Si yo me curo, ellos se curan. Sanación universal. Mensaje venido del más allá. Clarisentencia.

De nuevo la explosión de energía, subió por el cuello calentando el corazón hasta el cuero cabelludo. Sollozos salidos del fondo de las entrañas: «Papá te quiero, te quiero te quiero. Mamá te quiero, te quiero, te quiero». La imagen mental me dijo que tenía que coger el coche e ir a verles. Todo el camino hasta su casa fue una locura. Gritos y llanto que buscaban aliviar una enorme retención de energía.

Me repito cada día al inicio y final de cada meditación: «Confío en mí. Confío en la vida y en el universo. Confío en mi clarisentencia, confio en mi clarisentencia, confío en mis sentidos, en mis dones naturales. Confío en mis emociones, soy amor y nada de lo que pueda hacer dañará a nadie. Soy energía, soy el todo, soy la nada. Soy. Soy un canal que une la materia con lo inmaterial. Todo es posible. A través de mí fluye la energía del universo y estoy aquí para servir a la humanidad. Así lo siento.»

Papá te quiero y hasta que no cure esta herida, hasta que no te diga mirándote a los ojos lo mucho que te quiero, sin sentir vergüenza, sin pedir perdón, sin que te escapes, sin escapar yo, no podré sanar mi relación con los hombres, ni me podré abrir a nadie, es lo que siento y sé que es lo correcto para mí.

Mamá te quiero y hasta que no cure esta herida no podré aceptarme como mujer y no sentir rechazo por ello. Te quiero, sin sentir vergüenza, sin pedir perdón, sin que te escapes, sin escapar yo. Como es adentro es afuera.

«Si me curo yo, los curo a ellos. Si me curo yo, los curo a ellos. Si me acepto yo los acepto a ellos.»

Creo que mis padres no entendieron una mierda de lo que presenciaron ayer, pero eso no importa. Poder sentir el abrazo de mi padre fue volver a ser esa niña que se sintió abandonada y como la mujer en que me he convertido pude confrontar la enorme vergüenza (ahora ya inexistente) que, no sé por qué, se instaló en el sentimiento y en las emociones. No la hubo. Lo pude mirar a los ojos, con todo el amor del mundo y por fin, por fin, decir «te quiero». No shame, solo amor. Recibí ese famoso beso en la frente que aparece reiteradamente en todos mis cuentos como el súmum del amor más puro, sin pedirlo, como un milagro venido del más allá. El beso en la frente que atestigua de un amor incondicional que trasciende el tiempo, la materia, la distancia. Ese beso del único hombre que me amará por encima de su propia persona. Ese hombre que solo existe una vez en la vida de una mujer y es que, como un padre, no hay parangón.

«Mamá t’estimo». Mi luna, mi algodón mullido, ternura de miura. Yo la arrullé, así tenía que ser porque en mí termina el linaje de ignorancia fálica y rechazo a la divinidad femenina. La tomé en mis brazos y le conté que su madre, mi abuela, vino a visitarme en sueños porque, a pesar de formar parte de un cuento, la experiencia fue real. Mi difunta abuela, sin hablar, me mostró 3 falanges huesudas erigidas, una cuarta tumbada, y me dijo, sin mediar palabra, que estábamos curadas. En mí termina todo.
«Me dijo que te quiso, que no lo supo demostrar porque a ella nunca se lo enseñaron, pero que te quiso como a nadie, me dijo que estábamos curadas de ella. También estabas tú en el sueño y tu abuela. Como yo no la conocí permaneció en la oscuridad y solo pude sentir su presencia. Yo me postré ante tu madre en señal de agradecimiento porque, pese a todo y gracias a ella, estamos aquí. Estamos curadas y somos libres»

Sí, yo me curé de mi padre y de mi madre y creo que los curé a ellos también.

8 comentarios en “Si yo me curo, ellos se curan. Sanación universal. Mensaje venido del más allá. Clarisentencia.

  1. Avatar de JascNet
    JascNet dice:

    Intenso relato, Montse.
    Por un lado, me has enseñado una palabra, un término que no conocía y que me parece superinteresante. De hecho, me lo apunto para algún futuro VadeReto: CLARISENTENCIA.
    Por otro, tratas un tema delicado, sintiente y que nos pasa a muchos: la dificultad para mostrar nuestros sentimientos, como, por ejemplo, decir simplemente «Te Quiero».
    A los de mi generación nos inculcaron que mostrar tus sentimientos te hacía más vulnerable. Afortunadamente, los jóvenes actuales pueden llorar sin sentir vergüenza y expresarse más libremente desde su corazón.
    También tratas de la relación entre padres e hijos: de apariencia fácil, pero tan difícil de llevar. Esa paz que te deja el mostrarles el cariño que se merecen y descargarte emocionalmente es preciosa.
    Son reflexiones muy interesantes y que deberíamos poner en práctica más a menudo. Estas fiestas que se acercan, amenazadoramente, te empujan a ser más empático, amable y cariñoso; pero deberíamos de usarlos como mantras para todo el año. La vida sería más bella y sencilla.
    Felicidades por este bello relato y muchas gracias por invitarnos a reflexionar y meditar.
    Un Abrazo.

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  2. Avatar de beauseant
    beauseant dice:

    Somos una generación para la que decir te quiero era poco menos que desnudarse un publico en un centro comercial, y empezar a correr gritando con los brazos en alto 🙂

    Es el destino de los padres no entender a sus hijos y, aún así, saber que lo han hecho bien.. Seguro que les has ayudado aún sin entenderte

    Un abrazo

    PS. No conocía esa palabra, clarisentencia, no, nunca la he tenido. No, nunca he confiado en el universo y, mucho menos, en mi persona, me conozco demasiado bien para darme segundas oportunidades 😉

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