Dejarlo todo e irse: Plan de escape para no volverse loco. La jungla de asfalto nos separa de nuestra verdadera naturaleza.

Llega sin haber solicitado nada. Esta vez, no he pedido nada, no hay nada que pueda querer más que la propia tranquilidad, esa es la verdadera razón del ser. Reconozco de refilón la máscara, la impostura, mi propio teatrillo del «no ser» y todo cuanto lo envuelve. Asimismo, también distingo desde las tripas el personaje ajeno.

El ¿Quién soy yo? conduce inevitablemente al ¿Quién es el otro?. ¿Existe ser más egocéntrico que el que está en perpetua búsqueda del uno mismo? Somos mayoría y esta vez se acepta sin amargura ni juicio, pues tal es nuestra confección. Necesitamos saber qué lugar ocupamos en esta sociedad para poder desempeñar aquello para lo que fuimos creados, desde el «yo», no desde la intención del otro. Dejar de ser esclavos para ser dueños…¿De quién, de qué? De nosotros mismos y de nuestra vida. Atrevernos a dejar de complacer en detrimento del amor que se nos pueda profesar. Asumir e intimar con la soledad, porque somos nuestra mejor compañía, nuestro mejor guía, gurú o terapeuta. Nos tenemos a nosotros mismos en la individualidad y lidiar con ello es una vulnerable fortaleza.

Cada mañana resulta más insoportable levantarse en esta jungla de asfalto, en esta nube de humo, alejada de la verdadera naturaleza, privados de nuestro tiempo de ocio contemplativo. ¿Cómo no vamos a desconectarnos de nosotros mismos si los niños ni siquiera saben qué pinta tiene un pollo en libertad o que los tomates son una fruta de verano y crecen de unas matas que se plantan en el suelo fértil y que hubo una vez en que los peces nadaban libremente en el mar?

Criamos cuervos y nos sacaron los ojos de la cara y del alma. No nos sabemos reconocer a nosotros mismos y tampoco a nuestro prójimo que yace en la lejanía aún estando a nuestro lado. Nos gritamos porque pensamos que nos oirán con mayor claridad. Aullamos porque nuestra razón ES la única, la buena. La dicotomía entre el blanco y el negro, el bien y el mal, el culpable y la víctima se acoge sin recelo. No sabemos nada, ahí está el negro que asoma. Hemos conservado el instinto animal, el asesino que habita en nosotros, el asustadizo que huye, el fiero que confronta el peligro, pero todo ha quedado recubierto por una pátina protectora que deja salir mas no entrar. Seguimos echando capas de charol que deslumbran y se endurecen y que, con el paso de los años, se resquebrajan. Nos rompemos sobre la cuarentena, pues el barniz no todo lo aguanta y se deslustra el brillo de otrora.

Reconozco al espiritual, yo fui de esos. Reconozco al erudito (pretendí serlo) a la mujer fatale (hice lo que pude), a la talibán que encuentra en la causa una razón del despropósito (no se me dio bien), al entregado trabajador (cayó rápidamente la máscara porque pulsa en mí la creencia de que el trabajo sirve para pagar facturas pero nada es tan lucrativo como trabajarse a sí mismo), al ocioso (tengo naturaleza de hormiga, es lo que hay). Busqué y sigo persiguiendo la identificación asiéndome a identidades de prestado. Me siento como Descartes, salvando las diferencias. ¿Acaso no refleja el mundo de la filosofía este maniqueísmo con tendencia fragmentadora?

Veo, oigo, leo y poco de lo que pasa por delante de mis ojos es genuino, sino un refrito, una copia de la copia de la copia. En alguna ocasión, se ilumina una esperanza, alguien ha dicho algo que parece provenir de su realidad, de su diferencia. La verdad cae como una jarra de agua fría que patina a lo largo del cuerpo y se calienta. No es mío, es suyo. Si yo lo adopto seguiré haciendo un más de lo mismo.

¿Qué es lo realmente sorprendente? El dictamen del cuerpo, aparcando cualquier atisbo de aprendizaje. ¿Difícil? Desde luego, el condicionamiento es tal que nos resultamos incomprensibles a nosotros mismos. Los golpes internos, esos que deberían ser brújula, son traducidos por nuestro ordenador central y se descolocan, malinterpretan, justifican. El compás se desacompasa, nos descompensa perdiéndonos en esta ciudad de humo entre los muros de la arrogancia y el orgullo de asfalto.

¿Dónde quedó el saber vivir? y ¿En qué momento se nos impuso el aprender a vivir, el comprender cómo vivir, el preguntarse para qué vivir?

La verdad no está ahí fuera, sino aquí dentro.

4 comentarios en “Dejarlo todo e irse: Plan de escape para no volverse loco. La jungla de asfalto nos separa de nuestra verdadera naturaleza.

  1. Avatar de beauseant
    beauseant dice:

    Conocía la historia de Beatriz a grandes rasgos, he apuntado el vídeo para verlo con calma 🙂

    Creo que no es la respuesta correcta, pero ahora mismo me encuentro en un peligro estado de lo que un cómico (no recuerdo quién) definió como «sudapollismo». Me he dado cuenta de lo poco que importa que me informe, que proteste o que opine, así que me voy encogiendo cada vez más dentro de mi como un bicho bola cada vez más ajeno al mundo real. Empiezo a tener problemas para reconocer a los ministros, para saber lo que ha pasado en el mundo o para reconocer a un famoso.. Y no, no lo digo con orgullo, como digo no creo que sea la respuesta correcta, pero es la única que tengo, por eso te la presento 😉

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Pues gracias por la presentación. Ya la conocía pero se me presentó como «melasudismo», sería su apellido, cómico.
      Te vas metiendo pa’dentro viviendo tu realidad, como todo el mundo, no te preocupes. Solo que tú no sales a proclamarlo, eso es todo y es mucho. ¿No es la respuesta correcta? ¿Existe acaso una respuesta correcta? Pffff… cada uno tiene la suya y te juntarás con aquellos que la compartan. El resto patinará e irá a buscar aquellas respuestas que se parezcan a su realidad.

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  2. Avatar de Moly
    Moly dice:

    Había visto este video, y mi sensación fue de admiración por la valentía de esta chica. Solo decidió vivir como quiso. Y sabes las críticas que recibió? Leí de todo, desde que necesitaba ayuda, que si se la había ido la cabeza…En fin, muy triste. «Como dijo el loco mirándose al espejo: solo cuento contigo, no me falles»

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      Me recomendaron la historia hace unos cuantos años ya pero no era el momento de verla porque ahí permaneció archivada, en un rincón del olvido y… todo viene cuando se necesita. Mejor aun, cuando se necesita, uno busca hasta dar con el porqué de su frustración! Un abrazo Moly!

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