El tiempo y la distancia por sí solos no hacen nada: El vínculo de traición es más poderoso

«Hay heridas que en vez de abrirnos la piel, nos abren los ojos»
– Pablo Neruda –

Ni el tiempo ni la distancia nos hacen sanar las heridas y las pruebas son que las arrastramos a lo largo de nuestra vida y estas toman las riendas de nuestra relación con nosotros mismos y con el resto de la humanidad. Las relaciones que mantenemos en la adultez son una repetición de cómo aprendimos a relacionarnos en la infancia. Lo dijeron Bolwby y Ainsworth, Jung lo expresó con el inconsciente y yo lo repito hasta el hastío porque este es mi proceso de curación y porque a alguien le podrá servir para la toma de conciencia.

El niño que se sintó rechazado, rechazará y evitará a sus semejantes. El que tuvo la (in)equívoca sensación de ser abandonado, se lanzará en busca de aquellos que le hagan revivir su trauma. Asimismo, palpitarán la traición, la humillación y la injusticia en nuestro inconsciente hasta que, un día, las veamos.

El objetivo del cuerpo y del alma es la curación. Un sistema enfermo lanza señales de humo en diversas formas para hacerse notar. Por ello, todo cuanto acaece en nuestras vidas está pergeñado por nuestro inconsciente para que mirermos dentro y encontremos la cura de la locura que nos atañe. Igual que la diabetes, la hipertensión son síntomas de la obesidad que a su vez es síntoma de compulsión (si no hay causas físicas claro), las relaciones fallidas son síntomas de algo mucho más profundo que son esas cinco heridas del alma.

El tiempo, la distancia, son dos variables que ayudan a desvincularse, mas si hay un boquete en nuestra psique, este seguirá abierto a pesar de los días, las semanas, los eones o los kilómetros.

El objetivo del ego es tapar, a modo de vendaje, esa herida y permitirnos seguir (con)viviendo, más o menos normalmente con nuestros semejantes, pues somos seres sociales que necesitan los unos de los otros. Aunque, con el paso de los años, la herida que cicatriza en superficie sigue abierta por dentro. Es como las verrugas que en vez de hiperplasia cutánea van hacia dentro causando cada vez más dolor. De modo similar al de las verrugas, la herida cava hacia dentro y nosotros seguimos tapando con mecanismos de defensa cada vez más parcos. Lo que hay enquistado tan solo aumenta de volumen, se infecta y la infección se extiende por todo nuestro cuerpo. Símil pueril, pero gráfico.

Es importante, especialmente en los primeros años de vida, tomar conciencia de cuáles son esos agujeros del alma de los que adolecemos. Cada contacto, cada relación es una buena ocasión para observar nuestras pulsiones. Y si, munidos de microscopio, nos acercamos certeramente, veremos que los poros en la piel supuran siempre del mismo color.

Ese nivel de indagación solo puede alcanzarse de motu propio y, lamentablemente, por ignorancia y falta de conocimiento, empezamos a observarnos demasiado tarde en la vida, especialmente cuando la hiperreactividad de esa herida nos hace rabiar de dolor con tan solo rozarla. Y si hacemos caso omiso a las señales del cuerpo, recibiremos un golpe tan fuerte que posiblemente reviente el saco de pus y el mal en nosotros se propague tan rápido y sea tan doloroso que nos obligue a cesar nuestro cotidiano y le confiramos la atención plena que reclama.

El ego ya no tendrá el poder de vendar y de parar la hemorragia, pusorragia en este caso. Así que ni el tiempo ni la distancia pueden borrar y hacer desaparecer los socavones del ser. A base de abolladuras, la vida (es una manera de hablar puesto que somos nosotros los que buscamos las situaciones), intentará darnos donde más nos duela y, así, finalmente hacernos conscientes y responsables de nosotros mismos y del dolor que impartimos a causa de estas raices podridas.

Nos manifestamos desde nuestra mente inconsciente, la que desconoce el tiempo. La mente consciente es la que ordena, la que ansía y es también la cuna del ego. Si el inconsciente dispone de una información que descuadra de la mente consciente, siempre haremos caso a esta última y, por ello, las heridas quedarán ancladas en el inconsciente tomando forma de baja autoestima. Lo ideal es alinear el inconsciente con el ego para que vayan en la misma dirección y trabajen ambos en paralelo poniéndose al servicio del ser, terminando así con la disonancia y el escición.

