Las dos vertientes de la vida: Desde «el fuera» y desde «el dentro». El despertar espiritual. ¿A qué grupo perteneces? ¡Yo al de los despiertos, claro! (riámonos)

«Solo tenemos dos vidas, y la segunda comienza cuando nos damos cuenta de que ya solo tenemos una»
-Confucio-

«Las mentes grandes hablan de ideas. Las mentes medianas hablan de eventos. Las mentes pequeñas hablan de los demás».
-Eleanor Roosevelt-

¿A qué grupo perteneces? ¡Yo al de los despiertos, claro! Riámonos y cría monos y te saldrán cuervos.

Vengo reflexionando y constatando (sí, a MariPaz le gusta conjeturar) en estas últimas semanas que hay entre los humanos dos vertientes, que no tipos. Tipos solo uno, el mortal e insignificante.

Mis, sus, nuestras indagaciones trajeron a mi memoria aquella frase que se le atribuye a Eleanor Roosevelt sobre las mentes. Sin querer catalogar, y por lo tanto prejuiciar el tamaño de la inteligencia, sí que presentí que algo de verdad escondían sus palabras y no tanto en términos de tamaño de mente, sino en tamaño de ego. Aunque si el ego es mente, entonces no miente la expresión.

La variable principal que vendría a escindir a ambos grupos sería «la localización del foco de atención».

Me explico, si es que puedo separar el grano de la paja y ofrecer un desarrollo digno de ser tomado en consideración. Hay personas que, sintiendo el sinsentido existencial, se recrean en los acontecimientos externos, en las anécdotas, buscan la vivencia desde fuera y orquestan sus vidas atizando el fuego de lo externo para que «pase algo». Así, si no sucede «nada» en su cotidianidad se sienten aburridas y frustradas porque sus días se desarrollan en la languidez y la pusilanimidad de lo que en realidad es la vida. Realmente, nunca ocurre nada que no sea la vida y esta puede estar tan llena o tan vacía como el observador quiera. «Como es adentro es afuera».

Los acontecimientos externos son superfluos y están desprovistos de significado profundo, aunque depende de cómo se mire porque, y aquí me ofrezco la cuña para presentar al segundo grupo, para estos que viven la vida desde el interior, cualquier detalle por nimio que sea será una oportunidad para observarse.

Desde el acontecimiento interior, buscan hacerse presentes no desde fuera, sino desde dentro. Estos, a diferencia de los primeros, persiguen la quietud, la tranquilidad y cualquier evento por nimio que sea es motivo de júbilo, pues les confiere la oportunidad de mirar sus reacciones. La búsqueda de existencia se opera de dentro hacia fuera.

Algunas voces dirán «eso es el despertar espiritual». No sé qué mierda es, ni quiero etiquetar porque entonces echamos mano del orgullo y el sentimiento de superioridad. No, sencillamente, es una observación y cuando me da por mirarme a mí misma a través de ciertos momentos veo que no estoy ni en un grupo ni en el otro, sino que me voy de alterne y a veces aprovecho el vuelo de una mosca para profundizar en el presente y, otras, la actualidad de mi vida desvalija el mundo interior y protagoniza mi pequeño drama personal. El foco de atención entonces se dirige hacia afuera y cuando las aguas se calman, se procesa y pasa la marabunta, se vuelve a mecer pacíficamente entre la ataraxia y el estrépito.

Aun así, gracias al desempeño que me ayuda a pagar facturas (léase trabajo que no vocación), tengo la oportunidad de ver y hablar con muchas persona alrededor del mundo. Algunos no miran pa’ dentro así los mate el sufrimiento. Siguen obcecados con lo que está danzando a su alrededor. Cuando me cuentan sus desventuras (y yo estoy centrada en mí) siento el monólogo de un infante quejumbroso que se lamenta porque está aburrido y necesita jugar. Desesperado grita: ¡Que pase algo!

Cuando ese algo no ocurre, los veo alicaídos y el desaliento se percibe a través de la pantalla. Pudiera incluso decirse que están en pausa, en stand by, hasta que, unos días más tarde, no sé qué pitote se ha montado en la oficina y vuelven alegres contando sus aventuras.

Sin ánimo de juzgar, los miro con cierta tristeza y siento rechazo a compartir mi tiempo con este tipo de personas. Aprendo más sobre el humano, aguanto la anécdota (después de todo me pagan por ello) intento no hablar demasiado, se me escapa algún monosílabo para hacerme presente desde su vertiente, pero el cuadro está tan claro que ni siquiera me apetece dar mi punto de vista, ¿Para qué?

Así, ante un «vamos a tomar algo porque sí» , declino la oferta porque no estamos vibrando en la misma frecuencia y que lo que hacen con mi tiempo es lo mismo que lo que hacen en la oficina: gastarlo, pasarlo, entretenerse y rellenarlo de vivencias innecesarias que, personalmente, no necesito. Al revés, yo intento vaciar mientras ellos embuten sin procesar.

Yo voy por la segunda vida así que solo me queda una y ya me he dado cuenta de eso.

