros y unos que nos programan y reprogramarnos nosotros mismos para poder dar con nuestro código fuente, lo que viene a ser nuestra esencia, y dejar que brille. Insisto: magnífico post.
Y, por supuesto, felicidades a la cumpleañera: ¡Moly, te queremos tal cual eres, tan hermosa por dentro y por fuera!
Un abrazo infinito a las dos y a todo el que lo necesite. 😀
Me gustaLe gusta a 2 personas
Gracias Tania! Me alegra ifinito que te guste, ya sabes que mi historia es tan mía como vuestra. Gracias de corazón!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Ayyy amiga, no se que decir. Hay tanto tanto tanto en tu escrito. Además de todo lo que comenta Tania, tu manera de contar las cosas, de abrirte y de compartir, es todo lo que transmites, todo lo que nos enseñas, y esa manera tuya de cuidarnos dando todo de ti.
Lo he leído tres veces, y las que lo leeré de nuevo porque… hay tanto que no puedo perderme una coma…
Gracias de verdad, infinitas.. magnífica entrada, magnífica tu. Me guardo la moraleja, las moralejas, y le lo clavo a fuego en mi corazón.
Os quiero mucho, chicas. 😞 😀 🌟
Me gustaLe gusta a 1 persona
Moly! Jolines… Gracias, espero que sirva, siempre espero que sirva para algo, para alguien. No hay otra cosa que la voluntad de compartir y aunque no se escarmiente en cabeza o corazón ajeno, que por lo menos se tenga el radar fino para saber ver lo que está en demasiadas ocasiones oculto. Un besazo, disfruta de tu día, seguimos!
Me gustaLe gusta a 1 persona