Sesión de Tarot con Magallanes: Las cartas fueron la excusa, lo profundamente humano la razón. Gracias por confiar.

“Hay tres cosas extremadamente duras: el acero, los diamantes y el conocerse a uno mismo”
– Benjamin Franklin –

Magallanes se presentó en mi casa. «De visita» me dijo. Le invité a entrar. Es más que buena persona, totalmente de fiar, exquisitamente inquieta, muy abierta de mente aunque excesivamente atrapado por ella. Hablo con conocimiento de causa, pues ¿Cómo reconoce un cojo a otro cojo?

Le ofrecí una cerveza porque la firmeza de mi propósito de ley seca 2023 quedó en el olvido formando parte de mi propia terapia el soltar la rigidez mental y dejar fluir la libertad sin extremos. Me alegró su visita, pues otra de las cosas que yo tengo que trabajar es la socialización, no porque no sepa, sino porque mi instinto social está completamente ciego. Aislándome me protejo cavando mi propia tumba. No dejando entrar a nadie en mi vida, es como la prohibición extrema de que azúcar, alcohol y demás porquerías profanen mi cuerpo. El radicalismo desequilibra en demasía la oscilación del péndulo.

La total privación funciona por unos meses, pero es un síntoma. El síndrome subyace y transforma las razones. El autoengaño queda rezagado en la sombra y, cuando tras el tiempo vuelves a entrar en contacto con la sustancia prohibida, el enganche mental supera al físico. Dependencia. La única manera de lograr trascenderla es aceptándola. Así que, paso a paso, me voy abriendo a conocer y compartir tiempo humano con mis semejantes, personas de total confianza, filtros de suciedad pasados con lupa y todas las revisiones al día.

Magallanes se sentó en el sofá y fui a buscar las cervezas. El lobo que lo acompañaba ocupó mis primeras atenciones. Echo de menos algo que no he tenido, ese amigo fiel que no te fallará. Tenía a dos lobos en el salón: el de mar, Magallanes atrapado en un trabajo de nueve a cinco, y el de tierra, un bicho hermoso y travieso que me derritió el corazón cuando puso su cabeza en mi regazo.

-¿Te echo las cartas?, le dije medio en broma medio en serio.

El hecho de que Fernando esté constantemente surcando las aguas del conocimiento hace que haya una ruptura de conexión con él. Se deja sentir poco y para cualquier tema del que se hable tiene preparada la fuente de inspiración, la bibliografía, los autores que indagaron en ello, los años y estudios pertinentes… ¡Wow! ¡Frena amigo, que no te sigo! No me interesa saber lo que sabes, me interesa saber lo que sientes, cómo sientes, eso es lo que te dará la pista sobre hacia dónde tienes que ir. Que ¿Cómo lo sé? Porque cojeo del mismo pie, porque te veo y me veo y porque yo sé lo que me pasa a mí y cuando lo leo en ti lo reconozco y te lo puedo decir con todo el cariño del mundo. No te pierdas en la mente, baja al cuerpo.

Aceptó mi proposición de juego. No tengo ni idea de tarot. Todavía ando en pañales pero tiene que ser un juego, o así fue concebido.

Le pedí que hiciera su consulta formulando una pregunta para saber qué respuestas teníamos que buscar en las cartas. Su pregunta fue sincera:

-¿Tengo que abandonar mi trabajo y apostar por lo que yo quiero?

Ambos sabíamos la respuesta antes de siquiera mezclar la baraja: ¡Sí, claro! Se moría de ganas, la consulta en realidad era otra que no se verbalizó. En este caso, dijo más el silencio que la palabra: ¿Qué era lo que le impedía dejar su actual trabajo?

Pasó algo mágico. Al principio no podía leer nada, ahora sé que el hermetismo de Fernando me impedía penetrar en su mente. Las personas nos conectamos a nivel emocional, no mental, ayer me quedó más que claro. Empecé dubitativa sin saber por dónde meter la espátula. Me dirigí al final porque la respuesta estaba clara:

-Sí, quieres dejar tu trabajo y realizar tu sueño. Quieres dejar la seguridad, la que te ata al mundo no solo físicamente sino mentalmente también. Quieres volver a convertirte en ese loco que llevas dentro, el que quiere explorar el mundo, no solo el mundo físico, también el sensorial, el que tienes cerrado por miedo a destapar la caja de Pandora. Tu punto ciego es emocional. Huyes de ti. Te has encerrado en tu torre del conocimiento porque te ofrece la seguridad de lo que es comprobable. Buscas seguridad, reniegas de ella. Te aislas en la mente y de esta manera es difícil llegar a ti. A mí me está costando la vida porque no puedo establecer una conexión emocional contigo. Tienes que volver a la inocencia de ese loco para poder adquirir la sabiduría del marinero. No solo tienes que emprender un viaje por mar, sino que tienes que atreverte a surcar las aguas de tu propia emoción.

“Un hombre viaja por el mundo buscando lo que necesita y regresa a casa para encontrarlo”
– George Moore –

Se fue abriendo la florecilla que es. Bonito y puro. Una alma cándida y dulce. Me ayudó a pasearme por su pasado, las cartas las interpretó él y, a medida que fue participando más activamente, más fácil resulto desencallar los silencios que están en la mente. Yo no dije nada, todo el trabajo fue suyo. Ya lo sabía, él lo sabía todo porque todos lo sabemos todo.

Las cartas fueron la excusa que nos permitió establecer contacto, las razones fueron profundamente humanas.

Gracias por confiar en mí Magallanes. El conocer al otro te permite conocerte a ti mismo y viceversa. Lo que hace que la vida valga la pena son los momentos puramente humanos donde uno se permite ser uno mismo hasta donde llega su consciencia. La prolongación de la misma es la consciencia del otro que arroja más luz sobre la nuestra. Un camino encontrado en ambas direcciones. Tú me ayudas, yo te ayudo, ambos somos. La vida.

“Cuando no sepas qué hacer, sé humano”.
– Daniel Taroppio –

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