6 comentarios en “Las dos vertientes de la vida: Desde «el fuera» y desde «el dentro». El despertar espiritual. ¿A qué grupo perteneces? ¡Yo al de los despiertos, claro! (riámonos)

  1. Avatar de अनत्ता 光 心
    अनत्ता 光 心 dice:

    Pues pertenezco al grupo de los despiertos, no hay duda alguna al respecto. Por cierto, me esperaba unos cuantos comentarios ante esta «encuesta» o pregunta que lanzas. Y… nada.
    O sea, mi foco de atención está, sino mayoritariamente (en el sentido temporal) sí cualitativamente en muchos aspectos indudablemente girado y orientado hacia adentro. Más o menos como describes aquí «vivo desde dentro» o dándole una importancia capital a esa dimensión interior. Y cada vez más y más, y de una forma más fácil, efectiva y natural.
    Sé que sonará terriblemente pedante e incluso bastante o muy «increíble», pero en mis sesiones de «meditación» o autoindagación me dedico a permanecer en el Ser, a ser el Ser, que es lo que soy/somos y lo único que en verdad ES. Esto te lleva a trascender paulatinamente la mente conceptual, el pensamiento y a una progresiva desidentificación del ego (no porque te desprendas de él de golpe y porrazo, sino porque lo vas viendo cada vez más claro y éste va diluyéndose). Me van perfectas las reflexiones de Robert Adams al respecto (vuelvo a él): «Tu mente se vuelve más y más débil. Y cuando tu mente se vuelve más y más débil, el yo comienza a expandirse y se convierte en omnipresente. Entonces el yo se convierte en otra palabra para el Ser». Y también «Cuando descubres la fuente del yo, todo lo demás se va con él, dentro del océano de la beatitud. La beatitud es un resultado natural de tu búsqueda». E insisto en que esto no es la desaparición fulminante y absoluta del ego, pero sí un innegable avanzar por el camino de la trascendencia.
    Y entonces, en esta clave, siento, sé, percibo, experimento, encarno y expreso ese hecho tan simple e innegable: soy Luz, en verdad (es decir, la verdadera naturaleza de la mente es luminosa). Conciencia, Inteligencia, etc. Sé que lo repito mucho. Es que es la realidad. Soy, somos Sat-Chit-Ananda (Ser-Conciencia-Beatitud). Sé que todo esto puede sonar de mil formas: cursi, idealista, utópico, disociativo, de pirado iluminado, terriblemente pedante y soberbio y un largo etcétera. Pero es en esto en lo que estoy, ésta es la naturaleza de la PRÁCTICA. Profundizar en esa Verdad o Realidad es fusionarse más y más con el SER, lo cual implica que poco a poco va aflojándose la identificación con la personalidad individual, aunque siga ahí y siga percatándose de todo este proceso.. De hecho no hay «nadie» que se fusione. Lo que ocurre realmente, como he dicho, es que la ilusión de esa identificación o identidad errada va haciéndose evidente.
    Y entonces pasan cosas como la que (me) pasó el otro día. En la semioscuridad de mi terraza, también sentado en una silla de plástico (fíjate), practicando esa autoindagación o «permanecer en el ser» de repente vi clarísimo que no merecía la pena ni tenía sentido prestar atención al mundo exterior. ¿Para qué? El mundo exterior solo es un decorado superpuesto, y lo verdaderamente real es esa luz interior, esa Conciencia. No «lo pensé», sino que la mente profundizó aún más en esa pura luz, hasta desentenderse por momentos de lo que consideramos realidad externa.
    Perdona la parrafada. Y aquí no hay fanfarronería (o muy poca) ni falsedades, sino un intento de explicar algunos de los procesos y eventos que vivo, a lo que «me dedico» si hablamos de vivencias interiores o espirituales.
    Has preguntado… y yo he respondido.
    Namaste.

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  2. Avatar de अनत्ता 光 心
    अनत्ता 光 心 dice:

    Un poquito más…

    Hablas de una primera vida y una segunda vida, de la frase de Confucio. Esto me ha recordado las enseñanzas de una maestra budista coreana (Daehaeng Kun Sunim), que hablaba de morir tres veces o de tres transformaciones interiores radicales. Decía esto:

    «Con el fin de comprenderte a fondo y alcanzar la iluminación, debes morir tres veces. Tras morir por vez primera, te encontrarás a ti mismo. Tras morir la segunda vez, aprenderás que no hay dualidad en las cosas. Y, tras morir por tercera vez, serás capaz de manifestarte en forma no dual. Es decir, debes superar tres etapas que no son fijas. Primero, devuelve a tu esencia todas las cosas y todos los obstáculos. Si te mantienes haciendo esto, acabarás descubriendo tu naturaleza esencial. Tras haber descubierto tu «yo» verdadero deberás liberarte incluso de ello con una mente sin mente. Si persistes en hacer esto, lograrás percibir que tú y toda la existencia no estáis separados. Finalmente, si continúas liberándote de este modo, incluso desaparecerá la mente sin mente, y alcanzarás el estado de vacío verdadero. En este punto, serás capaz de manifestarte en forma no dual».
    Le dediqué una entrada en mi blog (también en el blog de Tao se habla de ella, dejé enlaces).
    Namaste.

    Morir tres veces

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