El camino personal: No soy lo que fui a pesar de haberse quedado mi retrato pretérito enganchado en la puerta de la alacena. Vómitos y proyecciones egoicas. Infantilismo cortical.

«No es posible despertar la conciencia sin dolor. La gente es capaz de hacer cualquier cosa, por absurdo que parezca, para evitar enfrentarse a su propia alma. Nadie se ilumina fantaseando con figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad»
– Carl Jung –

Soy de las que piensan que, al menos una vez en la vida, se tiene el deber de iniciar el viaje interior. No digo que sea necesario ir a un especialista, sin embargo, sí que mirar dentro es crucial para conocerse a sí mismo. Este pensamiento siempre estuvo ahí y ayer, viendo una entrevista a Ramón Nogueras, psicólogo conductual, resurgió la certeza. El tipo en cuestión no es santo de mi devoción, estoy en desacuerdo en muchos puntos y me da la sensación de estar viendo a un personaje construido a base de años. No vi esencia, vi defensa, ataque, orgullo y prejuicio, cosas de las que sé «un poco». Alegaba que no todo el mundo necesita ir al psicólogo, punto en el que le doy la razón. «Si la vida te va «bien» (habría que definir bien), pues ¿Para qué quieres remover mierda?»

No obstante, seguramente por mi proyección, estoy convencida que nadie nos ayuda a comprendernos, que la «educación» (reemplazar por adoctrinamiento) en las escuelas y en las universidades contribuye a la creación de soldaditos dispuestos a acatar órdenes dictaminadas por los que ostentan el poder siendo estos instituciones, entes públicos y privados, autoridades en diversas materias y demás perlas que pueblan nuestro amado planeta. «¿Por qué planeta si es una esfera?» me preguntó Magallanes, el amigo que quiere dar la vuelta al mundo en su velero.

Asimilamos que los «tener que», «deber» y «hay que» son parte del vivir en sociedad. Damos por sentado que nuestra libertad está acotada al marco social y si bien es cierto, también lo es el hecho de que dicho marco se extiende hacia nuestros adentros enraizando en nuestra intimidad. De puertas para adentro, toca a nuestra moral y nos coarta.

No quiero llegar a ningún lugar, esto es lo que sale hoy después de una noche atrabilaria en la que fantasmas del pasado se invitaron sin permiso y jugaron en mis sábanas rompiéndome los esquemas y las pelotas, todo sea dicho de paso.

¿Los dejé entrar? No exactamente, es que no comprenden que no hacer aprecio significa «me la sudáis», ya pasastéis, ya fuisteis, no sois más. Con el retraso que les caracteriza, se deslizaron por una grieta haciendo gala de la nula moral de la que están dotados. Llamaron a la puerta hará cosa de unas semanas, pero como siempre, hice caso omiso porque no me gusta recibir a nadie en casa. Mi hogar es mi templo sagrado y poca gente es bienvenida. Soy lo más parecido a un ermitaño new age porque al asceta le gustan las comodidades, no jodamos. Así que, como ignoré la llamada de atención, entre otras cosas porque lo que los fantasmas del pasado me puedan contar es un recuerdo de lo que fui pero no de lo que soy, pues buscaron meterse a la fuerza en mi vida.

La basura entró por incontinencia propia, la de ellos, como de costumbre. Me vi reviviendo un pretérito indefinido relativamente cercano. Volví a sentir ese miedo que se apodera momentáneamente de uno, volvieron las dudas, las inseguridades, la culpa. Milésimas de segundo que se eternizaron y dejaron un cuerpo estremecido recordándome que todavía no estoy curada del todo. Que ciertas mierdas todavía me afectan y que, por ello, cuanto más lejos se mantengan, mejor.

Asistieron también a la fiesta los indeseables de un pasado cercano. Fue como se si hubiera abierto un portal hacia la jaula de circo el chorro de chorradas fluía libre. Cada uno de ellos metido en su propia imagen de lo que fui, pero que ya no soy. Pareciera que se hubiera quedado una fotografía de mi jeto enganchada en la puerta de la alacena donde se guarda la comida para tiempos de penuria. Cada uno de ellos demandaba mi atención en base a esa estatua mía que ya derribé.

La inmovilidad es muerte y no soy partidaria de la rumiación ni de los chupitos de cianuro. Afronté lo que tuve que afrontar y me liberé de eso. Ya no soy yo mientras que siento que esos fantasmas son lo que eran, como si el tiempo los hubiera mantenido reos en ese punto regurgitando todo el odio hacia mi persona. Puedo entenderlo, al parecer (por la experiencia) tengo el don de tocar los cojones profundamente. No soy, ni fui ni espero ser una santa, una bendita, Dios me libre de ello.