¿Cómo? NPI, en esas estoy. Seguro que tiene que ver con ver. La integración y aceptación de uno mismo es la base. Darse el permiso de odiar al perpetrador y ver que hay odio, rabia, ira es lo primero. Supongo que luego llega la comprensión y con ella el perdón para integrarlo todo. No estoy tan avanzada ni despierta, de momento odio primigenio y a veces destellos de lucidez.

15 comentarios en “El tiempo y la distancia por sí solos no hacen nada: El vínculo de traición es más poderoso

    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Merci de passer par ici même si l’article est en espagnol! Je t’en suis vraiment reconnaissante! hélas oui, les répétitions sont à la base de notre apprentissage il n’y a pas que du mauvais. Néanmoins, la répétition pour ce qui nuit opère de la même façon. Il est important de prendre conscience et, à partir de là, trier. Garder ce qui nous fait croître et changer ce qui nous limite et fait rapetisser! Facile à dire, n’est-ce pas?! Merci du fond du coeur!

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  1. Avatar de Tania Suárez Rodríguez
    Tania Suárez Rodríguez dice:

    Quizá el tiempo y la distancia sean un primer recurso para buscar el espacio que permita abrir las heridas y dejarlas supurar, vaciarse de todo ese pus que no permite sanar. Como bien dices, por sí solos no hacen mucho, tal vez servir de maniobra de distracción y/o huida. Si los perpetuamos sólo evadimos y postergamos el problema, incrementando la carga de pus. Y para sanar hay que mirar de frente a esa sombra, a nuestro ego, que no es malo en sí mismo (de hecho es necesario), pero sí puede ser dañino si toma el control absoluto.

    Sin embargo, también es necesario tiempo para descubrir(nos), comprender(nos) y sobre todo para perdonar(nos). La distancia, o más bien la perspectiva, nos ayuda a mirar de otro modo nuestra vida y nuestras heridas, con mente más abierta, con más compasión y con afán de aprender(nos).

    No sé si algo o nada de lo que he dicho tiene sentido; yo tampoco tengo NPI, me limito a hacer meras conjeturas. Por el momento estoy en el mismo punto que tú (¡cómo no! 😜): momento de odio primigenio, visceral y a veces descontrolado, con destellos sutiles y fugaces de lucidez (parcial). Me reconozco tremendamente ignorante, pero con unas ansias poderosas de aprender y salir de la ignorancia. Al menos es un comienzo.

    Magnífico texto, como siempre. Un abrazo enorme, guerrera. 🥰

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Sí Tania, todo lo que dices tiene sentido, al menos para mí. Estamos en la misma vía, en el mismo punto con los mismos gustos, sentimos igual, hemos pasado por lo mismo o casi… oye…¿Te quieres casar conmigo? JAJAJAJA

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  2. Avatar de Joan Contreras
    Joan Contreras dice:

    Me encanta la selección de frases que haces al principio. De hecho, las colecciono. Con tu permiso y citándote, las iré incluyendo en mi podcast de esta temporada. Tengo ganas un día de conocerte en directo, escribes muy bien y me gusta. Un abrazo.

    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Joan! Por favor, sírvete de cuanto quieras que para esto se hace. A ver si entre todos, cada uno con su granito de arena, cocreamos un mundo más… más… Será un placer conocerte en directo. Gracias por tus visitas y tus comentarios. Ya estoy esperando la próxima temporada del podcast!!!!

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Azurea, repetimos todos y no porque esté bueno sino porque hasta que no nos damos cuenta es lo único que sabemos hacer. Gracias por pasarte y espero que puedas cambiar de hábitos si estos son nocivos para ti! Un abrazo!

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Buenas y gracias por tu comentario. En realidad heridas siempre hay por el hecho de vivir así que no hace falta echar más leña al fuego, pero para que finalmente nos demos cuenta que lo único que tenemos que aprender es de nosotros mismos, esas heridas que son las de siempre, las que nos acompañan desde que somos niños, se repiten en el dolor. Un saludo!

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