Hice lo que pude con lo que tenía a disposición. Cuando creí conocer a mi sombra, me confié y erré. Ya transité por la culpa y el perdón. Ya acepté que aquello que hice, fue por ignorancia, por las heridas. A veces la iluminación sobreviene en una milésima de segundo tras meses de girar en torno al mismo punto. Un día, sin saber por qué, te levantas y comprendes. Te perdonas, lloras, lo integras, comprendes, te aceptas y pasas página con todo el saber adquirido. Listo.

Horas de terapia, de lectura, de meditaciones fueron necesarias, todavía lo son, para integrar a mi monstruo interno, cuidarlo y mirarlo a los ojos. Meses, años de hacer mierda sobre mierda… ya está. ¿Me queréis culpar por vuestra desdicha? ¿Queréis proyectar vuestro odio sobre mí? Sed libres de hacerlo, ahí está la foto, para que vomitéis encima. Como leí: todos somos los villanos en la vida de alguien y yo lo soy en la vida de muchos igual que muchos lo son en la mía. Una vida que ya no existe, que se esfumó, se volatilizó porque decidí no quedarme anclada en el recuerdo. No soy de las que mastican el pasado. La experiencia me sirve para dirigirme al futuro, tal es mi pecado. No revivo una vez y otra y otra más lo que ocurrió, mi problema es la proyección futura así que hablarme de pasado es no hablarme de nada.

Yo me perdoné y querer manipularme de nuevo porque sois incapaces de responsabilizaros de vuestra basura emocional es una muestra más de vuestra bajeza moral, infantilismo cortical y poca responsabilidad afectiva. Está todo bien. Ayer retozastéis todos juntos en mi cama, embarrando las sábanas blancas. Hoy pongo una lavadora y os invito a que os den morcilla. Comed y bebed la sangre y el cuerpo de Cristo. Y todo esto me lleva al inicio de esta entrada: os exhorto a pasaros por el psicólogo que buena falta os hace, como ya os comenté en su día, pero claro… es más barato vomitarme en la cara.

Os libero al universo, no os necesito más. El resto se soluciona con el pote de la foto y horas de terapia. Ciao pe(s)cao.

3 comentarios en “El camino personal: No soy lo que fui a pesar de haberse quedado mi retrato pretérito enganchado en la puerta de la alacena. Vómitos y proyecciones egoicas. Infantilismo cortical.

  1. Avatar de Moly
    Moly dice:

    Grande de nuevo, amiga. Dos partes interesantes: muy de acuerdo contigo en que todos deberíamos realizar al menos una vez (yo diria una vez a la semana, fíjate tu) un estudio o viaje interior. A todos nos iría mucho mejor si nos conociéramos un poco. Siempre he sido crítica con que no se «enseñe» esta «asignatura» desde pequeñitos. Claro, así pasa lo que pasa. Y es que, encima, todavía hoy, cuando hablamos de un estudio interior, de analizarnos, o de ir a un terapeuta, nos miran con los ojos como platos pensando que «pobre, esta mal de la cabeza, que de problemas debe tener». Muy triste la situación y yo pesimista al respecto, porque esto lo veo incluso con amigas cercanas.

    Respecto a la segunda parte, bueno, ya sabes, querida amiga, tu mejor que yo lo sabe. Esas pequeñas grietas existen y existirán, y siempre habrá pequeñas incursiones no deseadas. Pero, lo importante, es saber pararlo, y decir, «hasta aquí, colega». Me quedo con tu frase: «No soy de las que mastican el pasado. La experiencia me sirve para dirigirme al futuro.»

    Besote fuerte, guerrera de luz

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Moly! Gracias por siempre leer. Jolines, me siento halagada y a la vez agradecida de estar recorriendo este camino junto a vosotras, por segunda vez. Yo no tuve bastante con una.
      Lo de enseñar la asignatura tiene su lógica. Piensa que si las personas estuviéramos en contacto con nuestro verdadero «yo» o al menos en camino de entrar en contacto con el «yo», veríamos que todo está dentro y no fuera. ¿Qué pasaría entonces con todos los productos y servicios que intentan encasquetarnos? Se los meterían por… no habría mercado. La frustración y la desconexión del ser tiene sus intereses perversos también a nivel empresarial, no solo se alimentan de nosotros las alimañas y carroñeros, es que el mundo está basado en el consumo y, para ello, es necesario educar a seres frustrados y pobres espiritualmente.
      Respecto a la segunda parte, las grietas las tenemos casi todos, y son muy parecidas. Yo por lo menos esta vez como la última. Por fin he llegado al final del camino, lo cual no significa que esté libre ya y no me afecte nada, sino que cuando me afecta, siento ese retorcimiento de tripas, lo observo, tomo conciencia, sé que no es mío sino manipulación, lo dejo pasar y en 5 minutos estoy recuperada (también ayuda daros la brasa durante 8 minutos así que en total son 13 minutos de desbarajuste interno).
      Un honor caminar a vuestro lado, estoy aprendiendo tantísimo!

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